“Los TLC deben ser revisados y renegociados en clave de que sean justos y se conviertan en herramientas para estimular la productividad, combatir el cambio climático, desarrollar transferencias de conocimiento y crear nuevos puestos de trabajo”. Así lo reseña un apartado del programa de gobierno del presidente electo, Gustavo Petro, que abrió la polémica sobre el futuro comercial del país.
La preocupación radica en qué podría pasar si se cambian las reglas del juego, principalmente con Estados Unidos, el mayor socio comercial de Colombia. Es que desde que entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio con ese país, en 2012, allí han ido a parar exportaciones equivalentes a US$127.183 millones.
En contra
Sin pelos en la lengua, Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), sostuvo que Colombia no debe renegociar el TLC con Estados Unidos, sino revisarlo, porque aunque todo es susceptible a mejorar el país tiene condiciones favorables en el acuerdo.
Para él, aquí aplica el dicho que dice “de buenas intenciones está empedrada la puerta del infierno”, pues ha habido casos de países que renegociaron el tratado y antes las normas se pusieron más duras, como fue el caso de México (ver Módulos abajo)
Por su parte, la directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia, María Claudia Lacouture, mencionó que todavía no es clara la posición del próximo gobierno respecto al TLC y reseñó la “diferencia abismal” que hay entre revisar y renegociar un acuerdo.
Al igual que Díaz, la líder de la cámara binacional dejó ver cómo una renegociación podría perjudicar a Colombia, en tanto Estados Unidos podría poner unas reglas más drásticas para el intercambio comercial. Para ella el camino más adecuado es dialogar, buscar consensos y evaluar posibles mejoras sin perder los beneficios actuales.
Argumentos para renegociar
Durante su campaña el presidente electo, Gustavo Petro, habló de “renegociar” el acuerdo con la primera potencia mundial. En un debate organizado por Semana y El Tiempo dijo que es un tema que “hay que poner en la agenda” bilateral.
Consultado sobre qué punto se debe renegociar exactamente, Petro habló de la importación de alimentos. “Hoy estamos importando de varios países del mundo, pero también fundamentalmente de Estados Unidos, seis millones de toneladas de maíz; todas las toneladas de soya; todos los insumos agropecuarios (..) Con la caída del peso frente al dólar, se duplicaron, se triplicaron (los precios), por eso hay hambre en Colombia”, indicó.
Es que el acuerdo ha tenido varios “pero”. Un artículo de Karen Rojas Contreras publicado por la Universidad Nacional, titulado ¿El tratado de libre comercio entre Colombia y Estados Unidos incentivó el comercio bilateral? refleja cómo desde la entrada en vigencia del TLC el comercio bilateral se redujo 23%, afectando mayoritariamente a Colombia.
Rojas Contreras mencionó que, al estar las exportaciones colombianas tan concentradas en el petróleo, hay una exposición y riesgo económico alto dada la volatilidad en los precios internacionales de ese hidrocarburo.
Al respecto, el investigador de Fedesarrollo, Mauricio Reina, explicó durante un evento en Medellín este año en el marco de los 10 años del TLC, que aunque muchos tienen estigmatizado el acuerdo comercial porque ha inclinado la balanza comercial en favor de Estados Unidos, uno de los factores que dio pie para eso fue que la entrada en vigencia coincidió con una caída en los precios del petróleo.
Debido a la fuerte relación de las exportaciones y en general de la economía nacional con ese producto, el acuerdo se inclinó para la economía estadounidense.
¿En qué estamos?
En todo caso, echando un vistazo a las cifras de comercio exterior entre ambos países, datos recopilados por AmCham Colombia indican que el TLC ha disminuido la dependencia minero energética de Colombia en las exportaciones a Estados Unidos. “Mientras en 2012, según cifras oficiales del Dane, las exportaciones no minero energéticas representaban un 29% del total, para 2021 su participación fue de un 60%, doblando su incidencia, a pesar del difícil contexto internacional”.
Entre tanto, dice el reporte de AmCham, el renglón minero energético pasó de pesar el 71% en 2012 al 40% en 2021, “explicado principalmente por la baja de los barriles de petróleo (US$109,45 en 2012 versus US$85 en 2021) y la fluctuación del precio del dólar”.
Respecto a las cifras negativas expresó que, coincidencialmente, el comercio de bienes en el mundo empezó a contraerse a partir del 2012 “cuando presentó un detrimento de 0,1% luego de registrar un crecimiento de 19,7% en 2011. En 2015 tuvo la caída más fuerte con 12,8%”.
Y ya entrando en detalle del intercambio bilateral desde 2012 precisó que los productos más vendidos por Colombia a la potencia norteamericana son las flores, con mas de US$10.900 millones; el café y sus derivados, que suman más de US$10.500 millones; y un poco más rezagadas, pero con buenas cifras, las confecciones, con US$2.510 millones, y las frutas, que alcanzan US$1.943 millones.
Con todo esto, Lacouture argumentó que el acuerdo deja un largo camino por recorrer. “La discusión pública debe incluir cómo podemos aprovechar más el TLC, cómo se pueden agilizar los procesos de homologación, cómo se logra tener mayor cooperación para tecnificar y generar mayor competitividad a las empresas colombianas y allí hay muchas oportunidades que se pueden trabajar”.
