Cada semana los negociadores del Brexit del Reino Unido y la Unión Europea tienen una cita por teléfono que termina inconclusa, con una serie de preguntas de esos obstáculos que aún no logran sortear en la compleja negociación que emprendieron hace cuatro años: el comercio, los aranceles, la frontera con Irlanda del Norte y las irreverencias de los conservadores británicos.
Aunque el año pasado lograron un acuerdo para el retiro del país del bloque comunitario, este era solo el primer paso, porque con este llegaron las tareas de alcanzar pactos en la relación futura y los intercambios comerciales. Estos últimos son los que aún están en duda y podrían llevar a que las partes efectúen una separación unilateral el primero de enero de 2021.
Antes, desde el referendo del Brexit en 2016, los delegados se encontraban cara a cara en Bruselas para largas jornadas de diálogos, pero la pandemia obligó a aplazar las conversaciones y ahora intentan resolver contratiempo del divorcio político más controvertido de los últimos años.
Quedan poco más de dos meses, hasta el 31 de diciembre, para que finalice el periodo de transición que se trazaron en la separación. Si no consiguen un acuerdo antes de esa fecha, el próximo año se efectuaría un Brexit unilateral. Ya el primer ministro Boris Johnson pidió a los ciudadanos y empresarios prepararse “para que se produzca una ruptura brutal con la UE”.
Johnson avanza a grandes pasos para conseguir el retiro que le prometió a los conservadores a como dé lugar. Para ello, emprendió el trámite en el Parlamento de una ley que regulará el mercado interno que incluye una propuesta que le permite al país desconocer acuerdos internacionales.