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¿Van a convertir la Plaza Botero en un nuevo Provenza?

Los empresarios que convirtieron a Provenza en el epicentro del turismo y la fiesta en Medellín están llegando de a poco con sus bares y restaurantes a este sector del centro. ¿Qué retos tienen?

  • Tasca, ubicado en la Callecita en Botero, en el antiguo edificio de Avianca, es uno de los nuevos restaurantes que quiere cambiarle la cara al sector de la Plaza de Botero y potenciar su valor para turistas y locales. FOTO jaime pérez
    Tasca, ubicado en la Callecita en Botero, en el antiguo edificio de Avianca, es uno de los nuevos restaurantes que quiere cambiarle la cara al sector de la Plaza de Botero y potenciar su valor para turistas y locales. FOTO jaime pérez
  • ¿Van a convertir la Plaza Botero en un nuevo Provenza?
  • Juanita Cobollo es una de las líderes de Provenza y ya llegó a Botero con tres restaurantes exquisitos. FOTO jaime pérez
    Juanita Cobollo es una de las líderes de Provenza y ya llegó a Botero con tres restaurantes exquisitos. FOTO
    jaime pérez
¿Van a convertir la Plaza Botero en un nuevo Provenza?
24 de febrero de 2024
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Entre los restauranteros y empresarios del entretenimiento de Medellín hay desde hace rato un rumor que cada vez parece estar más cerca de convertirse en realidad y es que la Plaza Botero y los locales comerciales que la rodean son la próxima mina de oro del turismo.

Pero no porque el turismo en ese lugar sea nuevo sino porque los empresarios que convirtieron a Provenza en una de las calles “más cool” del mundo están dispuestos a invertir en él. Y no solo están dispuestos sino que ya empezaron. Otra muestra de que las obras del artista antioqueño se han valorizado bien después de su muerte.

El que es tal vez el lugar más icónico de la famosa cuadra de El Poblado se llama El Social, una tienda de esquina común y corriente donde ponían salsa, vendían aguardiente y un chicharrón sabroso. La transformación de esa tienda, que ahora tiene el tamaño de una cuadra, cuatro sedes en diferentes puntos de la ciudad, carta de almuerzos y de cocteles, es una buena muestra de los cambios que ha tenido (¿sufrido?) Medellín en los últimos años a raíz del crecimiento exponencial del turismo.

Pues bien, entre mediados y finales del próximo mes se abrirán las puertas de “El Social Maestro”, la nueva sede de la tienda en el primer piso del Museo de Antioquia. Un local amplio, esquinero, con vista privilegiada de las esculturas, donde habrá lugar para unas 150 personas y se venderán desayunos, almuerzos y cualquier cantidad de tragos y cocteles. “La idea es que cuando la gente quiera salir con los amigos no piense solamente en Laureles y en El Poblado o Envigado sino también en el centro”, dice Samuel Restrepo, uno de los socios y fundadores de El Social.

A Restrepo fue a quien se le ocurrió la idea de montar allí el local. Dice que al principio sus socios (12 amigos con los que estudió en el colegio San Ignacio) no le hicieron buena cara, pero que una vez vieron el local se convencieron de que la plaza de Botero era “un diamante que está sucio”. En principio alquilaron el local por cinco años, pero la idea, dice es quedarse ahí por mucho más tiempo. De ahí que no hayan escatimado en la remodelación del local, en el que dicen que aunque mantendrá la esencia de sus otras sedes, crearán un ambiente acorde al ambiente de un museo. “Por supuesto pondremos salsa, que es lo que nos caracteriza, pero la idea es que la gente venga a escuchar jazz, o son cubano u otros ritmos más bohemios”, dice Samuel.

Y es que dicen que están inspirados en el Café Tortoni, fundado hace casi dos siglos en Buenos Aires, Argentina, y ubicado en la Avenida de Mayo, la principal de la ciudad. En ese café muchas veces se sentaron, entre otros, Borges y Gardel, y de ahí la fama que lo convirtió es un sitio turístico de esos que suelen aborrecer los intelectuales.

Aunque falta un mes para la inauguración, El Social Maestro ya tiene 6.000 seguidores en su cuenta de Instagram y ha creado una campaña de expectativa al rededor de una frase icónica del maestro Botero: “Que mi alma vaya a la tienda donde vendan aguardiente”.

