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Vacantes que no se llenan: en 10 años no habrá quien siembre comida en Antioquia

En la ciudad y el departamento hay vacantes que los jóvenes rechazan en los sectores de servicios y agricultura.

  • La agricultura, uno de los sectores más golpeados por la problemática. FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
    La agricultura, uno de los sectores más golpeados por la problemática. FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
Los trabajos que nadie quiere hacer en Medellín
22 de mayo de 2022
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En cada uno de los principales portales de empleo de Colombia se cuentan más de un centenar de ofertas para mesero o recepcionista. Esto, sin contar las vacantes que no circulan allí pero están a la espera de un dueño. La situación es compleja y pasan hasta meses sin recibir postulaciones.

“Debemos tener unas 600 vacantes, pero la rotación es alta y mañana pueden ser 700, porque la gente está dejando el puesto tirado y no tiene ese sentido de pertenencia, necesitamos personas en servicios y cocina, donde está la falencia más alta”, cuenta Juan Carlos Jaramillo, director de Tour Gastronómico, sobre la situación que viven los restaurantes en Medellín.

En el otro lado, Lorena Rincón, una joven de 30 años que ha trabajado en restaurantes, hoteles, comercios informales, y quien hoy tiene un emprendimiento de venta de productos para mascotas a través de Instagram, da pistas de qué puede estar pasando.

“Sentía que el trabajo no me daba tiempo para nada más, llegué a estar hasta 16 o 18 horas trabajando sin parar con turnos de siete días. El pago era básico, más o menos un poco más de un millón, y la propina, que es con lo que uno medio hacía caja, a veces no era buena. Entonces, es un trabajo que sinceramente pensaría dos veces en volver a aceptar”, dice sobre sus días laborando como mesera.

El problema está golpeando a la cadena de servicios y los hoteles tampoco son ajenos. “Estamos intentando recuperar el 100% de los puestos de trabajo que teníamos antes de la pandemia, pero apenas llegamos al 80%. Conseguir el 20% restante ha sido muy complejo, entonces exploramos opciones”, comenta Juan Carlos Tirado, presidente de la junta directiva de Cotelco, gremio del sector hotelero, en Antioquia.

Tirado admite que el ritmo de trabajo en los hoteles, con fines de semana y festivos en ocasiones, puede ser tedioso para algunos, aunque considera que el detonante para que los jóvenes no estén interesados en las vacantes ofrecidas llegó durante la pandemia.

“La juventud encontró que en la virtualidad hay posibilidades de hacer negocios. Lo hacen a medio tiempo y puede ser a través de ventas por catálogo”, dice. Sin duda, esto ha golpeado a los establecimientos de alojamiento con déficit de personal en recepción, alimentación y bebidas y servicios generales.

Sin quien siembre

Quizá, el caso más grave por esta problemática está en el campo. No es secreto el éxodo de los últimos años hacia las zonas urbanas y tampoco lo es la preocupación sobre el futuro de la agroindustria.

La incertidumbre es mayor cuando se le ponen cifras. “La edad promedio de los agricultores es de 57 años. Es decir, en 10 años no tendremos quien siembre comida en Antioquia. Los jóvenes no encuentran en el campo un lugar para desarrollar su proyecto de vida. Los campos de Colombia se están quedando vacíos”, menciona Rodolfo Correa, secretario de Agricultura de Antioquia.

Es que no hay sector en el campo que se salve. “Todos los rubros productivos se están viendo afectados. De hecho hasta el café acaba de presentar una disminución de un 14% en la fase de cosecha debido, entre otras, a la disminución de la mano de obra”, comenta el secretario.

Así las cosas, Correa sintetiza que el país se está quedando sin relevo generacional porque no hay condiciones para tener una vida digna en el campo. “No hay tecnología y sin esta no hay ni productividad, ni competitividad. La producción es artesanal y esto hace que trabajar en el campo no sea rentable. Para colmo de males, el país no tiene un sistema de comercialización que garantice equidad, pues el 70% de la utilidad se queda en manos de los intermediarios que, en la mayoría de casos, no agregan valor (...)”.

Más allá de restaurantes, hoteles, el campo colombiano y un puñado de sectores más, las cifras de empleo en jóvenes –de 15 a 28 años– no acompañan a Colombia. En el primer trimestre de este año la tasa de desempleo para esa población fue del 21,3%, la más alta desde el trimestre móvil julio - septiembre de 2021, cuando había estado en 21,4%.

Poniendo la lupa en el Valle de Aburrá, el Dane precisa que de 3,28 millones de personas en edad de trabajar, 928.000 son jóvenes. En este último grupo 467.000 cuentan con un empleo, 118.000 no tienen uno pero están buscando (desocupados) y 342.000 están fuera de la fuerza laboral, lo que quiere decir que no trabajan porque no lo necesitan, no pueden o no quieren.

Buscando alternativas

Jorge Coronel, docente e investigador económico, recuerda que el desempleo juvenil es, junto a la informalidad, uno de los mayores dolores de cabeza del país. Sobre las vacantes sin llenar advierte que aún no hay estudios serios al respecto, sino que todo lo que se sabe es superficial.

Eso sí, Coronel deja claro que hay algunos casos en que los puestos no se ocupan, no por desinterés de los jóvenes, sino por la falta de habilidades que demandan las empresas. Es el caso de los puestos en compañías de software y tecnología de la información (TI), para los que hay buenos pagos y estabilidad, pero no se consiguen las personas. “Estamos ante un problema estructural”, dice.

En esa línea, adhiere, la solución debe girar en torno a la articulación público privada; encontrar el origen del desinterés o la falta de formación y así atacar la raíz del problema.

Coincide allí Jaramillo, de Tour Gastronómico, quien ejemplifica que desde su sector y varios más se han adelantado mesas de trabajo con Gobernación y Alcaldía evaluando qué medida de choque adelantar en conjunto para que baje el desempleo y se llenen las vacantes en los sectores que lo necesitan.

Por su lado, el secretario Correa valora un conjunto de estrategias para el campo entre las que está una alianza con la FAO y el Sistema de Abastecimiento Agroalimentario (Saba) que articula a los productores creando un modelo de comercio justo para el agricultor al activar centros de acopio subregional y agrupando los productos bajo una marca de origen llamada MilAgro.

A su turno, Tirado piensa que las empresas deben abrirse al “salario emocional”, es decir, a los incentivos no económicos para los trabajadores, como apoyo para la formación, horario flexible o trabajo en alternancia.

Lo cierto es que la tarea en Colombia y Latinoamérica ya no solo se reduce a darle trabajo a los jóvenes, sino también a evaluar las condiciones ofrecidas alrededor de esas vacantes.

Para algunos, las medidas de fondo podrían llegar solo a través de una reforma laboral en la que se exploren alternativas flexibles como la contratación por horas, que aunque ha tenido éxito en países como Estados Unidos, en Colombia genera dudas.

Tras la pandemia el debate se agudizó y habrá que ver si el crecimiento económico podrá ir de la mano con un desempleo más modesto, pues hoy la tasa de desocupación llega a 12,1% en todo el país

Infográfico
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