Un tiburón gordo era el custodio de La Playa. Se tragó a algunos niños que se atrevieron a meterse entre sus fauces pero, nada de nervios, salieron ilesos, quizá solo algo despeinados.
Estaba bueno para brincar, deslizarse y empezar un recorrido que incluía también adentrarse en una mora gigante. Esta playa estaba buena, sin reggae, pero con tambores de chirimía, y con una brisa leve que revolvía a veces las nubes grises que tapaban el sol de la mañana.
Como era último domingo del mes, las carpas y los juegos se armaron en esta avenida que se cerró para los carros y se abrió para que la gente la caminara en Un día de playa en el centro.
Con las bolsas del mercado llegaron los García Marulanda. De camino para su casa en Villatina vieron el movimiento y aprovecharon para dar una vuelta y mirar un rato al abuelo Serafín, que iba con sus amigos del grupo La acera del frente, contándoles a los niños cómo cuidar el medio ambiente.
La chirimía llegó hasta la golosa en la que Salomé saltaba con sus tenis de pequeños corazones coloridos, y por el voley fútbol en el que estiraban las piernas Frank Carvajal y Brian Larrea que llegaron a La Playa desde antes de las nueve, cuando la gente de la Alcaldía de Medellín apenas estaba haciendo los montajes. "Estamos muy contentos, nosotros siempre esperamos este día".
Amigos caninos
Ocho perros movían sus colas y sus cabezas adornadas con moños para caerles bien a sus potenciales dueños. En este día de playa también se podía adoptar un amigo canino, siempre y cuando se cumplieran los requisitos. Isabela, de dos años y medio, los miraba con ganas, pero su papás la convencieron de que tal vez podría tener uno, pero más adelante.
Iban camino a piscina, pero quisieron hacer una pausa en esta jornada. "Qué bueno que esto fuera cada ocho días", comentó el papá, Juan Guillermo Vargas.
Carlos García se encontró con estas actividades al salir del trabajo y llamó a su casa para que su esposa, su hijo y otros ocho miembros de su familia bajaran al centro para disfrutar.
La Playa olía a dulce y estaba envuelta en una fiesta de trompos, saltos, cometas y cuentos para leer sobre un tapete de colores. Hasta los adultos jugaron y rieron y, como dijo Amparo, "harta falta que nos hace".
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
