Cuando una persona tiene una banana cuenta con tres opciones, comerla, regalarla o botarla, y el millonario chino Justin Sun decidió comerse una por la que pagó la semana pasada $6,2 millones de dólares, ya que era parte de una obra de arte que incluía una banana común y corriente.
El empresario criptomillonario compró esta pieza artística en una subasta la instalación “Comedian”, del italiano Maurizio Cattelan, que consistía en una banana que estaba pegada a una pared con una cinta adhesiva de color gris y que su cuantioso precio llamó la atención en redes sociales.
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Tras comprarla en el precio mencionado, que son aproximadamente 27.130.012.266 millones de pesos colombianos, el chico decidió comerse la fruta, que obviamente es real, en medio de una rueda de prensa en Hong Kong para mostrar su reacción.
Allí también aprovechó para establecer paralelismos entre la obra de arte y las criptodivisas, que es su tema fuerte en el mundo empresarial.
Según manifestó el empresario, se debe poner una banana nueva antes de que la obra sea presentada en exposiciones y con su compra, Sun también adquirió el derecho a exponer la instalación junto con una guía sobre cómo reemplazar la fruta.
Así fue la reacción de Justin Sun tras comerse la banana
Según detalló el empresario chino, esta es la tercera vez que se comen la banana de la obra de arte, por lo que se convirtió en la tercera en hacerlo, pero en la primera en pagar tal semejante cantidad.
El primero que se la comió fue un artista de performance en 2019 y luego por un estudiante surcoreano en 2023, lo curioso es que ninguno de ellos dos pagó por hacer tal cosa.
“Comerla en una rueda de prensa también puede convertirse en parte de la historia de la obra de arte. Está mucho mejor que otras bananas”, dijo Sun ante los medios de comunicación que presenciaron el momento.
Este criptomillonario, de 34 años, aseguró que estaba bastante intrigado por la obra de arte y que de inmediato se planteó diferentes “preguntas tontas” sobre la banana, por lo que pensaba que se iba a podrir.
Por otro lado, desde The New York Times afirmaron que pudieron conocer que la banana fue comprada por 35 centavos de dólar el día de la subasta que se llevó a cabo precisamente en la ciudad de Nueva York la semana pasada, antes de que se pudiera convertir en la fruta más cara de la historia.
Sin embargo, en la rueda de prensa realizada por Sun este viernes, cada asistente recibió una banana y un rollo de cinta adhesiva como recuerdo. “Todo el mundo tiene un plátano para comer”, dijo el empresario chino.
Al final, esta compra no fue nada para el empresario Sun, quien dirige Tron, un servicio en línea en el que los usuarios pueden comercializar con criptomonedas.
Durante la misma rueda de prensa, reveló que había invertido $30 millones de dólares en un proyecto de criptomonedas que fue respaldado por el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
También se conoció en el evento que la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos acusó al empresario de ofrecer y vender tokens de seguridad no registrados el año pasado, a lo que el chino negó los cargos, pero la investigación sigue abierta.
¿De dónde nació esta obra de arte de la banana?
En una entrevista publicada este viernes por el diario italiano La Repubblica, el artista Maurizio Cattelan, sostuvo que la obra de arte es una “provocación” y una invitación a apreciar el verdadero valor del arte.
“Es una provocación que nos invita a reflexionar sobre el valor del arte y las dinámicas de (este) mercado, empujándonos a cuestionar lo que esta obra dice sobre nosotros como espectadores”, aseveró Cattelan.
Este experimentado artista, de 64 años, es conocido por sus instalaciones y esculturas hiperrealistas, pero afirmó que se viene cuestionando la importancia que le dan al arte en general.
Uno de sus trabajos más representativos incluyen un caballo falso colgado del techo, al fallecido Papa Juan Pablo II alcanzado por un meteorito y una mano de mármol con el dedo corazón levantado frente a la Bolsa de Milán.
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“Es el mercado el que ha decidido tomarse tan en serio una banana pegada en la pared. Si el sistema es tan frágil como para resbalar con una piel de plátano, quizá ya resbalaba”, concluyó Maurizio en la entrevista.
