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El mundo silencia sus guerras por coronavirus

En 13 países los combatientes suspendieron el conflicto para atender de forma segura la pandemia.

  • En Gaza integrantes de la Jihad Islámica Palestina aprovechan para repartir agua a la población. FOTO AFP
    En Gaza integrantes de la Jihad Islámica Palestina aprovechan para repartir agua a la población. FOTO AFP
01 de mayo de 2020
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EL COLOMBIANO está haciendo una cobertura completa con los artículos más relevantes sobre el coronavirus y para lectores de todas las edades. Encuentra lo que debes saber de la pandemia aquí.

En enero, un enemigo desconocido para muchos empezó a regarse por el planeta. Ese enemigo oculto, nacido en Wuhan, China, al que llamaron coronavirus, empezó a llevarse tantas vidas que el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud, OMS, lo declaró pandemia para centrar sus esfuerzos en combatirlo.

El covid-19 pasó entonces de ser un enemigo oculto a un enemigo común para los Estados. Su fuerza invisible, que hasta ayer, según datos de la OMS, había dejado 195.775 muertos en todo el mundo, se ha llevado más vidas que los conflictos armados vigentes en 2019, cuyo dato registrado por Naciones Unidas fue de 89.000 fallecidos.

Con este panorama, y con el recrudecimiento de 10 de los 25 conflictos armados activos en el mundo registrados por el Banco Mundial, líderes como el secretario general de la ONU, António Guterres, y el Papa Francisco, hicieron un llamado para un cese el fuego que permitiera una atención humanitaria a los infectados que hasta el cierre de esta edición eran 2.789.315 según la OMS.

“Invito a todos a seguir deteniendo cualquier forma de hostilidad bélica, favoreciendo la creación de corredores para la ayuda humanitaria, abriéndose a la diplomacia y la atención de quienes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad”, dijo Francisco, palabras que repite de forma constante y que fueron su llamado en la Semana Santa.

Y esas palabras, como el Evangelio que profesa el máximo jerarca de la iglesia Católica y dirigentes de otras religiones en el mundo, no cayeron en tierra desértica. Actores armados y combatientes de 13 conflictos que se libran en el planeta recibieron el mensaje y, desde hace dos semanas, silenciaron fusiles, hicieron un alto el fuego o mitigaron sus acciones militares para atender a los afectados por el coronavirus.

Cesaron hostilidades

La Escola de Cultura de Pau, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), levantó un registro en el que se identifican que en países como Siria, Israel, Nigeria, Camerún, El Salvador y Colombia (ver infografía), los grupos armados ilegales y los participantes en las confrontaciones suspendieron sus actividades militares por medio de treguas, aunque estas son frágiles y pueden romperse con una provocación de cualquiera de las partes involucradas.

No obstante, desde la Escola de Cultura de Pau, le indicaron a EL COLOMBIANO que silenciar las armas facilita dar respuestas civiles a una crisis mundial desatada por el coronavirus, y argumentan que un alto al fuego reduce el riesgo de víctimas en un contexto en el que la población ya está afectada por la pandemia. Sumado a esto, permite el movimiento en condiciones de seguridad del personal médico y sanitario, facilita las actividades agrícolas necesarias para el abastecimiento de alimentos y reduce presiones físicas y sicológicas sobre la población civil.

“Un cese al fuego contribuye a desmilitarizar los territorios y puede abrir la puerta a reforzar la respuesta civil a la pandemia. De manera importante también, un alto el fuego efectivo en un contexto de pandemia genera un imaginario de esperanza para la sociedad, contribuyendo a proyectar colectivamente un futuro sin violencia armada”, indicaron desde la UAB.

Los expertos de la UAB enfatizan en que en el contexto actual que se vive por la pandemia, todos los actores armados deben recordar sus obligaciones frente al Derecho Internacional Humanitario.

“A su vez, los Estados en contextos de conflicto armado tienen la responsabilidad y la oportunidad de sumarse al llamamiento de Naciones Unidas a un alto el fuego global para fortalecer la respuesta a la pandemia. Los Estados pueden hacerlo de muchas maneras, incluyendo altos al fuego unilaterales, bilaterales, altos al fuego tácitos (idealmente formalizados después en medidas formales), exploración de diálogos discretos, etc.”, recomiendan los expertos.

