Camilo Herrera, director de la consultora Raddar, apuntó en una reciente columna que la reforma tributaria generará una inflación adicional de entre 3% y 4% debido a los impuestos que se cargarían a los alimentos ultraprocesados y a las bebidas azucaradas.
Como la mayoría de los economistas, el experto observa que 2023 será un año retador para la economía colombiana, teniendo en cuenta que se prevé una desaceleración en el crecimiento de la riqueza y una presión alcista en el costo que pagan los habitantes para satisfacer sus necesidades básicas.
Además, señaló que, inicialmente, se creía que las presiones en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) vendrían por cuenta de los mayores costos en las nóminas y por el “inevitable aumento de precios causado por la inflación de 2022”.
Sin embargo, advirtió que “la reforma tributaria está poniendo un componente inflacionario adicional: el impuesto a los alimentos ultraprocesados y a las bebidas gaseosas azucaradas”.
“Es fácil estar de acuerdo con que los colombianos debemos alimentarnos cada vez mejor y que no es que lo hagamos de la mejor manera (...). Otra cosa es pensar que por subir el precio de unos productos van a reducir su consumo y no van a afectar el gasto de los hogares o la inflación”, apuntó el director de Raddar
“Poner este impuesto —argumentó— no va a reducir su consumo, pero sí va aumentar el IPC, alimentando un problema mayor; en 2022, los hogares lograron mantener su gasto pese a la presión de la inflación de alimentos y en 2023 deberán luchar con el aumento de precios de arriendos, salud, educación y telecomunicaciones, sumado a estos impuestos a productos de consumo, que van a generar más inflación (entre 3% y 4% anual adicional), llevando a que los hogares pierdan capacidad de compra en otras categorías de productos con IVA, afectando el recaudo tributario: subir precios en productos de compra frecuente, afecta el gasto en productos de compra no frecuente. Punto”.
Herrera expuso que este tipo de impuestos no han funcionado en otros países porque “buscan cambiar el comportamiento de las personas desde un aumento de precios y no desde la concientización de un consumo responsable, bajo la premisa que así se redujo el consumo del cigarrillo, que realmente se logró por las limitaciones impuestas y no por sus precios”.
“Unamos esfuerzos para educar al consumidor y no para castigar al comprador, que al final, si nos puede llevar a una recesión del gasto y una crisis en los hogares”, puntualizó.