“Se van a pudrir aquí, van a durar 300 años presos”: Maikel Olivera recordó el mensaje que repetían sus carceleros en la megaprisión de pandilleros de El Salvador, un “infierno” que culminó este martes 22 de julio al reencontrarse con su madre en Venezuela.
Olivera fue excarcelado el pasado viernes junto a 251 compatriotas deportados de Estados Unidos a El Salvador, donde estuvieron presos cuatro meses. Venezuela los canjeó por 10 ciudadanos y residentes de Estados Unidos presos en el país.
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Para abrazarse, madre e hijo debieron aguardar cuatro días. Antes hubo trámites, chequeos médicos y entrevistas de los repatriados con la fiscalía, que abrió una investigación contra el presidente salvadoreño Nayib Bukele por crímenes de lesa humanidad.
Un crudo relato: golpes las 24 horas
Olivera llegó finalmente este martes a su barrio en Barquisimeto (noroeste), a unos 400 km de Caracas, de donde salió hace un año rumbo a Estados Unidos como tantos millones de venezolanos que emigraron por la crisis.
Pero apenas un mes y 24 días después de su llegada fue arrestado, acusado sin pruebas de pertenecer a la banda criminal Tren de Aragua. Cinco meses después fue enviado al Cecot, el temido Centro de Confinamiento del Terrorismo construido por Bukele para encerrar a pandilleros salvadoreños.
“Viví el verdadero infierno, eran golpes las 24 horas”, recordó este hombre que cumplió sus 37 años en cautiverio. “Nos golpeaban por solo bañarnos”, “no nos visitaban, ni (ofrecían) asesoría legal. Nada de eso”.
“Nos decían: ‘ustedes se van a pudrir aquí, van a durar 300 años presos’. Yo pensaba que ya no volvía más a Venezuela”.
“¡Volviste a nacer!”, le dijeron a Maikel
En el barrio los vecinos salieron a recibir a Maikel con bocinas y aplausos. “¡Volvió, volvió!”, gritaron al verlo bajar del carro de la Guardia Nacional que lo llevó hasta su casa, mientras sus familiares se le lanzaban encima y lo arropaban con una bandera.
“¡Volviste a nacer mi amor!”, le dijo su madre, Olivia Rojas, mientras lo abrazaba y le cogía el rostro con sus manos, antes de apartarse unos centímetros para mirarlo detenidamente, incrédula.
El fiscal venezolano Tarek William Saab presentó testimonios de algunos de los retornados e imágenes con moretones en todo el cuerpo y marcas de balas de goma. Uno tenía la boca rota, otro una cicatriz en el hombro.
Venezuela, no obstante, enfrenta asimismo denuncias sobre torturas a opositores políticos, a quienes no se permite contratar abogados privados. La Corte Penal Internacional (CPI) investiga al gobierno por delitos de lesa humanidad.
Entre los testimonios está el de Andry Hernández Romero, maquillador y estilista de 33 años oriundo de Capacho, un pueblo en los Andes venezolanos, quien relató que fue abusado sexualmente.
El recibimiento esperado: “Bienvenido a tu patria”
En el barrio Los Pescadores de Maracaibo, a unos 700 km de Caracas, Mercedes Yamarte esperó desde el pasado viernes la llegada de su hijo, a quien queria recibir con una fiesta.
“Bienvenido a tu patria, te hiciste extrañar”, decía en una pancarta en el muro de la casa.
Las horas pasaron y Mervin no llegaba. La gente esperaba en sillas de plástico bajo los árboles que daban algo de sombra en medio de un calor infernal.
Una comisión de familiares y vecinos se trasladó hasta el comando militar adonde debe llegar para avisar su llegada. Transmitieron en directo por TikTok el anhelado momento, con unas 1.500 personas conectadas. Mercedes no quitó la mirada del teléfono.
“Siete días atrás creía que me iba a morir de la tristeza”, dijo a la AFP esta mujer de 46 años que encabezó un movimiento de madres de migrantes venezolanos deportados y encarcelados en el Cecot.
Una última solicitud de la familia: “Que no se vaya más”
Mercedes organizó varias protestas en Maracaibo, en Caracas, se reunió con las autoridades y hasta hizo giras de prensa para que todas las personas conocieran lo sucedido.
“Tiemblo de la emoción, ya que no se vaya más del país”, pidió la esposa de Mervin, Jeannelys Parra, de 28 años, que tras su partida a Estados Unidos a buscar empleo quedó sola con una hija de seis años.
Junto a su hermano Jonferson, de 22 años, Mervin llegó a Estados Unidos en 2023 tras una travesía a pie que comenzó en la selva del Darién. Un año después emprendieron el viaje su hermano Juan, de 28, y su hermana Francis, de 19, pero la joven dio marcha atrás en México.
Tras las redadas ordenadas por Trump tras llegar de nuevo al poder en EE. UU., Jonferson huyó a México y volvió al país en un vuelo pagado por el gobierno venezolano.
Juan, en tanto, permanece escondido en Estados Unidos y trabaja en la construcción, mudándose de un sitio a otro para evitar ser detenido y posiblemente deportado.
Mis hermanos “son muchachos sanos”, dijo Jonferson a la AFP. “No tienen ningún tipo de delincuencia, nada. Gente humilde que salió por un mejor futuro y terminó en esta pesadilla”, concluyó.
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