Todos los días tenemos sorpresas. La semana pasada apareció una noticia sobre el libro What plants knows (Lo que las plantas saben), de Daniel Chamovitz , en el que vuelve sobre un experimento de hace años: las plantas tienen olfato. Al menos algunas. Sí: huelen sus vecinas.
Cierta maleza muestra un gusto tal por el tomate que resulta más cansona que pretendiente rechazado. Sabe dónde está la mata del ahora fruto de tomate según el genoma revelado también hace pocos días y se la monta, así, tácitamente, hasta que se enrolla y la estrangula.
Aunque le oculten la planta de tomate con alguna barrera, poco a poco se inclina hacia ella.
¿Son inteligentes las plantas? La visión sobre ese mundo vegetal del que nos enseñaron que sus miembros nacían, crecían, se reproducían y morían, pero nada más, o sea, la aburrición al rojo vivo, ha cambiado de manera drástica en estas décadas.
Las plantas tienen dos características comprobadas de la inteligencia, como la solución de problemas y la comunicación. No es que posean pensamiento abstracto ni razonen ni entiendan, pero sorprenden cada vez más.
Cuando adquieren resistencia frente a pestes y patógenos (también insecticidas) por un mecanismo genético, que no implica pensamiento, sus hijos crecen con esa memoria, vienen fortificados, como acaba de demostrar una investigación en Plant Phisiology.
Se sabía ya que conocen sus enemigos. Cuando una oruga muerde sus hojas, liberan químicos tóxicos que hacen que la peste crezca más lenta.
Georg Jander encontró en aquel estudio que tras introducir la mariposa del repollo en un sembrado, esta y otras plagas tenían menor tamaño cuando aparecían las generaciones siguientes de repollos.
También se ha encontrado que las plantas distinguen cuando tienen cerca otras de su especie o de una diferente, lo que les sirve para adaptarse a la competencia por los alimentos.
En 2007, por ejemplo, en Oecología, científicos de la universidad Radboud en Holanda, plantearon que chatean. Bueno, exagerando el término: lo que hallaron según el artículo fue que hay comunicación entre ellas para advertir de la presencia de un peligro. Las plantas en el estudio estaban unidas por alguna de las extensiones del tallo. Y cuando unos gusanos atacaban una de ellas, al pasar a otra de ellas, esta había fortalecido sus defensas químicas.
La lucha por la supervivencia en todo su esplendor frente a nuestras narices. Y no la percibimos.
Maullido: se dispararon emisiones de CO2. ¿Cuál es mi contribución?
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