El director del Dapard, John Fredy Rendón Roldán, confirmó que en la mañana de este jueves fue encontrado el cuerpo de la niña Paola Ortiz Ramírez.
El cuerpo de la menor, de 16 años, fue hallado inmediaciones del corregimiento Bolombolo, del municipio de Venecia.
Rendón Roldán dijo que se mantienen las operaciones para hallar el cuerpo de Virgelina Ortiz. "Esperamos hoy encontrarla, para entregarle definitivamente este parte de tranquilidad a esta familia del Oriente antioqueño".
El barrido en la ribera del río Cauca se adelantan en un amplio margen que incluye hasta el municipio de Valdivia.
Dolor por los alegres niños Ortiz
"La santidad consiste en estar siempre alegres" y un renglón más abajo, "Don Bosco". Y más abajo, la foto de los cinco niños de la familia Ortiz Ramírez: Carlos Andrés, Paola Andrea, Mateo (con una sonrisota), Sara Alexandra y Diego Mauricio.
Algunos tocan la foto de Paola Andrea y lloran. La lloran, ahogándose. Una de las niñas que está con la mano sobre el rostro de Paola intenta hablar, se acerca y quiere decir algo. Pero las lágrimas no la dejan, es un llanto infantil, ese que no se puede evitar, ese que quiebra el alma.
-Nosotros estamos en clases de baile- dijo, al fin, Juliana Serna secándose las lágrimas- y el viernes se nos acercó y nos preguntó qué cuándo le íbamos a enseñar a bailar, porque le gustaba mucho como lo hacíamos.
Sí, era difícil decirlo. Y era difícil hablar de ellos sin sentir una tristeza que ahoga el alma. En medio de la velación, otro grupo de amigas, estas compañeras de once de Paola Andrea, recordaban cada una, a su modo, a la Personera Estudiantil
"Me acuerdo mucho de la elección de la personera. Nosotros la apoyamos porque siempre pensamos que ella era la mejor representante de los estudiantes. Y esa vez, estaba muy contenta. Ganó por muchos votos", recordó Jessica Echeverry, una de sus amigas de once.
Exactamente ganó por 160 votos. Pero ella no era la única famosa de la familia. Sara Alexandra, que estaba en séptimo, también la recordaban con cariño mientras miraban su foto en la cartelera.
-Era muy tierna- dijo Kelly Orozco, una de sus compañeras-. Estaba llena de cariño para todas las amigas, siempre nos abrazaba y nos decía que nos quería.
Los amigos del barrio no pueden olvidar los juegos al escondido o cuando ella los veía jugar fútbol, allá en el barrio El Concejo. Freiler Buitrago miraba los dos ataúdes entronizados en el auditorio del colegio, y no lo podía creer. Puras lágrimas de niño.
"Le encantaba salir a jugar en la calle. Siempre hacía las tareas y por la noche nos encontrábamos y era una fiesta total. La voy a extrañar mucho", dijo.
Mateo sonrisas
Esta tragedia fue una puñalada al alma de este colegio. Aquí no hay serenidad por que están en las manos del Señor, aquí hay un catástrofe que duele en todas partes.
Minutos antes de la misa, los profesores del colegio se miraban unos con otros para encontrar alguna forma de calmar un poco esa aflicción general de los estudiantes.
"Yo el que más recordaba era a Mateo. Era un niño muy alegre y en los últimos días estaba más feliz porque por fin, después de algunas finales fallidas, salió campeón de fútbol. Estaba radiante", dijo Ómar Eduardo Montes, el profesor de inglés.
Mateo, el de la sonrisota. "La santidad consiste en estar siempre alegres". Al lado de Ómar, está otro grupo de muchachas que firman el registro de visitas, ellas vienen por el alegre de la casa, Diego Mauricio.
"Siempre estaba haciendo chistes, que nos hacían reír mucho. Y lo regañaban porque no ponía atención, pero él respondía que no lo comprendían", dijo Lina, una de sus compañeras.
Pero esa alegría contagiosa que ahora dolía hasta en la sonrisa no tendría otra razón que unos padres abnegados y serviciales. El rector del colegio, Sergio Castrillón, recuerda a Diego Ortiz, el papá de los niños de La Ceja.
"Era reconocido por su participación en las actividades del colegio. De hecho estuvo en la Junta de Dirección de la Asociación de Padres y últimamente nos colaboraba mucho con las acciones sociales", dijo el rector.
La misa terminó con un canto de esperanza. Las compañeras se dieron la paz y volvieron al auditorio. Nadie se quería ir. Nadie se quería alejar de esa alegría contagiosa de estos cinco niños, que algunas veces parecía santidad. Hoy les darán el último adiós en el sepelio colectivo.