De parte y parte
Y a pesar de que en estos 10 años la balanza se ha inclinado en favor de Estados Unidos, para Colombia también es clave una autoevaluación sobre el poco aprovechamiento que, por ejemplo, ha tenido en las exportaciones del sector agrícola, como se desprende de una presentación de Ricardo López Sánchez, vicepresidente de la firma de consultoría Araújo Ibarra.
Según él, en los 30 años de apertura económica nacional el 35,6% de las exportaciones han ido a parar a nuestro “mejor amigo” comercial, aunque comparando con otros destinos desde donde importa Estados Unidos el peso de Colombia es bajo.
Por ejemplo, China es su principal proveedor con el 19% de los productos y servicios y el podio lo complementan México y Canadá con participaciones de 14% y 13%, respectivamente. Colombia no aparece siquiera en el top 20, pues su presencia en las importaciones gringas es de apenas 0,48%.
Si el foco se hace en el agro, donde Colombia tiene el mayor potencial, la participación es de tan solo 2%, mientras que México, Canadá o Francia tienen un peso de 20%, 18% y 4%, como reflejan las cifras de 2021.
Con esto, para López Sánchez hay varios puntos que el país debe replantearse, que además del tema agro tienen que ver con las bajas exportaciones per cápita (US$610) frente al promedio de Latinoamérica (US$1.451) y el mundo (US$2.255), al igual que la diversificación de los productos despachados al exterior que siguen siendo los mismos que hace 10 años: combustibles, fruta, café y oro, entre otros. A continuación contamos cinco puntos claves de cara a las decisiones futuras sobre el TLC.
1. Así está administrado el TLC
El Capítulo 20 del TLC estableció la Comisión de Libre Comercio que está integrada por representantes “del nivel ministerial de cada país”, y que tiene a su cargo supervisar el desarrollo del acuerdo, resolver controversias, modificar algunos aspectos y considerar enmiendas del tratado comercial. Por Colombia la Comisión está conformada por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, y por Estados Unidos por el Representante Comercial (United States Trade Representative). Según el texto del TLC todas las decisiones de la Comisión se tomarán por consenso, a menos esta instancia determine algo distinto. También se contempla que esta tenga sesiones ordinarias al menos una vez al año.
2. La diferencia entre revisarlo y renegociarlo
La directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana, María Claudia Lacouture, sostiene que a los acuerdos de libre comercio siempre sin suceptibles de revisión para resolver diferencias entre las partes. Para el caso del TLC de Colombia con Estados Unidos, el texto del acuerdo establece que estas revisiones deben hacerse en la Comisión Administradora del TLC, instancia ante la que se pueden buscar acciones encaminadas a mejorar las cláusulas dinámicas del tratado. Si dentro de esta comisión no se solucionan las diferencias, una renegociación es viable y hay que tener en cuenta en una negociación el principio de reciprocidad. “Abrir esa puerta puede ser muy arriesgado”, advierte Lacouture.
3. ¿Qué aspectos se pueden abordar?
A pesar de los múltiples asuntos que abarca un TLC, entre los factores susceptibles de revisión figuran la reducción de aranceles, el cambio de las reglas de origen, las modificaciones al anexo de contratación pública e incluso se pueden emitir interpretaciones sobre el TLC, entre otros. Lo que no admite cambios son aquellos puntos acordados que establecen tiempos, montos y porcentajes para subir los aranceles. El Capítulo 23 del TLC hace referencia a las enmiendas anotando que las partes pueden convenirlas. “Cuando así se convenga, y se apruebe según los requisitos legales de cada parte, una enmienda constituirá parte integrante del acuerdo, y entrará en vigor en la fecha que se acuerde”, se lee en el texto.
4. El peligro de renegociar y quedar en peor condición
Javier Díaz, presidente de Analdex, expresó su temor por la posible renegociación del TLC con Estados Unidos sin saberse qué es lo que se busca, y el país termine con unas condiciones perjudiciales para el intercambio comercial. El dirigente aseguró que la renegociación adelantada por México quedó en peores condiciones a las establecidas en la negociación original. “Hoy nosotros podemos llegar a Estados Unidos con productos con un contenido nacional del 35%, es decir traer materias primas de China y con la mano de obra, la energía y el transporte cumplimos ese porcentaje. En una eventual renegociación podríamos subir a niveles del 65% o 70% y eso provocaría un cierre del comercio”, explicó.
5. Un proyecto busca marcar la nueva era bilateral
En el Legislativo estadounidense cursa un proyecto denominado Ley para la Alianza Estratégica entre Estados Unidos y Colombia de 2022. Entre otras cosas, plantea establecer una entidad colombo-americana “para apoyar las inversiones en el sector tecnológico de Colombia”. Igualmente, “exige” una estrategia integral por parte de EE. UU. para que fortalezca las cadenas de suministro y los avances en nearshoring, es decir, de relocalización de empresas en Colombia. También aborda apoyo para la formalización laboral y la implementación total del acuerdo de paz en Colombia, así como la prohibición a EE. UU. para que asista al país en la “compra y suministro de herbicidas para programas de erradicación aérea”.