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El poder de las regiones: un futuro invencible

Medellín, la capital de Antioquia, tiene la capacidad —y en especial el deber— de liderar una nueva etapa de unión y equidad.

  • Veintisiete personas que han demostrado su liderazgo y compromiso con el presente y el futuro de la ciudad, traen un regalo para estos 350 años: sus ideas. FOTOS: El Colombiano
    Veintisiete personas que han demostrado su liderazgo y compromiso con el presente y el futuro de la ciudad, traen un regalo para estos 350 años: sus ideas. FOTOS: El Colombiano
hace 2 horas
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Tan cerca del Pacífico como del Caribe. Tan cerca del río Atrato como del Cauca y el Magdalena. Medellín tan cerca de Quibdó como de Urabá. Juntos por las raíces, tradiciones y el sentir de dos pueblos hermanos.

El Caribe del Urabá antioqueño y el Pacífico chocoano, juntos, cambiamos la historia. Si unimos nuestras fuerzas, capacidades y oportunidades, seremos invencibles.

Ese es el futuro que anhelo para Medellín: una ciudad que no se encierra en sí misma, sino que se abre a la generosidad.

Medellín, la capital de Antioquia, tiene la capacidad —y en especial el deber— de liderar una nueva etapa de unión y equidad. Una Medellín que comparta sus logros, riqueza y oportunidades con los otros 124 municipios del departamento. Que extienda su mano al Chocó con la convicción de que ambos son ganadores. Una ciudad que entienda que su grandeza se mide por la prosperidad que es capaz de multiplicar.

Un futuro que debemos empezar a escribir hoy para celebrarlo antes de que pasen otros 350 años de la capital de Antioquia. Visualizo unas Empresas Públicas de Medellín que expanden su propósito con decisión llevando agua, energía, paneles solares, conocimiento y dignidad a cada rincón de Antioquia. Primero en casa, siendo profetas en su tierra, para luego pensar en la expansión hacia otros mercados. Hay que cubrir las necesidades más básicas en este bello territorio, para luego emprender la búsqueda de nuevos negocios. Un buen inicio será el acueducto de Urabá. En ese liderazgo también hay que abrazar a Chocó, nuestro departamento hermano, con quien compartimos historia, dolor, esperanza y destino.

Invertir en las regiones es crear nuevos polos que equilibren el desarrollo económico y social de Medellín y potencien su competitividad. Cada hoja que se mueve en el Nordeste antioqueño resuena en Laureles y en Manrique. Las brisas del Norte son como las del barrio Carpinelo, comuna 1, donde, si te empinas, alcanzas a tocar las nubes. Cada bulto de café del Suroeste, que llega a los mercados de Estados Unidos o Europa, deja su aroma en Loreto o en San Javier. Así como cada gota de lluvia que cae en las selvas del Chocó impacta nuestros ríos y afluentes. Nuestra hermandad geográfica es indisoluble.

Ser la capital de Antioquia no es un título: es una responsabilidad. Una responsabilidad que significa ser solidario, generoso y capaz de pensar más allá de la propia montaña. Nuestros abuelos nos enseñaron a abrir caminos, a creer en lo imposible. Hoy nos toca a nosotros dar testimonio de esas gestas que ellos emprendieron.

Construir la ciudad-región Quibdó-Medellín, con un puerto de aguas profundas en el Pacífico chocoano, será cumplir un sueño que ha cruzado generaciones. Desde mediados del siglo XX los antioqueños hemos mirado hacia el Pacífico con esperanza. Hoy tenemos las herramientas: el potencial energético del río Cauca, los puertos de Urabá, que son una realidad, y la fuerza económica, industrial, creativa, de servicios y empresarial de Medellín. Todo se multiplicará si soldamos propósitos.

Para que todos esos anhelos se materialicen hay que conquistar la autonomía fiscal de las regiones. Esa espera casi agónica de las transferencias de un burócrata en Bogotá solo nos aleja y empobrece más. La autonomía fiscal es la base sobre la cual podremos tener un grito de libertad.

Anhelo que el futuro llegue con este titular: en Medellín y Quibdó, simultáneamente, se firmó el acto legislativo que modificó el artículo 298 de la Constitución del 91, que les permite a las regiones zafarse del yugo centralista.

Las regiones triunfaron: tienen autonomía fiscal para construir y decidir sobre su destino. Algún día diremos que todo comenzó aquí, cuando Antioquia y Chocó entendieron que el futuro se escribe entre montañas y mares.

En ese futuro seremos invencibles. ¡Comencemos!

Felices 350 años, querida Medellín, y que sean muchos más.

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