Pero no solo los clientes están esperando que la tienda abra sus puertas sino el resto de los comerciantes de El Poblado que quieren irse detrás. Y es que a pesar de que invertir en una zona donde los problemas de inseguridad, informalidad, habitantes de calle y explotación sexual no han dejado de crecer en años parece bastante arriesgado, ir detrás de El Social es tener algún seguro.

Además, no es solo El Social. Juanita Cobollo, la directora de la Corporación Provenza desde hace nueve años y la líder de los comerciantes de ese sector, ya montó una sucursal de Tasca, su restaurante de cocina española, en el antiguo edificio del Correo de Avianca, entre la iglesia de la Veracruz y el Museo de Antioquia, con los mismos platos y los mismos precios de El Poblado. Se fue con sus socios y amigos que también montaron Taco, un restaurante mexicano y Bambam, de hamburguesa. Los tres comparten el mismo local, un pasillo de unos 120 metros cuadrados que atraviesa de un lado a otro el primer piso del edificio. Al pasillo le pusieron el nombre de “La callecita en Botero”.

Cobollo cuenta que hace que un par de años, atrás, la administración de Daniel Quintero la había invitado a liderar una iniciativa para darle una nueva cara al sector a punta de comercios. El proyecto consistía en poner unos carros aumbulantes de comida, unos “food trucks” en la zona. Sin embargo, al final nada se concretó porque los costos eran muy altos para los comerciantes.

Pero la idea le quedó dando vueltas y se llevó sus restaurantes para el centro, y ahora está convencida de que así como lo hizo en Provenza también puede liderar una transformación en los alrededores de la Plaza Botero.

“¿Vos te imaginás uno aquí sentado con esta vista, con este clima, con esta comida escuchando a un tipo tocando el saxofón así como en la Plaza España en Madrid, o como en Londres o en Italia?”, dice Cobollo sentada en una de las sillas que puso afuera del local y por las que le paga a espacio público. Toda una rareza en una zona donde el espacio público está casi siempre fuera de cualquier control.

¿Van a convertir la Plaza Botero en un nuevo Provenza?

“Yo le pedía a los de espacio público que vinieran a medirme las mesas que tengo aquí afuera para que me cobraran y a los de aquí al lado los hice guardar lo que tenían afuera hasta que no hicieran lo mismo. Es que si yo estoy usando un espacio que es público lo lógico es que pague por él. Así fue que logramos organizar Provenza antes de la peatonalización. A los restaurantes míos llegaba la gente de espacio público a pararme los clientes de las mesas y yo les decía, venga, cóbreme, hasta que Fico en su primera Alcaldía nos escuchó”.

Sobre los problemas sociales del sector, Cobollo dice que trabajando con la Alcaldía se puede mejorar, además cree que puede conseguir que, como en Provenza, los comerciantes se unan para pagar una seguridad privada. “$60 millones pagamos nosotros allá de seguridad y aunque ha sido muy difícil nos va muy bien. Cuando de pronto uno ve que llega alguien con una prostituta decimos que nos reservamos el derecho de admisión o también a veces los aburrimos. Nos piden una Cocacola y les traemos un tinto y así hasta que se vayan”. Esa idea de la seguridad privada también les suena a los de El Social, que además tendrán la seguridad del Museo.

Juanita Cobollo es una de las líderes de Provenza y ya llegó a Botero con tres restaurantes exquisitos.<span class=mln_uppercase_mln> </span><span class=mln_uppercase_mln>FOTO</span> <br /><b><span class=mln_uppercase_mln>jaime pérez</span></b>
Juanita Cobollo es una de las líderes de Provenza y ya llegó a Botero con tres restaurantes exquisitos. FOTO
jaime pérez

Cobollo también cree que es buen momento para invertir en Plaza Botero, pues los atributos son tantos o más como los riesgos y los problemas que tiene el sector hoy: “Vos vas a otros países y en las plazas hay una o dos esculturas, mientras que aquí tenemos más de 20 (la cifra exacta es 23). Estamos al lado de una estación del Metro, Estos edificios son preciosos, son casi todos históricos y patrimoniales”, asegura. Eso sumado a que los precios de los arriendos pueden valer un tercio o la mitad de lo que cuestan en otras zonas turísticas de la ciudad.

