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En el país, el 20% de ellas están en pobreza extrema. Capacitación
y autosostenibilidad, entre las tareas para cerrar las brechas.
La participación de las mujeres rurales en el sector agropecuario, su aporte a la seguridad y soberanía alimentaria y su empoderamiento en los procesos organizativos son fundamentales para el desarrollo de las comunidades. Sin embargo, en Colombia muchas de ellas aún siguen viviendo en condiciones de vulnerabilidad.
Y es que aunque el año pasado la pobreza monetaria no se agudizó tanto en el campo (se ubicó en 42,9%, 4,6 puntos porcentuales menos frente a 2019) como en las ciudades (42,4%, 10,1 puntos porcentuales más), la incidencia de la pobreza rural siguió siendo mayor para las mujeres.
Así lo arrojó el informe anual del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) sobre pobreza monetaria en 2020. Por esta razón, uno de los grandes desafíos que sigue teniendo el país es la reducción de las desigualdades que afectan en particular a las mujeres rurales y avanzar en un mayor apoyo hacia sus proyectos productivos.
Como un reconocimiento a la labor de todas las mujeres que trabajan en el campo, hoy se conmemora el Día Internacional de la Mujer Rural, una fecha que se celebra desde el 2008 y que busca incitar a los gobiernos a trabajar para cerrar las brechas de género en la ruralidad.
Según Ana Cristina Moreno, presidente de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), a la fecha esa entidad ha cofinanciado 122 proyectos productivos en el país, de los cuales se han beneficiado alrededor de 20.000 personas, entre ellas 4.234 mujeres rurales.
Otra estrategia es la de circuitos cortos de comercialización, como los mercados campesinos, que han beneficiado a 6.435 mujeres rurales. “También hemos realizado agroferias en las que han participado 400 mujeres rurales. Y en las ruedas de negocios, otras actividades que realizamos, han participado más de 7.000”, dijo Moreno.
Y añadió que desde la ADR han vinculado al programa Agricultura por Contrato –estrategia para que los campesinos se enlacen directamente con los compradores, eliminando intermediarios– más de 13.000 mujeres rurales.
Sin embargo, según Juliana Cepeda, doctora en agroecología de la Universidad Nacional, al país aún le falta avanzar más.
Cepeda indicó que el escenario del campo sigue siendo bastante inequitativo. “Por ejemplo, en muchos casos en los que trabaja toda la familia, quien recibe, administra y decide en qué se invierte el dinero es el hombre, no la mujer”, dijo.
Ante esto, Moreno reconoció que una de las tareas que continúa pendiente en el territorio nacional es la equidad de género.
“Es necesario que haya cambios sociales y culturales, como la redistribución de la economía del cuidado. El país también tiene que seguir avanzando en acceso a financiación para las mujeres del campo, porque hoy son las que menos acceden a este. Si queremos que ellas sean agroempresarias, tanto el sector público como el privado tiene que unirse para facilitar que más mujeres puedan entrar a líneas de crédito e instrumentos que las ayuden en sus proyectos productivos”, concluyó Moreno