Con una superficie de 444 kilómetros cuadrados, un poco más grande que Medellín (380,64 km2), la isla de Curazao, la más grande y poblada de las Antillas Holandesas (aún no tiene 150.000 habitantes), se prepara para ser país autónomo del Reino de los Países Bajos, el próximo 10 de octubre.
Esto conllevará algunos cambios del orden gubernamental, pero por lo demás seguirá siendo un destino turístico por excelencia. Al fin y al cabo el turismo, la refinería de petróleo y los servicios bancarios son los tres pilares que sostienen su economía.
Consciente de sus fortalezas, la Oficina de Turismo de Curazao celebró la semana pasada la Conferencia Anual de Mayoristas de Curazao (Camcur), con los principales representantes de Colombia, Brasil y Venezuela. La meta: duplicar, para el año 2014, el ingreso de turistas de estos países que registra 400.000 ingresos al año. Al paso que van seguramente sobrepasarán esta cifra si se tiene en cuenta que a mayo de este año, el crecimiento en turismo ha sido del 200 por ciento, como lo señaló Brenda Benjamin, directora comercial de turismo de la isla.
Agregó que ya se encuentra también en estudio el proyecto para construir un segundo mega puerto que permita la llegada de los gigantes cruceros que hoy se desplazan por el Caribe.
La visión de los curazaleños la comparten grandes inversionistas que ven en Curazao un futuro seguro. Esto explica la llegada de nuevas cadenas hoteleras como Hyatt, que acaba de inaugurar hace dos meses un enorme complejo en la Plantación Santa Bárbara. Son 350 habitaciones, 15 suites, centro de negocios, 4 canchas de tenis, marina, spa, gimnasio, piscinas, playa y una cancha de golf de 18 hoyos, combinadas con lujosas viviendas.
Otro gran complejo al estilo de Hyatt es el de Blue Bay, en la bahía Blue, donde se incluye además instructores de golf, apartamentos y villas completamente dotadas para estadías cortas o largas. Además, donde se respira una calidez fuera de serie entre todo el personal, desde su representante Rose Marie van Hoop, hasta el chef que prepara el mejor tutu de la isla, con el que ganó un premio internacional.
Más cerca del casco antiguo se encuentra el Hilton Curazao, con 196 habitaciones frente a la Bahía de Piscadera donde tiene dos playas, piscinas, canchas de tenis y de mini golf, centro de buceo, spa, gimnasio, casino, dos restaurantes y dos bares.
Ubicado casi en la esquina de ingreso a la Bahía St. Anna, contiguo al Fuerte Rif (que hace parte del resort) y al nuevo muelle-terminal de cruceros, se encuentra Renaissance Curazao Resort & Casino. Este es un hotel moderno que conserva las fachadas tradicionales de la arquitectura de la isla, con 237 habitaciones y suites, 493 metros cuadrados de spa, restaurantes, bares, cafés, centro comercial, gimnasio, cines, casino y centros de negocios.
Pero si esto les parece poco, no creerán cómo es su club de playa. Es, literalmente, un escenario para levantarle el ánimo a cualquiera. Construido en un tercer piso, el hotel cuenta con una playa de finas arenas, palmeras y una piscina sin fin, que parece perderse en la línea del mar.
De colores
Para sus registros históricos quedarán atrás las distintas épocas en las que Curazao fue colonia de España (un siglo a partir de 1499), Holanda (desde 1621) y otras incursiones de alemanes, ingleses, norteamericanos y portugueses que llegaron en diversos momentos, sobre todo en el siglo XIX, cuando la isla se convirtió en uno de los principales mercados de esclavos. De esta época sobrevive una completa memoria que puede revivirse a través de las salas del museo antropológico o de "la esclavitud" Kula Hulanda, ubicado en el centro de la ciudad en el distrito de Otrobanda.
El testimonio de un oscuro pasado contrasta con el colorido de Curazao o Isla de la Curación, como la llamaron los primeros españoles al llegar a ella. Los diversos tonos del mar, que van desde el azul más claro hasta el más oscuro, así como sus blancas y finas arenas son una invitación permanente a disfrutar de sus cristalinas aguas. Ya sea para nadar, practicar snorkel, bucear o navegar, la isla cuenta con innumerables playas y recodos para relajarse.
Estos no son los únicos tonos que resplandecen en la isla. La más grande paleta de colores se concentra en Willemstad, el puerto principal y capital de la isla, dividido por la Bahía St. Anna y en cuyo casco antiguo prevalece la influencia colonial arquitectónica de Holanda, solo que pintada de Caribe. De un lado está el distrito de Punda y del otro el de Otrobanda. Y si bien la mayor concentración del comercio se encuentra en Punda, ambos lados deben recorrerse para descubrir innumerables encantos, desde restaurantes, bares, museos y boutiques.
Anímese y déjese seducir por los encantos de una isla que encierra un gran tesoro: su gente.
Pico y Placa Medellín
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