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Lleva la compra en bolsa de tela o papel

11 de agosto de 2009
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Algo tan cotidiano como ir de compras puede poner en peligro la frágil vida del planeta, y un simple cambio de hábitos puede evitarlo.

El consumo masivo de bolsas de plástico de un único uso, las llamadas "camiseta", provocan desastres ecológicos, por ello son muchos los lugares en los que ya no se permite o se grava con impuestos su uso.

Según los expertos, el consumo mundial de plástico superará los 300 millones de toneladas en el 2010, con el impacto medioambiental que ello conlleva.

En palabras de Esteban Gimeno, presidente de la sección ibérica de la Asociación Europea de Productores Plásticos (PlasticsEurope), en 2006, la utilización de recursos plásticos se cuantificó en 250 millones de toneladas, de las que el 25 por ciento correspondieron al continente europeo.

"Se consumen tantas (bolsas plásticas) porque son necesarias, porque nos hacen la vida más fácil, se han hecho imprescindibles", explicó Enrique Gallego, director general de la Asociación Española de Industrias de Plástico (Anaip), en una conversación con Efe.

Pero si las sustituimos por aquellas alternativas más respetuosas con el medioambiente, seguirán haciéndonos la vida más fácil y nos asegurarán un entorno limpio y libre de contaminación.

No obstante, la Asociación Española de Fabricantes de Bolsas de Plástico defiende que sus productos tienen "un grave problema de imagen", porque éstos son 100 por ciento reciclables, y "al ser inalterables, no emiten calor ni CO2 ni otros destructores de la capa de ozono".

El consumo de bolsas de plástico, se ha convertido en un tira y afloje entre gobiernos, asociaciones medioambientales, fabricantes del sector y grandes cadenas de supermercados.

La defensa de los intereses por parte de cada uno de ellos ha provocado numerosas dudas entre la mayoría de la población, sobre la realidad de los sacos plásticos.

Conciencia necesaria
La culpa del impacto negativo en la ecología no sólo es de estos sacos y sus componentes, sino del mal uso que los usuarios hacen de ellos. La falta de concientización con los problemas que provocan y las ventajas de la utilización de alternativas agravan la situación.

A la hora de hacer la compra se apuesta por la comodidad a toda costa. Si en lugar de recibir bolsas nuevas de plástico con cada compra, se utilizasen las que se amontonan en un rincón de la cocina, reduciríamos considerablemente el gasto de las mismas.

En países europeos como Suiza, su utilización está prácticamente erradicada. Se cambian por aquellas de papel que se pagan previamente, y se reutilizan en sucesivas compras, o se recurre a las socorridas y duraderas bolsas de tela.

Italia, Francia, Dinamarca o Irlanda han decidido implantar el pago de tasas por parte de los usuarios o su prohibición. En China, desde la decisión de cobrarlas, se ha reducido su consumo en un 66 por ciento.

En Estados Unidos, San Francisco fue la primera en tomar medidas; Oackland y Boston estudian seguir sus pasos.

Nueva Delhi también declaró su particular guerra contra las "camisetas de plástico", y vetó su uso en toda la ciudad.

La sociedad española sin ánimo de lucro, Cicloplast, defiende que no sólo se consumen abusivamente, sino que luego no se desechan correctamente, pues no siempre acaban en el contenedor de reciclado adecuado, imposibilitando de esta manera su recuperación.

Son muchas las imágenes que nos llegan de grandes vertederos de plásticos en tierra, pero quizás el entorno más afectado sea el mar, en el que la fauna y la flora corren grave peligro por la presencia de estas bolsas en su ecosistema.

Tela o papel
El sector del embalaje se orienta cada vez más a la producción de productos biodegradables, con el fin de echarle una mano a la causa ecológica.

Así los artículos fabricados con fécula de patata emergen con fuerza entre las alternativas ya existentes como la utilización de tela o papel.

Al contrario que una bolsa de plástico -que tarda unos 400 años en desintegrarse, según Greenpeace-, éstas de componentes orgánicos, se descomponen en poco más de tres meses pasando a formar parte del sustrato del suelo sin contaminarlo, como defiende desde su página web, Coemmo, empresa que las fabrica.

Su resistencia y aspecto no distan mucho de las tradicionales, pero los beneficios para la naturaleza son notables.

Sin embargo, las opciones destinadas a sustituir a las viejas bolsas de plástico son más caras, y el interés económico queda muchas veces por encima del ambiental.

"La industria que las fabrica es más reacia al cambio", afirma Julio Barea, responsable de contaminación de Greenpeace España.

A pesar de ello, confía en que los cambios se llevarán a cabo "porque así lo quiere la gente".

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