Cuando Obama estaba en la Casa Blanca y Biden era su vicepresidente ambos se sentaron en la mesa con Irán para firmar su compromiso de reducir el enriquecimiento de uranio, el material de las armas nucleares. Pero Trump se salió de ese acuerdo y la relación con Irán se complicó hasta estar al borde de un enfrentamiento en el Golfo Pérsico, en abril y agosto de 2019. Juan Sebastián Brizneda, máster en Estudios de Oriente Medio de la Universidad Católica de Milán, afirma que la puerta está abierta para que se retomen las negociaciones nucleares con Irán. Sobre Israel, comenta que pueden no presentarse cambios. “Trump se retiró de la región, dejó espacio para que otras potencias llegaran y para Biden será difícil recuperarlo”, sentencia. La internacionalista Ildiko Szegedy considera que es probable que siga con esfuerzos de paz, como lo hizo Trump, pero: ¿continuará Biden el criticado Plan de Paz para Medio Oriente que dejó el republicano?
Paula Ruiz, directora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, resalta tres frentes de trabajo en la política exterior de Biden: ambiente, migración y multilateralismo. El mandatario llegó a revertir en su primer día de gobierno las políticas en esos asuntos que dejó su antecesor, tal como lo prometió en campaña, con acciones como el retorno de Estados Unidos al Acuerdo de París y los decretos y proyectos de ley que radicó sobre migración. Ruiz considera que su administración revisará cómo resurgir en las organizaciones internacionales, el rol que va a tener el país alrededor de instancias como Naciones Unidas y la OMS y no descarta un regreso a la Unesco. “Los demócratas siempre han tenido una posición de respeto hacia el multilateralismo y la cooperación internacional. El partido quiere abordar el liderazgo”. Biden es el presidente más experimentado en política que ha tenido esa nación, con casi cinco décadas de trabajo, antecedente que deja claro el discurso políticamente correcto que tendrá en su gobierno.
Dejar de construir el muro en la frontera que comenzó Trump, legalizar a 11 millones de migrantes indocumentados y permitir la entrada desde países de Medio Oriente que antes no tenían permiso de ingreso a Estados Unidos son algunos de los pasos que ya dio para transformar las dinámicas migratorias, pero no será sencillo. Como dice Emilio Viano, profesor de política internacional de American University, en este momento el país tiene todo un sistema que funciona según las directrices del republicano que el demócrata tendrá que cambiar de a poco. “Cuando pasen los primeros cien días de luna de miel con el gobierno vamos a ver que los demócratas más izquierdistas le criticarán por no hacer lo suficiente y los republicanos le cuestionarán por preocuparse más por los extranjeros que por los nacionales. Estados Unidos tiene una gran cantidad de problemas que necesitan atención y no será sencillo solucionar esto”, asegura Viano. Cynthia Arnson también apunta a que es probable que refuerce la ayuda humanitaria a los países que reciben migrantes, como Colombia.
Vladimir Rouvinski, internacionalista ruso, afirma que hay enormes diferencias entre el gobierno de Vladimir Putin y la administración Biden en cuanto las reglas de juego en la arena mundial. Para el demócrata lo importante es conservar el orden internacional liberal con el liderazgo de su nación y sus aliados de la Unión Europea. Sin embargo, “Putin ha demostrado que no pretende que su país sea una democracia. Vamos a ver una tensión aún más fuerte a la que hubo en el gobierno Trump, con la nueva administración no hay ninguna esperanza de que la relación vaya a mejorar”, afirma. Rouvinski apunta a que los temas que compartirán en la agenda serán los estrictamente necesarios, como las armas nucleares, y en ese asunto hay un factor que deberán resolver en las próximas semanas. El tratado de armas nucleares START III vence en febrero y sobre la mesa no hay ningún acuerdo para renovarlo. Por otro lado, el FBI identificó hackers provenientes de Rusia que intentaron afectar cuentas políticas en 2020 y Biden en campaña mencionó que aquellos que interfirieran en la política estadounidense verían las consecuencias.
El mandatario ha dejado claro que considera a Nicolás Maduro un “dictador”, que la estrategia de confrontación que implementó la administración anterior fracasó y que se necesitan soluciones para la situación humanitaria del país. Louis Caldera, exsecretario del Ejército, indica que sus asesores conocen con detalle la situación de Cuba, México y Venezuela y “es probable que quieran mejorar esas relaciones”. Cynthia Arnson, de Wilson Center, dice que Biden revisará las sanciones económicas “para ver si hay una forma más inteligente de aplicarlas a cambio de concesiones por parte del régimen”. El opositor Juan Guaidó ha tenido apoyo bipartidista, un factor que quedó en evidencia cuando él estuvo en el Discurso de la Unión y fue ovacionado por legisladores demócratas y republicanos. Sin embargo, su periodo constitucional en la Asamblea Nacional venció en enero y esto generó que actores como la Unión Europea no le reconocieran como mandatario. Y, si bien Trump le mantuvo su respaldo, no está claro si Biden lo seguirá considerando como presidente interino.
Hay dos palabras que resumen la relación de China y Estados Unidos en los últimos años: guerra comercial. Una disputa de aranceles entre ambos países comenzada por Trump y que se sintió en la economía mundial. El país asiático se convirtió en el más fuerte competidor de la Casa Blanca, la otra potencia que expande su influencia por todo el planeta, incluido América, el hemisferio que siempre estuvo bajo el dominio de Washington. “Es probable que Biden mantenga casi las mismas restricciones en la parte comercial. A la agenda también llegarán los Derechos Humanos y la democracia”, explica la internacionalista Ildiko Szegedy. Sobre esos dos últimos puntos está la situación de Hong Kong, un área administrativa especial que protesta para que China no coarte sus derechos. También los acercamientos de China y Rusia, dos países vecinos que empiezan a reforzar sus relaciones. Desde el Wilson Center de Washington Cynthia Arnson es enfática al asegurar que China, Rusia, Europa e Irán prevalecen sobre las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo.
Cynthia Arnson, directora del programa de Latinoamérica de Wilson Center, dice que la base de la relación bilateral entre Colombia y Estados Unidos es sólida, “aunque la molestia en círculos demócratas por la injerencia del partido de gobierno en la campaña electoral es real, particularmente, en el Congreso”. Considera que el control de los demócratas del legislativo hará que la Casa Blanca se enfoque en Derechos Humanos y prevé que los asesinatos a líderes sociales serán el centro de la agenda. “El tema del narcotráfico va a continuar como parte central de la relación, pero desde Washington habrá un mayor enfoque en el desarrollo rural sostenible como parte importante de la solución”. En tres ocasiones y antes de llegar a la Casa Blanca, Biden manifestó su respaldo al Acuerdo de Paz. Arnson destaca que el ambiente es una prioridad en todas las facetas de la administración, por lo que considera que Estados Unidos podría buscar tener al país como socio clave en la lucha contra el cambio climático y otros problemas medioambientales.