El cambio en la periodicidad de la tasa de usura tendría “un efecto inocuo”, mientras no termine de transmitirse los recortes de la tasa de intervención del Banco de la República en los intereses que cobran los bancos en préstamos de consumo. Así lo considera el jefe de Estudios Económicos de la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancaria), Luis Alberto Rodríguez.
El 11 de agosto pasado, el presidente Juan Manuel Santos anunció que la tasa de usura se calcularía cada mes a partir del primero de septiembre y no de forma trimestral. Esta consiste en el límite máximo legal al que pueden prestar las entidades vigiladas por la Superintendencia Financiera.
Esa nueva metodología tendría como primer efecto una reducción en 0,73 % de la tasa de usura, hasta ubicarse en 32,24 %, pues ahora está en 32,97 %, según el Gobierno. El alivio sería de 71.000 pesos para alguien que deba 10 millones de pesos, de acuerdo con cálculos del ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.
Sin embargo, agrega el directivo de Asobancaria que esa búsqueda de dinamizar el gasto privado solo se concretaría cuando se supere “el escenario actual de riesgos y se acoten las posibilidades de mayores deterioros en los indicadores de calidad de la cartera de crédito de consumo”.
En tanto que el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, explicó el viernes pasado que la tasa de usura es 1,5 veces la tasa del mercado de consumo, y que esta última ha bajado muy poco: “De modo, que el impacto será moderado. No implica grandes cambios, pero bienvenido cualquiera a la baja, en este momento”.
Limitantes para el usuario
Por otro lado, la medida limitaría el acceso a crédito de ciertos nichos, coinciden varios expertos (ver opinión).
Así, al intentar controlar la tasa de interés del segmento de consumo y de los créditos con una tasa de usura muy baja, se “termina desestimulando a los bancos para otorgar financiación a pequeños empresarios y a consumidores de ingresos bajos o inestables, que son necesariamente más riesgoso”, dijo a medios capitalinos el director de Fedesarrollo, Leonardo Villar.
(Ver nota anexa abajo)
No obstante, la Asociación Nacional de Empresarios (Andi) y Fenalco, gremio de los comerciantes, ya habían insistido en el cambio de fórmula.
“La tasa de usura puede contribuir a una mayor demanda industrial, pues incide en los colombianos de clase media o de menos recursos que tienen que endeudarse para poder consumir”, indicó el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, quien sugirió en una ocasión que la certificación de la tasa de usura se hiciera cada semana.
Por su parte, el analista de Alianza Valores Camilo Thomas dijo que si la entidad financiera le apunta de forma agresiva a un perfil de crédito, es difícil que le vaya a prestar a una tasa de usura, “siempre lo hace por debajo. Puede que el Emisor baje mucho la tasa, pero si ya la tiene abajo, no se va a mover”.
Gastos operacionales
Rodríguez y Thomas coinciden en que el cambio en la tasa de usura no representará mayores costos operativos para las entidades financieras. “Porque es un tema de sistemas, no hay muchas operaciones manuales”, indicó Thomas.
Pero, el presidente de Financiera Juriscoop, Luis Alfonso Vera, le dijo a La República que la nueva metodología se convertirá en una carga para las entidades, en términos operativos y tecnológicos, y señaló también que crea menos incentivos para que la banca incursione en nichos distintos.
Aún así, solo a partir del primero de septiembre se sabrá a ciencia cierta el efecto de la medida en el sector financiero, que llega cuando se acaba el margen de maniobra para que la Junta Directiva del Banco de la República pueda hacer más ajustes a su tasa de interés, que está en 5,50 %