Entre el ruido de las motos y el ajetreo propio de su barrio, para los habitantes de El Salvador –centroriente de Medellín– pasa inadvertido el hecho de que uno de sus sectores hará parte de la historia energética del país porque se desarrolla allí la primera comunidad energética solar distribuida de Colombia.
La comunidad solar de El Salvador es desarrollada entre la Universidad EIA, EPM, la empresa Erco, la comercializadora de energía solar NEU y el Reino Unido, y busca diseñar e implementar un modelo barrial de generación de energía a través de paneles solares. Con este se esperan identificar ventajas y barreras que tienen este tipo de generación de energía en el país.
Son 43 paneles solares instalados en los techos del barrio y dos generadores distribuidos que inyectan cerca de 3.000 kilovatios/hora al mes de energía a la red eléctrica de EPM, por lo que 24 familias del sector La Estrecha de El Salvador reciben plata, lo que es catalogado como una operación histórica en la red energética nacional.
Según detalló EPM, la energía vendida se canjea en un sistema de puntos que pueden ser usados para pagar la factura de la luz al final del mes o adquirir otros servicios.
“Teniendo en cuenta que el consumo promedio de los hogares de la comunidad es de 200 kilovatios hora al mes, se estima que la repartición de los beneficios corresponda aproximadamente al 10% o al 15% de sus facturas de energía”, indicó la EIA.
Aunque desde septiembre de 2021 en La Estrecha se ven paneles solares sobre las tejas de adobe y los modernos contadores se ubican junto a las materas, el pasado 23 de marzo inició en firme la generación de energía solar tras superar los retrasos para la puesta en operación.
Convencer con energía
Con sus ojos vivaces y los bríos que lo caracterizan, Rodrigo García – pionero de la energía solar en La Estrecha– va explicando como hizo para convencer a sus vecinos de unirse al proyecto. El particular hombre cuenta como hace tres años su hijo Simón, un ingeniero, instaló varios paneles solares en el techo de su propiedad gracias al apoyo de la EIA. Desde entonces los electrodomésticos de su casa funcionan gracias al sol.
Meses después, cuando Rodrigo les relató a sus vecinos que gracias al cambio su factura pasó de $80.000 al mes a solo $10.000 todos querían tener el mismo sistema sobre sus techos. “La gente me preguntaba que eso qué era, y que como hacían para instalarlo. Yo les explicaba que era un experimento. Aún así me decían que si me enteraba de algo les avisara, y yo ‘¡Claaaro!’”, narró.
También por esas fechas, la EIA –y las demás entidades– quisieron llevar el experimento a la comuna 13, sin embargo, no encontraron tanta aceptación. Por eso volvieron los ojos a El Salvador pues si en la casa de García el asunto había sido exitoso, tal vez los resultados se replicarían con sus vecinos. “Me pidieron que les buscara más interesados. ¡Y claaaro! Yo empecé a hablar con la gente, y luego de conocer nuestra experiencia los vecinos nos decían ‘¡Métanme a esa lista!’”, añadió Rodrigo.
Ensayo y error
Pero el asunto no fue tan simple como prender la luz, pues a las reticencias y desconfianzas de uno que otro residente había que sumar que el proyecto era un piloto, por lo que las dificultades –ya fueran técnicas, normativas o jurídicas– estaban en el orden del día, lo que hizo que la generación de energía de forma oficial se retrasara.
“El proyecto estaba pensado para un año pero se ha tomado dos años por los percances en las firmas de autorizaciones y en el cambio de EPM a NEU como proveedor energético. Había mucha ansiedad en La Estrecha porque mucha gente esperaba que arrancara de forma rápida. Sin embargo, pese a los retrasos los encargados del proyecto nos han dado mucha confianza. Estamos muy contentos de que esto haya salido adelante”, detalló María Elena Rave, otra beneficiaria de la red comunitaria.
De acuerdo con la EIA, el proyecto –que se extenderá por un año– ya arrojó resultados para la comunidad. En los próximos meses se espera que dé cifras sobre la operación y la venta de energía solar, así como la operación completa del piloto y así demostrar la viabilidad de replicar estos esquemas en el país, sobre todo en las zonas no interconectadas al sistema eléctrico.
Aún así, desde los balcones vecinos, los demás residentes de La Estrecha que no se han “pegado” a la red comunitaria esperan poderlo hacer muy pronto, pues no solo quieren recibir los beneficios de la energía solar sino también ser parte de ese lugar en la historia que se está gestando en el barrio El Salvador