Más que un problema de rentas, con graves repercusiones en el ingreso del Departamento de Antioquia -aún dependiente de la comercialización de licores para atender pagos en la educación y la nutrición infantil- el licor adulterado es un asunto de salud pública. Y si no se le presta atención será de "calamidad pública".
La muerte de 15 personas en lo que va corrido del año, a la que se suman 25 personas que quedaron inconscientes, 70 ciegas, 48 sordas y 11 con parálisis cerebral, según un informe de este diario, nos pone ante un problema que merece toda la atención de las autoridades y, sobre todo, prende alarmas entre la comunidad.
Pese a tales cifras, que pueden ser la mitad o una tercera parte de los hechos que se presentan en Antioquia, pues los registros oficiales suelen ser muy inferiores a la cruda realidad, el número de personas encarceladas es muy bajo. La falta de denuncias sobre quienes fabrican, expenden y almacenan, así como de quienes sufren las consecuencias, ha permitido que el negocio prospere.
Y no es un negocio pequeño. Estamos hablando de la venta de entre 15 y 18 millones de botellas en lo que va corrido del año, por una cuantía estimada en 200 mil millones de pesos, frente a unos ingresos oficiales para las rentas del Departamento que este año pueden superar los 500 mil millones, por concepto de impuestos, producción y utilidades de la Fábrica de Licores de Antioquia.
La situación, a todas luces preocupante, puede agravarse aún más en lo que falta del año, con las fiestas decembrinas, pues no todos atienden a las campañas educativas. La mayoría de las personas afectadas lo es por incauta: no solo hay que fijarse bien dónde se compra el licor, sino también las características del líquido y el estado del envase.
El licor adulterado y de contrabando tiene una cadena compleja que se inicia con la fabricación clandestina, por la destilación en alambiques o simplemente cuando parte de su contenido se reemplaza con alcohol y soda. Y se conocen casos en que la distribución se hace bajo presión, y no solo afán de lucro: amenazas de muerte a los tenderos para que incluyan entre las botellas de licor bueno varias unidades con bebidas adulteradas, básicamente de ron, aguardiente, aperitivos y algunas bebidas extranjeras que también son chiviadas.
Teniendo en cuenta los altos volúmenes que se mueven en el país, la industria criminal del licor adulterado y de contrabando entró en el terreno de los llamados "carteles". Las autoridades tienen detectadas por lo menos ocho bandas organizadas, dedicadas a este lucrativo negocio, cuya actividad clandestina trae aparejados otros delitos, como la asociación para delinquir, el tráfico de drogas, la extorsión y el homicidio. A las muertes que deja el consumo, se agregan las víctimas de vendetas entre bandas por el control de esta actividad ilícita.
Para derrotar a los criminales antes de que los malos tragos amenacen con desatar una calamidad pública entre los antioqueños, resulta hoy fundamental la colaboración ciudadana, que responda más que al estímulo de las recompensas para denunciar, a una toma de conciencia de que nos estamos enfrentando a otro monstruo que no se puede dejar crecer más.
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