El estadio Ombaka en Benguela fue el escenario del partido de la jornada, el que enfrentó a Nigeria, una de las selecciones aspirantes, con Egipto, la vigente campeona, que ganó un partido dificil y no se dejó sorprender para acabar por imponerse por 3-1.
Es poco probable que ambas selecciones no acaben por clasificarse para la siguiente ronda de la Copa de África que se disputa en Angola, pues comparten grupo con Mozambique y Benin, dos selecciones menores, pero el de este martes fue un partido de los que dejan huella, de los que pueden definir todo un campeonato.
Ambas selecciones llevaban dieciséis años sin medir su fútbol y Egipto no conseguía vencer a Nigeria desde 1977. Sobre el gramado había pues, algo más que tres puntos.
Desde el primer minuto de juego ambos equipos salieron al ataque y dejaron ver que iban decididos por el resultado.
No se había cumplido un cuarto de hora cuando Nigeria anotó el primero por medio de Obasi, que alojó el balón en la red egipcia con un disparo cruzado desde el pico derecho del área.
Egipto no se escondió tras el golpe sino que continuó desplegando un juego ordenado en defensa y buscando siempre el contragolpe, con transiciones rápidas e intencionadas. Cuesta creer que esta selección no vaya a disputar el Mundial de Sudáfrica, que haya caído en la repesca contra Argelia, el lunes pasado un equipo del montón.
Así que poco después de la media hora Hassan vio un hueco en la defensa nigeriana y le metió un balón a Meteer, que gambeteó al portero y logró el empate.
A los nueve minutos del segundo tiempo, Hassan, el capitán, hizo el segundo para Egipto en carrera, con un disparo cruzado desde 17 metros tras recibir un pase del Zidan, el hombre del partido.
El fútbol nigeriano se desdibujó entonces por cuanto dejó de ser colectivo y cada uno trató de resolver a su manera, casi siempre con disparos desde la distancia, fáciles para El Hadary, quien vio pasar la mayoría de los balones muy lejos de sus palos.
Lo intentó Kanu, recambio de segundas partes, y varias veces Taiwo, incansable en sus corridas por la banda izquierda viniendo desde su propia area, pero ya eran patadas de ahogado y la imaginación escaseaba en Nigeria cuando el balón rondaba el arco egipcio.
En medio del desorden nigeriano encontró una oportunidad Zidan, delantero atlético y dinámico, con la portería entre ceja y ceja, un hombre que arma la pierna en un pestañeo y que, aunque lo intentó con empeño, no acabó de hacer su gol.
Con todo a favor se sentía mucho más cómoda Egipto, que supo manejar el tiempo del partido, imprimirle alegría cuando intuía la espalda de Nigeria, provocar faltas tácticas para cortarle el ritmo y salir en contragolpe con pases largos para que probaran suerte sus delanteros.
Así llegó el tercero, a dos minutos del pitazo final, obra de Gedo, jugador del Etehad, que recibió en carrera al espacio libre y soltó la pierna derecha desde fuera del área para cruzar el balón ajustado al poste.
Con ese gol, Egipto cerraba un partido que había luchado con todo, como construyó su fútbol musculoso y atrevido, rápido y descarado.
Después se jugó el segundo partido de la jornada, el que enfrentó e Benin y Mozambique, dos selecciones con un fútbol alegre, cuya clasificación para la siguiente ronda sería una gran sorpresa, pero cuyo empate a dos goles les deja pocas opciones de convertirse en alternativa en el grupo C.
Los dos primeros goles fueron de Benin, uno de penalti, obra de Omotoyossi, y el otro en su propia puerta, tras un mal despeje de Khan.
Respondió Mozambique con un tanto de Lobo, a la media hora, y con otro de Gonzalves diez minutos después de la reanudación, y el partido se fue muriendo con ocasiones para ambos equipos que nunca llegaron a la red.
