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En dos días la frontera que separa a Marruecos con Ceuta, ciudad española en África, se volvió porosa. Más de 8.000 migrantes la han atravesado, entre ellos 1.600 menores de edad. Lo han hecho a pie y nadando a través de espigones para superar la barrera de unos cinco o seis metros de altura que los separa de la Unión Europea.
Hasta el cierre de esta edición habían sido devueltos unos 5.600 de ellos que deben hacer su tránsito de regreso, la mayoría a Marruecos y los demás al Sahara. Muchos de ellos lo hicieron obligados por las agencias migratorias y el Ejército español que fue desplegado en la zona, pero otros cruzaron de vuelta de manera voluntaria al no encontrar un lugar seguro donde comer o dormir.
Es de recordar que en la zona había ya una tensión latente desde diciembre pasado, cuando el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Desde entonces Rabat exige a España y a la Unión Europea que siga los pasos de Estados Unidos y presione a la ONU por el mismo reconocimiento.
De ahí que la acogida de Ghali sea considerada una afrenta, frente a la cual la gendarmería marroquí evitó el control de la frontera y permitió el ingreso de los migrantes a territorio español.
La Comisión Europea ha llamado la atención a Marruecos por su papel en la crisis, ya que, en palabras de la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, “las fronteras españolas son las fronteras europeas”.
Ante esta situación, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, advirtió a Marruecos, este martes luego de viajar a Ceuta y Melilla, que garantizará la integridad territorial de España “con todos los medios necesarios” y la seguridad de los ciudadanos de Ceuta ante cualquier eventualidad.
Sin embargo, la ministra española de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, trató de bajarle tensión a la crisis, y abogó por “extender puentes” para superar la emergencia.
González Laya subrayó que si España acogió a Ghali, en un hospital de Logroño (norte) fue por su tradición humanitaria, sin pretender “ninguna agresión a nadie”, pese a ser consciente de que el conflicto del Sahara Occidental es un tema “de enorme sensibilidad para Marruecos”.
Y agregó González Laya que “nunca le dimos carácter de agresión bilateral”.
Por su parte, Marruecos ha guardado silencio, la única manifestación pública la hizo la embajadora en España, Karima Benyaich, quien afirmó el martes que “hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”, antes de ser llamada a consultas a Rabat