Lo que vimos: en un acto ritual se exhibe la Copa Mundo. De repente, un tipo irrumpe en la grama del Soccer City . Censura inmediata para 760 millones de pantallas: sólo se transmiten las imágenes de asombro y curiosidad de los futbolistas, a punto de jugar la final. Lo que no vimos: Con una barretina (gorro catalán) en la cabeza, y otra en la mano, Jimmy Jump se abalanza sobre el trofeo. Trata de ponerle la boina. El personal de seguridad del estadio lo captura.
Hasta 1697, la biología europea registraba que sólo existían cisnes de plumaje blanco. Entonces, el explorador Willem de Vlamingh descubrió cisnes negros en un lago australiano.
Inspirado por esa historia, Nassim Nicholas Taleb, profesor de Ciencias de la Incertidumbre, concibió la Teoría de los Cisnes Negros: "Son fenómenos de gran impacto, difícil predicción y que sobrepasan las expectativas". Google es un ejemplo.
Si aplicáramos esa definición al fenómeno de Ser humano, los "cisnes negros" serían las personas que suelen ser rotuladas como "excéntricas": impactantes, impredecibles, superan lo que la sociedad espera.
Por su constante búsqueda, y exposición al acto creativo, los artistas y científicos serían, tal vez, los más propensos a la excentricidad: Glenn Gould, Salvador Dalí, Albert Einstein. No convencionales, desobedientes, geniales. Cisnes negros. Pero excentricidad y genialidad no siempre coinciden.
Jimmy Jump cruzó a la carrera una pista de Fórmula 1, desfiló en calzoncillos en la pasarela Gaudí; y en la final de la Eurocopa 2004 le arrojó una camiseta del Barça a Figo -los fanáticos del club catalán detestan al portugués desde que pasó al Real Madrid-.
Jump es un engendro de los medios: después de varias multas y uno que otro "canazo", sabe que sólo la excentricidad le da eco a su voz.
A través del performance, este "espontáneo de profesión" se burla de la cámara como legitimadora de la existencia humana (lo que no pasa por ese filtro: no existe). Parodia su absurda invitación al exhibicionismo, al voyerismo.
Cada vez más, se evidencia que las transmisiones a gran escala afectan el discurso político, económico y social.
Sin la boina simbólica (de Jump, del Comandante revolucionario) pero con un par de frases, del cajón bolivariano, Hugo Chávez estrenó performance: destruyó la estabilidad económica de miles de familias colombianas y venezolanas.
Y, cuando se apagó el bombillo de la cámara, salió a jugarse un picadito con Maradona.
La fórmula indiscutible para disparar el rating: excentricidad (soy la reencarnación del Libertador, mi versión personal de Bolívar, sin anhelos de hermandad), locura (mi cargo cuasivitalicio me exime de meditar decisiones) y genialidad (los titulares alrededor del mundo informan el rompimiento de relaciones diplomáticas, mientras la acusación de acoger guerrilleros colombianos queda como simple desarrollo noticioso).
La voz de la diferencia, que subvierte, interesa y refresca, se levanta con argumentos? no desde un show mediático.
Por la inmediatez, entre otros factores, algunos medios tienden a confundir los cisnes negros.
Es que los gallinazos, carroñeros, también tienen las plumas oscuras y brillantes.
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