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Más presión sobre Maduro: así van las reacciones a la ceremonia del Nobel de Paz que ganó María Corina Machado

En Venezuela crece la expectativa por la caída del régimen, mientras tanto Trump endurece posturas y hasta Petro propone amnistías.

  • Más presión sobre Maduro: así van las reacciones a la ceremonia del Nobel de Paz que ganó María Corina Machado
Daniel Rivera Marín

Editor General

10 de diciembre de 2025
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El premio nobel a María Corina Machado, más allá de una marca personal por una lucha de años en contra del régimen de Nicolás Maduro, parece el empujón definitivo para que Venezuela salga del caos en que la ha sumido la dictadura.

El mundo ha visto, gracias a los sendos discursos del presidente del Comité noruego, Jorgen Watne Frydnes, y de la hija de Machado, Ana Corina Sosa, el drama y las miles de violaciones a los derechos humanos que se viven bajo el poder que heredó Hugo Chávez. La distinción con el Nobel de la Paz ha desatado una nueva crisis de narrativas en el país, transformando la ceremonia en Oslo en un campo de batalla dialéctico donde el júbilo de la diáspora se enfrentó a la virulencia institucional y a una amenaza judicial directa de Caracas.

La entrega del galardón, marcada por el misterio de un “viaje en una situación de extremo peligro”, confirmó el alto costo político y personal que la líder opositora paga por su desafío al chavismo. Su ausencia física fue suplida por su hija, Ana Corina Sosa Machado, quien prometió un retorno “en pocas horas”, mientras en Caracas el aparato del Estado activaba su cerco legal y retórico.

Desde el palacio de Miraflores, la vicepresidenta Delcy Rodríguez no dudó en catalogar la ceremonia como un “velorio” y un “fracaso total”, buscando despojar al reconocimiento de toda legitimidad. Sin embargo, la artillería más pesada se desplegó en el ámbito judicial.

La amenaza del fiscal general, Tarek William Saab, de considerar a Machado como “prófuga” debido a “numerosas investigaciones de carácter penal” si abandonaba el país, se convirtió en el telón de fondo de su arriesgado viaje. La líder, que ha permanecido en la clandestinidad por más de un año, confirmó en un audio que varias personas “arriesgaron sus vidas” para su salida, validando la gravedad del desafío.

Esta acción judicial polariza a los ciudadanos de a pie. En Oslo, venezolanos envueltos en su bandera clamaban por celebrar su llegada, mientras en Caracas, Jazmín Briceño, docente, afirmaba que Machado “debe volver porque es venezolana y tiene derecho”. Pero la otra cara de la moneda se expresaba en voces como la de Abigaíl Castillo: “Es como los ladrones, se va a mantener escondida [...] No hace falta que vuelva, que se quede por allá fuera”.

El Nobel de Machado ha sido absorbido inmediatamente por el juego de presiones internacionales, contando con el respaldo directo de la Casa Blanca.

El presidente estadounidense, Donald Trump, en un movimiento poco usual, lanzó una advertencia velada al gobierno de Nicolás Maduro. “No me gustaría que fuera detenida, no estaría contento”, declaró el mandatario, elevando el costo diplomático de cualquier represalia contra la nobel a su regreso.

La conexión es política. Trump recordó públicamente la admiración de Machado por su política de “máxima presión” sobre Caracas. Y es que la propia Delcy Rodríguez enlazó el premio con la injerencia, acusando a Machado de respaldar un despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y tildando el galardón de “manchado en sangre”. Horas después de la premiación, Trump anunció la incautación de un “gran” petrolero ante las costas venezolanas, reforzando la tesis de que el Nobel se inscribe en una estrategia de ahogamiento económico y presión geopolítica.

A la tensión entre Caracas y Washington se sumó la voz de Gustavo Petro, que repentinamente, al ver que el mundo aplaudía la valentía de la oposición venezolana, decidió cambiar su defensa de Maduro. Y es que horas después de los discursos en Oslo, Petro planteó una ruta de salida para la crisis venezolana que busca desescalar el conflicto con una fórmula que no es tan popular: una amnistía general y la conformación de un Gobierno de transición que garantice la participación de todas las fuerzas políticas. Petro insistió en que el camino debe ser “con más democracia y no con más represión”, proponiendo un “pacto político amplio” que supere la polarización.

Ahora bien, lo que sí es cierto es que para la diplomacia de la región, es más importante ver el reconocimiento a la oposición como el catalizador, no de la confrontación, sino de un acuerdo político que logre superar el cerco judicial y económico que hoy define la vida política en Venezuela.

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