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Así es como el reguetón ha ido convirtiendo a Medellín en capital de carros exóticos

Por las vías de la ciudad circulan lento carros de alta gama que alcanzan los 300 km/h. Se consiguen desde 350.000 dólares.

  • Lleras Bike es uno de los concesionarios más reconocidos en la importación de autos de lujo a la ciudad. Ha traído los carros de varios artistas y futbolistas al país. Está a cargo de la importación del Bugatti Chiron. FOTO Carlos Velásquez
    Lleras Bike es uno de los concesionarios más reconocidos en la importación de autos de lujo a la ciudad. Ha traído los carros de varios artistas y futbolistas al país. Está a cargo de la importación del Bugatti Chiron. FOTO Carlos Velásquez
23 de abril de 2023
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Han pasado 124 años desde que Coriolano Amador trajo de Francia el primer carro a Colombia y a Medellín. Era rojo y tenía una velocidad máxima de 25 kilómetros por hora. Dicen los cronistas de la época que el carro llegó un domingo al mediodía y que cuando pasó por el frente de la iglesia de La Candelaria la gente corrió, los caballos se desbocaron y el cura echó bendiciones.

Amador era un hombre millonario y excéntrico: hay en internet una entrevista de uno de sus tataranietos diciendo que sus fiestas duraban semanas enteras, que el agua de la fuente de la finca la cambiaban por champaña, que usaba la gasolina del carro como perfume.

Si Amador hubiera tenido una cuenta de Instagram, seguramente sería parecida a la de Kevin Thobias, el norteamericano de 29 años que cualquier día de mayo va a llegar a Medellín con un Bugatti Chiron, un carro que puede alcanzar los 400 kilómetros por hora —un avión de pasajeros de Avianca despega en promedio a 270—, llegar a los 100 kilómetros por hora en menos de tres segundos y hacer que la gente corra, los caballos se desboquen, los curas echen bendiciones y los periodistas escriban crónicas.

No se sabe cuánto pagó Amador por el carro francés que se le varaba cada dos cuadras en las calles empedradas de la Medellín de finales del siglo XIX, pero Thobias pagó por el suyo 3,3 millones de dólares y, según cuentan, dos cuadras después de sacarlo del concesionario en Miami tuvo que bajarse y empujarlo de regreso porque alguna cosa le falló. Dicen también los cronistas de la época que cuando Amador trajo el carro a Medellín los motores no se habían terminado de inventar y que cada tanto explotaba y hacía estruendos, como un Bugatti.

De llegar a Medellín, el carro, que lleva dos semanas parqueado en un contenedor en Miami esperando tener todos los permisos de importación en regla, sería la joya de la colección de autos de lujo que desde hace un par de años se está armando en la ciudad. Basta con darse una vuelta cualquier martes o jueves por la estación de gasolina de Industriales para ver “totes” de todos los colores que tarde en la noche salen a “trepar” Palmas, o seguir cualquiera de las decenas de páginas de Instagram dedicadas a cazar “fierros” en la calle.

El año pasado, en Medellín se vendieron 348 Mercedes Benz, 280 BMW, 53 Audis, 14 Land Rovers, 13 Porsches. Quienes se mueven en el mundo automotor de la ciudad dicen que hay más o menos 15 Ferraris, casi todos de los reguetoneros paisas, que se la pasan guardados en garajes grandísimos porque sus dueños viven por fuera del país y cuando están casi no salen a la calle en ellos. Pero de vez en cuando en Instagram, en las trepadas a Palmas, en las rodadas por el Oriente o en un taco en la 80 se aparece algún “exótico” como el Ferrari SF 90 Stradale, de 400.000 dólares; el Porsche GT2 RS, el más potente que ha llegado a Colombia, que cuesta medio millón de verdes; un McLaren 720 capaz de alcanzar los 100 kilómetros por hora en 2,9 segundos; o un Toyota Supra como el de Paul Walker en la primera película de Rápidos y Furiosos.

La cuenta de los más consentidos, de los hypercars (así le dicen en la industria a los modelos que no tienen competencia) de la colección también es difícil de llevar porque muchos de los carros llegan como importaciones temporales y solo están en el país algunos meses. Así es como va a llegar, por ejemplo, el Bugatti: con un permiso de tres meses que se puede extender mientras su dueño esté legalmente en el país, sin pagar un peso de impuestos. Aunque el Bugatti no es de ningún reguetonero, su llegada al país sí es gracias a uno de ellos. Blessd, el Bendito, el discípulo de Maluma, la última gran revelación del perreo antioqueño fue el que trajo a Thobias al país hace ya casi tres años cuando compró un carro de más de $400 millones con una tarjeta de crédito.

***

Importar carros de cientos de miles de dólares no es sencillo: se necesitan contactos en el país de origen del carro, en la aduana, en los puertos, en la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (sí, el primer paso para importar un carro es sacarle una licencia ambiental). Se necesita un experto de confianza, en Medellín hay varios, pero uno de los más cotizados y experimentados se llama Juan Camilo Correa que tiene una oficina más grande que el primer concesionario de motos que montó hace 22 años: Lleras Bike.

En la oficina de Camilo suenan las canciones de sus clientes todo el día. Tiene una mesa larga y negra en forma de L, detrás de él hay botellas de trago, copas, una nevera llena de cocacolas y agua, el cuadro de un torero, un par de libros de centro de mesa: “A man & his car”, una revista con un Rólex en la portada, un par de cafeteras, un Bugatti Chiron azul con negro de Lego que armó su hijo mayor hace dos años, cuando no sabía que su papá iba a ser el encargado de traer el segundo carro más esperado en la historia de Medellín desde el de Amador el 17 de octubre de 1899, el mismo día en que comenzó la Guerra de los Mil Días.

Correa abrió Lleras Bike porque era un aficionado al motociclismo que no encontraba donde comprar motos rápidas y accesorios en Colombia. Empezó trayendo tres motos de Estados Unidos y a la media hora ya había vendido la primera. Luego, un amigo le pidió que le trajera un carro, y rápido se dio cuenta de que el negocio de los autos era más rentable. Ahora, desde el ventanal de su oficina se ve todo el garaje de Toyotas, Mercedes y BMW apeñuscados. Él es el arquitecto del mítico garaje de J Balvin, el que le trae los carros a Blessd y a Ryan Castro, el que le ayudó a Maluma a comprar su primer Ferrari, el que revende las Mercedes cuadradas, las G Wagon que se volvieron tan populares en las letras de reguetón como la palabra “mami”.

Pero no todos los carros exóticos de Medellín son de los reguetoneros o sus amigos.

— “Este negocio cambió mucho. Inicialmente cuando vos veías un carro de lujo decían que era de un mafioso. Entonces los ricos de verdad de Medellín, los empresarios, andaban en un Toyota blindadito. Hoy en día, los que se dan el lujo de tener estos carros son los empresarios porque los mafiosos andan en un twinguito escondidos para que no los vean. Los carros chimbas de Medellín son todos de empresarios”.

— “¿Y haces alguna investigación de los clientes o de la plata de los clientes?”

— “No, no me interesa. ¿Si al Éxito va la mujer de un cabecilla y compra un mercado de cien millones de pesos, le piden papeles? No”.

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