Qué lleve a un diálogo

Pero los beneficios de un cese el fuego y la suspensión temporal de acciones militares por los combatientes, puede llevar a mejorar condiciones no solo para la atención de las comunidades contagiadas por el coronavirus o que estén en riego de serlo.

Para el analista del conflicto armado, Juan Carlos Ortega, la declaratoria de un cese de hostilidades es abrir una puerta a un diálogo que puede terminar en una mesa de negociación. En el caso colombiano, dice el experto, que el Eln haya declarado un cese el fuego unilateral es dar visos de que quiere sentarse nuevamente a dialogar en una mesa que fue cerrada por el mismo Gobierno colombiano con argumentos de falta de garantías.

“Esto debería, y podría llevar a unos acercamientos no públicos que generen confianza para iniciar etapas de diálogo que permitan cerrar conflictos enquistados por años en los países. Aunque las diferencias pueden ser enormes, sí se pueden dar pasos que lleven, por lo menos, a terminar en una mesa de negociación con una agenda que encaminaría a un desarme y a una reincorporación a la sociedad de los excombatientes”, explica Ortega.

No obstante, para los expertos de la UAB, un alto el fuego por sí solo no lleva a una negociación definitiva, “pero sin duda un contexto de pandemia debería interpelar a las partes en conflicto a generar las bases para un espacio de diálogo que pueda desembocar en un camino de paz, tan anhelado por las poblaciones civiles en contextos de conflicto. Son tiempos de construir y sumar para la paz y para la respuesta multidimensional a la pandemia. El tiempo de las armas debe quedar atrás”.

¿Qué buscan los grupos?

Aunque el anuncio de un cese de hostilidades es un alivio para la población civil que vive en medio de las presiones de los grupos armados, las intenciones de los que participan en la confrontación puede tener otra connotación con este tipo de suspensiones.

Análisis de expertos como el general (r) de la Policía, Jairo Delgado, especialista en Ciencia Política, señalan que con este tipo de acciones los grupos ilegales buscan, por lo general, bajar la intensidad de las operaciones estatales contra sus estructuras violentas.

“Estos grupos saben que las operaciones del Estado contra ellos continúan porque se tiene que frenar su acción delictiva. Los grupos armados hacen un aprovechamiento táctico de esta crisis para reducir la presión militar y policial en su contra. Argumentan por lo tanto, razones de carácter humanitario para obtener ventajas armadas y territoriales, periodo en el cual aprovechan para reorganizarse, mejorar las coordinaciones y los planes de acciones ilícitos y consolidar su zona de influencia”, expresa Delgado.

El panorama para Mathew Charles, investigador en el Observatorio Colombiano de Crimen Organizado de la Universidad del Rosario, es similar al de Delgado. Para Charles, las comunidades más alejadas y en zonas de conflicto podrían experimentar un abandono mayor por parte del Estado, convirtiéndose en una ventaja para los grupos ilegales.

“Es importante reconocer que el crimen organizado no se detendrá. Puede haber una pausa en sus actividades, pero encontrarán una manera de lidiar con la cuarentena y las fronteras cerradas. El crimen organizado se adaptará a las circunstancias cambiantes mediante la diversificación de sus actividades. Va a ser difícil para ellos y puede tomar tiempo, pero tienen los recursos y el cerebro para lograrlo”, explica Charles.

Aún con este contexto de violencia que se vive en el mundo, para los especialistas y analistas de los conflictos, silenciar los fusiles y permitir la atención de una pandemia es una señal que no puede desconocerse y que como concluye la UAB “la pandemia sitúa a la humanidad en una situación excepcional, en que la emergencia se ve influida por las situaciones de desigualdad y violencia específica a cada territorio. Esa excepcionalidad obliga a dejar atrás la época de incumplimientos reiterados de altos el fuego en los conflictos armados y a pasar a silenciar las armas de forma efectiva”..

(Si no puede ver el siguiente gráfico, dé clic aquí)

Infográfico
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