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Lula: preso y fuera de contienda

Da Silva renunció a su candidatura a la presidencia. Ahora Fernando Haddad será su sucesor.

  • Lula da Silva, expresidente de Brasil. FOTO: AFP
    Lula da Silva, expresidente de Brasil. FOTO: AFP
Lula: preso y fuera de contienda
12 de septiembre de 2018
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Han pasado 159 días desde que Lula da Silva, expresidente de Brasil, se entregó a las autoridades y llegó a la sede de la Policía Federal de Curitiba, para pagar una pena de 12 años de prisión por corrupción. Desde ese domingo 8 de abril pasa sus días en una celda de 15 metros cuadrados, mucho más amplia que la de los reos ordinarios, las cuales solo cuentan con 9 metros cuadrados, y ambientada especialmente para él a petición del juez Sergio Moro, quien fue su verdugo en el caso conocido como Lava Jato.

“No es un preso común, es un preso político, el primer preso político después de la reapertura democrática”, aseguró en ese entonces Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores. ¿Qué hace un expresidente en la cárcel? Si fue él quien creó su propio partido –el de los Trabajadores–, logró tener el poder durante dos periodos presidenciales, endosar sus votos a Dilma Rousseff quien fue su sucesora–, y consolidarse como uno de los líderes de izquierda más importantes de la región. Pues bien, la Fiscalía lo encontró culpable de corrupción pasiva y lavado de dinero, entre otros delitos.

Tan grande ha sido su lucha política que desde la prisión, hace escasos tres meses, emprendió una nueva carrera a la presidencia de Brasil respaldado por su partido y por el 40 % de la población votante, quienes, según firmas encuestadoras como Datafolha e Ibope lo reconocían como el próximo presidente. “Es, sin duda, un fenómeno político”, asegura Iván Godoy, periodista y analista de Brasil.

Pero ayer agachó la cabeza y renunció a esa lucha tras dimitir a su candidatura a las elecciones de octubre. Fue un hombre obstinado. Sabía que no podía presentarse a los comicios porque la ley de Brasil impide que una persona con una condena de segunda instancia, como la que pesa sobre él, aspire a un cargo público de elección popular. Y, aún cuando el Tribunal Superior Electoral impugnó su candidatura el pasado 31 de agosto, el PT continuó haciendo campaña en su nombre.

Sin embargo, sus aspiraciones tenían fecha de vencimiento, 11 de septiembre. Ayer, día en el que vencía el plazo para que el PT presentara el nombre de un nuevo candidato. Ante la negativa de los tribunales de aceptar sus apelaciones, no le quedó otra opción que renunciar. Es por este motivo que ese 40 % de los brasileños, quienes lo querían nuevamente como presidente, quizás porque tenían el recuerdo de que la población más pobre vivió bien durante sus dos periodos de gobierno, ahora tendrán que buscar un nuevo candidato. Entre sus opciones está seguir al elegido por Lula, Fernando Haddad, quien hasta ayer fue su fórmula vicepresidencial y se desempeñó como alcalde de Río de Janeiro, o buscar alternativas en los demás candidatos, quienes no son lulistas.

Una caída parcial

“Es una derrota política. Más que haber renunciado, le tocó porque no hubo más opción. Hicieron hasta lo imposible y no les dio”, afirma Néstor Julián Restrepo Echavarría, PhD en Política y Comunicación y profesor de la Universidad de Medellín. Ahora lo único que le queda es dejarle a Haddad el poder e intentar endosarle sus votos, pero él no ha tenido la misma favorabilidad y tiene poco tiempo (menos de un mes) para que la gente empiece a entender que es la opción de reemplazar el liderazgo de Lula en el PT.

Sin embargo, Fernando Haddad tendrá que subir en las encuestas y, posiblemente, enfrentarse a Jair Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal, quien hasta ahora se perfila como el más opcionado con el nuevo escenario en el que Lula no estará en la contienda. Sobre él, el profesor Restrepo comenta que “con el ataque con cuchillo que sufrió Bolsonaro hay una opción de que la derecha llegue al poder. Nunca había habido una elección en Brasil así, con una campaña tan emocional”.

Pero Lula aún tiene esperanza. “Hasta ahora no ha sido una derrota política, pues a cada encuesta aumentaba el respaldo a su nombre, pese a estar preso. Será una derrota si no logra llevar a Haddad a la segunda vuelta electoral”, asegura Godoy. Entonces, ver si su legado se mantiene en el poder dependerá de qué tanto pueda crecer Haddad en las encuestas cuando su nombre empiece a aparecer en la propaganda. Y él tiene una ventaja: aunque Bolsonaro se perfila como el favorito en las encuestas, también es el más impopular de los candidatos.

Brasil entra en cuenta regresiva electoral. El 7 de octubre se podría conocer el nombre del nuevo presidente o, en su defecto, de quienes se disputarán la segunda vuelta .

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