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En las paredes del barrio Pablo Escobar se libra lucha por cambiar su relato

Con una exposición histórica y nuevos murales, la Alcaldía quiere cambiarle la cara al barrio, pero no la tiene fácil con los vecinos.

  • Cinco murales que hacían apología a Pablo Escobar fueron reemplazados por pinturas de animales y escenas míticas. Lo que para la Alcaldía ha sido la creación de un museo a cielo abierto, para algunos vecinos es un intento por borrar su memoria con el que no están de acuerdo. FOTOS EL COLOMBIANO
    Cinco murales que hacían apología a Pablo Escobar fueron reemplazados por pinturas de animales y escenas míticas. Lo que para la Alcaldía ha sido la creación de un museo a cielo abierto, para algunos vecinos es un intento por borrar su memoria con el que no están de acuerdo. FOTOS EL COLOMBIANO
hace 3 horas
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Nadie sabe muy bien qué hacer con la memoria de Pablo Escobar en Medellín. No hay, seguramente, una fórmula mágica ni un recetario. Lo único que parece claro es que algo hay qué hacer. La inacción no parece una posibilidad mientras por toda la ciudad se expanden los “museos” y los toures privados que con tal de llenarse los bolsillos (hay quienes también lo hacen por sobrevivir) cuentan cualquier cantidad de mitos sobre la vida y obra del exjefe del Cartel de Medellín, y venden la cantidad de souvenirs, recordatorios y productos con la cara y las palabras de Escobar que todos hemos visto.

Se suele reclamar que, como se hace en otros países, como en Alemania tras el genocidio Nazi, el Estado tome un rol más protagónico y, a través de un relato oficial, le haga frente a los discursos que borran a las víctimas y enaltecen los victimarios.

Pues bien, eso ha empezado a ocurrir en el barrio Pablo Escobar, que desde la Alcaldía insisten en llamar Loreto, y que se había convertido en su sitio de peregrinación para los turistas ávidos de conocer la supuesta cara amable y generosa del narcotraficante, que hasta hace menos de un año era enaltecida por todo el barrio con murales, carteles, afiches y museos que lo veneraban.

Allí, la Secretaría de Cultura instaló una exposición itinerante sobre la historia de la ciudad en las décadas 70, 80 y 90 del siglo pasado. Se trata de una muestra desarrollada en alianza con el Museo Casa de la Memoria, que invita a recorrer las huellas sociales y culturales de tres décadas fundamentales en la historia de la ciudad.

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“Esta exposición trae un trabajo de curaduría y construcción colectiva que se ha venido dando por toda la ciudad. Resaltamos los liderazgos de este barrio que han sido fundamentales para construirlo, organizarlo y establecer los mecanismos de convivencia que lo mantienen vivo”, dijo el secretario de Cultura Ciudadana, Santiago Silva.

La exposición tiene archivos de prensa y datos históricos que muestran el desarrollo económico y poblacional de la ciudad, entrelazados con el impacto de las violencias, e invita a reflexionar sobre cómo Medellín llegó a ser la ciudad más violenta del mundo y destaca las iniciativas de la sociedad civil y el Estado para enfrentar ese pasado y construir esperanza.

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“Nuestra ciudad se llenó de sombras, opacando las esquinas, cuadras y barrios. Miedo y terror al amanecer, fronteras invisibles al mediodía, limpieza social al atardecer y toques de queda para irnos a dormir”, se lee en el cartel que resume la ciudad de los 80 y que no menciona ni una sola vez el nombre de Escobar.

La única mención al narco está en el cartel que hace referencia a los años 90 cuando reseña su muerte. En el revés de los carteles hay fotografías de los líderes sociales del barrio y sus historias.

Pero la intervención va más allá de la exposición del museo: al menos cinco paredes enteras que hasta enero eran el lienzo de grafitis alusivos a Escobar y a los más crueles y temidos criminales del cartel de Medellín, ahora tienen formas de animales, planetas y estrellas de colores de neón.

En la pared que daba la entrada al barrio, que hasta comienzos de este año tenía el rostro de Escobar sobre un fondo negro con palabras de bienvenida en todos los idiomas, ahora hay un gato gordo.

Otra, donde había un panini con los rostros de los sicarios más famosos del cartel, ahora hay una réplica del famoso Horizontes.

El mural principal, por el que los turistas pagaban la subida para tomarse la foto, ahora hay animales, prismas y figuras abstractas, cuerpos humanos desnudos, como la imagen que se usa para promocionar una toma de yagé o una experiencia sobrenatural de esas que están de moda.

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La versión de la Alcaldía es la siguiente: “Cinco muros fueron intervenidos inicialmente para dar vida a un Museo a Cielo Abierto, que exalta la dignidad, la transformación y la resistencia del barrio Loreto. Líderes comunitarios y artistas locales, en articulación con la Alcaldía de Medellín, impulsan una nueva narrativa barrial que profundiza la historia del narcotráfico e integra las voces de la comunidad”.

Pero lo cierto es que en la práctica el panorama es más complejo: decenas de mujeres, octogenarias, fundadoras del barrio en el que recibieron su primera y única vivienda de las manos de Escobar, siguen agradecidas con él: “A mí ningún, ningún, ningún gobierno me ha dado nada, me ha ayudado en nada. A mí no se me olvida lo que Pablo hizo por nosotros, por eso yo le pido a mi Dios que lo perdone por todas las cosas malas que hizo”, dice doña Elbia, de 79, que como tantas vivía con su esposo y su hija en un rancho en el basurero municipal de Moravia que se incendió en el 1982. Escobar les prometió nuevas casas y se las entregó, a medias, pero con eso les bastó.

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Más de 40 años después, esas mujeres no solo viven en esas mismas casas, sino que se alimentan de ellas: las modificaron, expandieron, construyeron segundos y terceros pisos, abrieron apartaestudios y viven de las rentas.

Sus hijos siguen viviendo allí y, a veces, van por la calle diciendo que un día de estos vuelven y pintan a su fundador, pues los buses llenos de turistas cada vez suben con menos frecuencia y el pequeño “museo” repleto de fotografías de Escobar y su familia haciendo las cosas más divertidas e inocentes agoniza.

¿Qué hacer con la memoria del peor de los nuestros? El que tenga la respuesta que alce la mano.

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