Cobollo, como Restrepo, también tiene una lista de amigos y colegas haciendo fila para desembarcar en el centro, pero, ¿qué tanto pueden los nuevos bares y restaurantes aportar para solucionar los problemas sociales del sector?, ¿cómo hacer para que no pase lo mismo que sucede a las afueras de Provenza donde por fuera de la vigilancia privada hay decenas de prostitutas, expendios de drogas y niños y mujeres?

Para Jorge Melguizo, que fue el primer gerente del Centro que tuvo Medellín y es una de las personas que mejor conoce las dinámicas de La Candelaria, la pregunta clave es: ¿Cómo es el centro que se imagina el Alcalde Federico Gutiérrez y su equipo y para quién es ese centro?

Infográfico

¿Un corredor burbuja?

Melguizo celebra que lleguen nuevas personas a invertir en la zona, pues según él lo peor que le puede pasar a una ciudad es que las personas dejen de ir al centro. Sin embargo, cree que este debe pensarse para el goce de los propios habitantes de la ciudad antes que para los turistas. “Bienvenida toda la inversión al centro, pero si es para convertir los alrededores en lo que se convirtió el Parque Lleras me parece una idea terrible”, dice Melguizo.

Para él, si no hay un trabajo integral y de largo plazo entre el sector público y el privado los problemas no se van a acabar ni tan siquiera a mejorar sino que simplemente se van a trasladar para otro lado, como ocurre por ejemplo con la calle del Bronx, en el sector de Cúcuta y la Paz, donde la Policía va cada tanto a levantar cambuches a recoger basura y a decomisar algunos gramos de droga pero tan pronto como se dan la vuelta y salen del barrio todo vuelve a la normalidad, o para no ir muy lejos, que pase lo que pasó el año pasado cuando el exalcalde Daniel Quintero mandó a cerrar con vallas y policías la Plaza de Botero y el resultado fue que los delitos y las bandas se fortalecieron en los alrededores de la plaza. Además, a Melguizo no le suena tan bien la idea de una plaza limpia y silenciosa donde hay un hombre barbado tocando un saxofón. “Las ventas informales hacen parte de nuestra cultura, nosotros no somos estocolmo ni tenemos la asepcia de los países europeos. En los países latinoamericanos somos más del mercado popular, que además hace parte del paisaje”, asegura.

Muy por la línea de la apreciación de Melguizo está Ómar Durán, profesor de la Universidad de Antioquia y doctor en planeación urbana y regional. Durán cree que con la llegada de una nueva ola de comercios de lujo como los que ya están llegando, lo más probable es que se cree una especie de corredor burbuja donde el espacio es seguro, limpio y organizado, pero donde los demás problemas siguen intactos a unos metros de distancia. Es como el efecto de las vallas que Federico Gutiérrez mandó a quitar en su primer día de gobierno, solo que invisibles.

Para Urán el reto es aprovechar esa inversión para trabajar en las soluciones de fondo para la inseguridad, los habitantes de calle y la explotación sexual, pero además para ampliar el rango de esa transformación a otras calles y sectores cercanos como la Plazuela del Hotel Nutibara, que ha hecho un esfuerzo en el último tiempo por resurgir de la mano de restaurantes y cafeterías gourmet.

Que no sea solo fachada

En estos dos primeros meses de gobierno, el alcalde Federico Gutiérrez ha mostrado interés en lo que él ha llamado “recuperar el centro”. No es gratis que justamente su primera acción de gobierno haya sido tumbar las vallas de la Plaza de Botero y que haya escogido ese como el lugar para su posesión. Gutiérrez se ha comprometido a buscar soluciones de fondo a los problemas de la ciudad. “Ya nos hemos enfocado en la fachada, pero es hora de resolver los problemas que suceden adentro de la casa”, ha dicho varias veces.

No es un secreto que su relación con el sector privado es buena y mucho mejor de la que había con la pasada administración. Con ellos tendrá el reto de que la Plaza de Botero, y el centro en general. cambien desde adentro y no sea solo una pintada de fachada.

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