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Cuatro vecinos de una parcelación de casas campestres en el alto del Escobero no se pueden ni ver porque llevan casi dos años en un pleito por unas tierras en las que todos creen tener la razón, los documentos legales no concuerdan con la realidad y, por ahora, las autoridades no han podido resolver.
No es raro que en Colombia, y más en zonas rurales, haya pleitos entre vecinos por los linderos, lo extraño de este caso es que está ocurriendo en la lujosa parcelación Valladolid, donde apenas hay ocho lotes con igual número de vecinos, entre médicos especialistas, comerciantes, pensionados y hasta un importante líder gremial, Eduardo Loaiza, quien desde hace 22 años es el gerente de la Cámara Colombiana de Constructores (Camacol) Antioquia.
Loaiza es precisamente el protagonista de la pelotera que ya tiene a la estación de Policía de la zona resolviendo querellas y metida dentro de la parcelación cada dos por tres días, a Catastro municipal contestando solicitudes y a jueces de la República resolviendo tutelas y demandas.
Los vecinos de Loaiza llevaban meses buscando que algún medio de comunicación los escuchara porque, según ellos, el líder gremial se estaría apropiando de los terrenos donde viven desde hace casi 10 años y además estaría usando su influencia para que la estación de Policía del Escobero se pusiera a su favor.
Como prueba tienen los planos de la parcelación que hacen parte del reglamento de la copropiedad según los cuales el terreno de Loaiza (que es el número 6) tiene 4.800 metros y es más pequeño que los lotes 5, 7 y 8, que son con los que tiene el problema. Ese plano del reglamento coincide con otro mapa que está en la oficina de Planeación de Envigado desde el 2008, cuando se constituyó la parcelación. Por esa misma extensión de tierra que aparece en esos planos es que todos pagan la administración y, por una extensión similar, pagan el impuesto predial.
De acuerdo con esos documentos, los vecinos de Loaiza tienen puestas sus cercas y sus linderos y no habría razón para estarlos tumbando, y la pelea, a simple vista, parecería un absurdo.
Pero el problema no es tan sencillo: resulta que Loaiza fue el último de los vecinos que llegó a la parcelación en 2017, cuando le compró el lote, ya con la casa construida, a un comerciante llamado Mauricio Echeverri, que era antes también el dueño de los lotes 5 y 7. Previo a la llegada de Loaiza, y durante sus cuatro primeros años en Valladolid, no tuvo problemas con sus vecinos: no había cercas ni portones y los linderos eran naturales: plantas, árboles y una quebrada.
El pleito empezó apenas a finales del 2021 después de que la asamblea de propietarios decidiera contratar un levantamiento topográfico para cumplir con una solicitud de Cornare para un permiso de vertimientos y manejo de aguas. A pesar de que para cumplir con ese requerimiento de la entidad ambiental solo era necesario entregar el perímetro de toda la parcelación, los topógrafos entregaron un plano también con divisiones internas que coincidían con los planos antes mencionados.
Con ese levantamiento topográfico en mano, doña Nidia, la vecina del lote 5 (y suegra del dueño del lote 7), decidió un fin de semana de octubre del 2021 tumbar un sembrado de eugenios que separaba su casa de la de Loaiza y poner, unos metros más adelante, una cerca que se llevaba parte de una cancha de fútbol que Loaiza le había construido a su hijo.
Ese fue el florero de Llorente: Nidia decía que puso el nuevo cerco porque, según los planos recién entregados, ese pedazo de tierra le pertenecía a ella; pero Loaiza alegaba que el lote que a él le habían vendido iba hasta esos eugenios.
Ese es el origen del lío, que el señor Echeverri les vendió a cada uno a ojo: su lote va desde la quebrada hasta estos árboles o hasta estos rieles. Eso en términos legales se llama una venta como cuerpo cierto. Según Loaiza, el vendedor le dijo que su lote en papeles tenía como 5.000 metros pero que realmente era “más grandecito”. Ese “más grandecito” significan casi 2.000 metros cuadrados que están en disputa.
Con el argumento del cuerpo cierto y de la ocupación del terreno desde hace años, Loaiza puso la primera querella en la Policía que, 18 meses después, en abril de este año, falló a su favor y le ordenó a doña Nidia quitar la cerca antes del pasado 20 de junio. Como no lo hizo, Loaiza, acompañado por la Policía, mandó a sus trabajadores, motosierra en mano, a tumbar la cerca. De ese evento, cada parte tiene sus respectivos videos con insultos y agresiones de lado y lado. Ese primer fallo de la inspección fue apelado por doña Nidia pero esa apelación también salió en favor de Loaiza.
Una situación similar ocurrió con Jorge Orozco, el vecino del lote 7 (yerno de doña Nidia) y quien más ha buscado denunciar públicamente a Loaiza, tanto que el gerente de Camacol lo tiene demandado por injuria y calumnia.
Orozco también dice, planos en mano, que Loaiza tiene un pedazo de tierra que no le corresponde. Según su testimonio y el de los otros vecinos, el problema fue que a Loaiza lo tumbó el dueño original de la parcelación y le vendió tierra que no era de él. Pero el vendedor respalda a Loaiza y asegura que a cada uno de los propietarios se les vendió su respectivo lote como cuerpo cierto y que el lote de Loaiza es efectivamente más grande de lo que aparece en los documentos y que sus vecinos lo único que quieren es aprovecharse de un error en los planos y en el reglamento de la copropiedad para quedarse con más tierra y afectar el buen nombre de Loaiza y del gremio que representa. Como prueba, Echeverri, el vendedor, tiene unas escrituras del 2005 según las cuales en ese año compró 2.449 metros que le añadió al lote 6, que era en el que vivía y después le vendió a Loaiza. Echeverri asegura que todos los vecinos estaban al tanto de esa adición, sin embargo, esta no quedó consignada en el reglamento ni en los planos de la parcelación.
Después de casi dos años en los que nadie ha cedido, literalmente, ni un centímetro, el pleito deberá resolverlo la justicia en un proceso de deslinde y amojonamiento que definirá quién tenía la razón.
Administrador sin ejercicio y periodista sin sección