En su paleta solo están los colores primarios. Nada más. En sus cuadros hay un montón de colores, como si se hubiese dedicado a jugar, a dejarse llevar por las pinceladas, por las mezclas, por las explosiones. Ella no compra colores. Le gusta armarlos y mezclar. Ser libre y dueña de la paleta, por decirlo así.
Verónica Arango Henao es una joven que estudió Administración, pero que desde muy pequeña le gustó pintar. Por eso, desde hace un tiempo decidió que no más de su carrera, o solo por los laditos, y que quería dedicarse de lleno a la pintura, y ya no como un hobby para la tarde.
"Pinto todos los días, jornadas de 7 u 8 horas", dice la joven.
Se fue para Argentina y allá estudia, no solo pintura, sino materias complementarias como grabado y anatomía. "Nutriéndome de cosas diferentes, porque esto es lo que más me gusta hacer".
Dedicarse cien por ciento a la pintura. Al fin y al cabo, es lo que es ella. Su reflejo completo y exacto. Casi como si cada cuadro se quedara con su esencia.
Ese placer de pintar
En las pinturas de Verónica, su nombre aparece en cualquier lugar. Pocas veces en el lado derecho, donde suelen firmar los artistas. No. A ella le gusta que el Verónica sea una pieza más de la obra, como un elemento que aparece donde menos se imagina.
El profesor de la joven en Argentina y subdirector del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Horacio D'Alessandro, señala: "La obra de Verónica se resuelve dentro de una construcción azarosa sostenida en base a gestos, cuyos enfáticos empastes agilizan la libertad de sus pinceladas".
Entrar es muy fácil. Lo difícil es salir. Cualquier posibilidad se puede seguir en uno de sus cuadros. Entrar por aquí y salir por allá, y en la mitad, encontrarse un personaje, una mancha o lo que ella ni siquiera se imaginó.
El movimiento es algo vital. Mirar la obra y sentirse que se va de un lado a otro, que lo que hay ahí no es estático, como en una fotografía.
"Se está haciendo algo. Se va para allá o se va para acá. Quiero que las personas miren estos cuadros y hagan un recorrido visual", expresa Verónica.
Y con ello, encontrarse con un mundo completo que haga que la imaginación vuele. Ella no todo lo hace intencional. A veces solo se deja llevar por el pincel, por lo que está sintiendo, o por lo que le pasó en el día, cuando fue a un lugar.
En los últimos meses Verónica ha aprendido mucho y ha pasado por etapas. De la más colorida, a la más abstracta. De ahí que su exposición En movimiento , que se podrá ver desde hoy, a las 7:00 p.m., en el Club Unión Medellín, tendrá un poco de toda esa recopilación del último año de esta joven artista.
Es la primera vez que expone en su ciudad, una necesidad que tenía en su corazón.
Verónica se deja ver con sus cuadros, expresionistas, abstractos, a veces con un poco de figurativos. Mucho color, ir de allí para allá, y de pronto, unas letras, o un nombre, que se aparecen en el camino.