Con una tasa de usura certificada por la Superintendencia Financiera de 54,98 %, el presidente del Banco de Comercio Exterior de Colombia (Bancóldex), Javier Díaz Fajardo, afirma que el costo del microcrédito en Colombia es alto, y sostiene que el desafío del país es rebajar esos porcentajes para impulsar el crecimiento empresarial y el desarrollo.
Díaz, quien asumió el cargo el pasado 4 de febrero, habló de los objetivos que espera cumplir este año la entidad, que en 2018 desembolsó 4,8 billones de pesos en créditos para 121.000 empresarios.
Con apenas semanas al frente del banco, ¿cuál es el rumbo que le va a fijar?
“Estamos hablando del banco de desarrollo empresarial del país que tiene un plan estratégico muy bien hecho y que abarca varias líneas, entre ellas profundizar la relación con el sistema financiero, pues ese es nuestro aliado clave. Por otro lado estamos comprometidos con recuperar el apoyo con el sector exportador. Este es un banco que nació hace casi 30 años con el objetivo de fomentar las exportaciones, pero el sector financiero ya ha ocupado un espacio natural y nosotros queremos volver a tener más de relevancia en ese sector”.
¿Diría que hay un choque entre las líneas que ofrece Bancóldex y las de la banca comercial?
“Hay una percepción falsa de que competimos y eso no es verdad. Lo que necesitamos es actuar paralelamente. Lo que sí necesitamos es hacernos más visibles con los bancos y los clientes finales, pues nos falta comunicar mejor lo que hace Bancóldex y la sinergía que tenemos con el sistema financiero” (ver Informe).
¿Con cuáles herramientas está trabajando para impulsar el desarrollo empresarial?
“Hay unas líneas de crédito que son fundamentales como las que están orientadas a las pequeñas y medianas empresas (pymes), así como a las microfinancieras y por ende al negocio de las microfinanzas. Aquí tenemos un objetivo muy importante y es bajarle el costo al microcrédito. En Bancóldex pensando que esos préstamos le siguen llegando muy costosos al consumidor final, y por eso hemos trazado una meta importante”.
¿Cuál es el objetivo?
“Ese tipo de préstamos le pueden estar llegando al cliente final en un rango muy amplio, dependiendo del sujeto de crédito. Pero, puede estar por encima del 40 % (en 54,98 % está la tasa de usura certificada por la Superintendencia Financiera para el microcrédito) y si hablamos de informalidad hablaríamos de una tasa mayor al 80 %. Dentro de esos rangos, lo que necesitamos es empezar a ver cómo, con el apoyo nuestro, el sector de las microfinancieras hace más eficientes sus propios costos para que al cliente lo le lleguen tasas tan altas”.
Pero, habría que alinear a otros actores...
“Sí, ese no es solo un reto nuestro, es un desafío de país y queremos que a la persona natural no le llegue tan caro el microcrédito. El asunto es espinoso porque pasa por las utilidades de las microfinancieras y nosotros no somos nadie para opinar cuánto se debe ganar una entidad de estas. Lo que nos compete es saber que ese crédito debe llegarle en condiciones más favorables al consumidor financiero”.
¿Dónde estará la clave para reducir esos costos?
“El aliado estratégico es la tecnología, pues tecnológicamente es que los costos se pueden bajar, y todavía hay una manualidad muy importante en el negocio de los microcréditos. En la medida en que se abaraten los costos, eso se le puede trasladar al consumidor final”.