Un fuerte estruendo sobresaltó a los vecinos del barrio San Lucas, en El Poblado, hacia las 7:00 de la noche del pasado lunes, luego de que un carro rompiera un muro de ladrillo de un parqueadero y cayera de una altura de tres pisos, quedara con su parabrisas destruido y diera varias vueltas hasta quedar a escasos metros de la piscina.
Es el noveno accidente de vehículos en parqueaderos de Medellín en los últimos tres años, un extraño ‘fenómeno’ que según los expertos tiene que ver con incumplimientos de las edificaciones a las normas de sismoresistencia y deficiencias en los materiales de construcción.
En el caso del lunes, la única víctima fue el conductor, un hombre de 82 años, que tuvo que ser rescatado por los bomberos de Medellín y un equipo de paramédicos que llegaron al sitio para sacarlos de entre las latas retorcidas.
De acuerdo con testigos del hecho y los primeros reportes de las autoridades, el adulto mayor habría sufrido un ataque cardiaco segundos antes del siniestro, perdiendo el control del vehículo mientras lo estacionaba.
La víctima, que fue reanimada en el sitio y trasladada de emergencia a un hospital, fue internada en una unidad de cuidados intensivos y su pronóstico era reservado hasta el cierre de esta edición.
A pesar de que en este caso puntual, las primeras pesquisas apuntan a que el siniestro habría sido causado por el ataque al corazón, la reiteración de estos casos en la ciudad abre el debate sobre las causas de fondo. Y es que tan solo el pasado lunes 24 de abril, otro vehículo cayó también de un tercer piso luego de romper un muro de un parqueadero en El Poblado. En este último caso no hubo muertes. Sin embargo, desde 2020 tres personas murieron en incidentes similares.
Al margen de los factores que pueden desencadenar la pérdida del control de un vehículo, Mario Santiago Hernández Arango, coordinador de la Especialización de Vías y Transporte de la Universidad de Medellín, advierte que una de las razones de fondo tras esos accidentes aparece cuando se revisa el cumplimiento de los edificios a las normas de sismoresistencia, cosa que en muchos casos no se da.
Dicha norma, explica, exige que los cerramientos de los parqueaderos deben ser levantados de tal forma que impidan que los vehículos que eventualmente los impacten terminen rompiéndolos con facilidad.
Pese a que en los últimos seis años los controles de las autoridades se han extremado sobre las nuevas construcciones, Hernández alerta que muchos proyectos construidos antes de ese rango pudieron ser levantados sin el cumplimiento de esos estándares.
“Es recomendable que la copropiedad revise con un profesional que efectivamente sus elementos de cerramiento en los parqueaderos sí tengan las condiciones técnicas adecuadas que se exigen para evitar este tipo de accidentes y, de no ser así, tomar las acciones pertinentes,”, dice el experto.
Más allá del cumplimiento de esa norma, el ingeniero civil Johel Moreno Sánchez, expresidente de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos (SAI), plantea que la ocurrencia de esos accidentes deben invitar a la ingeniería a aplicar estándares de seguridad más estrictos.
Con base en las fotos que captaron el sitio del choque, Moreno dice que el muro que atravesó el vehículo no tenía el reforzamiento suficiente para contener la energía del impacto. “No basta hacer cerramientos con materiales que solo limiten el espacio, que es lo que ve uno en parqueaderos, sino que se construyan elementos estructurales que eviten que la fuerza y el impulso de un vehículo los sobrepase”, dice, añadiendo que en la construcción de estos espacios las estructuras de contención no pueden reducirse exclusivamente a los topellantas, que tienden a ser sobrepasados con facilidad.
El epidemiólogo Edwin Alberto Salazar Henao, experto en seguridad vial e investigador de la Facultad Nacional de Salud Pública, señala por su parte que muchos de los incidentes de esta naturaleza también pueden obedecer a impericia de los conductores, falta de experiencia o incluso factores psicológicos, que se desencadenan cuando quien conduce atraviesa por un severo estado de angustia, ira o tristeza y ve afectada su capacidad de reacción. Mientras en los primeros dos casos, Salazar advierte que la recomendación es conducir con precaución, en el último es no hacerlo hasta no regresar a un estado de ánimo tranquilo. El experto señala que el buen estado de los vehículos también es clave, por lo que deben hacerse revisiones y mantenimientos frecuentes.
