Colombia genera 12 millones de toneladas de basura al año, según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. Una cifra grande si se tiene en cuenta que todos los problemas relacionados con el cambio climático como la contaminación, la pérdida de la biodiversidad y el aumento de las temperaturas podrían menguar e incluso disiparse si en sociedad se toman medidas sencillas como reciclar.
La palabra “reciclar” necesita ampliarse para que no solo incluya al vidrio, al papel y a algunos metales, sino a todos los residuos que necesitan ser separados desde la fuente. Por ejemplo, a los orgánicos.
¿Cómo? Estos, como lo explica el Consorcio Provincial de Residuos Sólidos Urbanos de España, son aquellos restos de comida y de vegetales que aparecen día a día en el hogar y que se caracterizan por ser biodegradables, estar compuestos naturalmente y tener la propiedad de desintegrarse o degradarse rápidamente, transformándose en otras materias orgánicas a través de un proceso de compostaje.
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Devolverle a la tierra lo que da
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el compostaje es un proceso biológico. La naturaleza composta por naturaleza y lo ha hecho desde siempre ya que es su forma de mantener equilibrados los ciclos vitales entre el suelo y las plantas por medio de una cadena de nutrientes.
Por eso, hoy llamamos compostar de forma casera al hecho de “imitar, a pequeña escala, ese proceso biológico, dándole a los residuos orgánicos las condiciones para que se descompongan de manera aeróbica, en presencia de oxígeno, gracias a la intervención de bacterias, hongos y pequeños insectos, y que arroja como resultado un abono natural que sirve de alimento para los suelos y para las plantas”, comenta María Camila Posada, creadora de Vivaracha compost.
Implementando esta práctica en la cotidianidad lo que se hace es reintegrarse a los ciclos vitales de la naturaleza, reciclando los residuos frescos (todo resto de frutas, verduras, plantas, cáscara de huevo, borra de café y restos de infusiones) que son los que generan lixiviados; y lo residuos secos (aserrín, turba de coco, hojas secas, restos de poda, ceniza, servilletas sin engrasar, papel y cartón, las bolsas de papel de los domicilios), que son los que absorben lixiviados.
Lía Alviar, coordinadora del grupo de investigación de la Universidad de Antioquia, Aliados con el planeta, dice que la basura de cada hogar está compuesta en un 60 % por residuos orgánicos, y al compostar se estaría evitando que ese 60 % llegue a los rellenos sanitarios, lo cual sería ideal para el planeta por distintas razones.
Primero, no se necesitarían tantos carros para transportar los residuos hasta los rellenos, así que disminuiría el uso de combustibles fósiles y, por ende, no generarían CO2. Segundo, el mal procesamiento de los residuos no produciría gas metano. Tercero, cuando se tienen plantas hay que comprar fertilizantes constantemente por la falta de nutrientes en la tierra y esos fertilizantes, que usualmente son de síntesis química, también generan gases de efecto invernadero en la atmósfera porque muchos de ellos contienen nitrógeno.
Entonces compostar casi que podría considerarse un acto de agradecimiento con la tierra y de responsabilidad planetaria, y ser el común denominador en familias y empresas. “Cada institución, cada barrio, cada condominio tendría que poner dentro de sus prioridades, así como pagan jardineros, todo eso, pues, tener personal cumpliendo esa función”, añade Lía.
¿Cómo es el proceso?
Lo primero que propone María Camila al iniciar un proceso de compostaje es resignificar el lenguaje. Invito mucho a que este tipo de residuos dejen de llamarse basura, porque no lo son. Son recursos que están siendo desaprovechados. También hay que perderle la repulsión a trabajar con residuos orgánicos, cuando al fin y al cabo son el empaque natural de nuestros alimentos, que no consumimos por cuestiones culturales, pero que sigue siendo parte de ese alimento y que sigue teniendo nutrientes”.
Además, hay que ser conscientes de que el mayor trabajo lo hace la naturaleza, solo hay que propiciar el ambiente adecuado; comprender que en el proceso van a haber microorganismos y tener la disposición adecuada para aprender y para afinar los sentidos porque como huele, como se ve y como se siente al tacto dice cómo va el proceso.
Si quiere sumarse al club de fans del planeta tierra y empezar a compostar en su casa, aliste las herramientas adecuadas y tome nota a las indicaciones de María Camila, quien desde 2017 con su emprendimiento Vivaracha compost acompaña a las personas que quieren devolverle vida a la tierra.
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