En ese entonces no ensayó tantas veces como hubiera querido porque las "manzanas eran caras y no podía comprar muchas para experimentar". Tampoco lo necesitó. Compró unas 15, a 150 pesos cada una. Los intentos fueron diez. El décimo, el de la televisión, fue perfecto: William Cock partió la manzana roja en dos partes exactamente iguales, que pesaban 62.9 gramos, unas milésimas menos, unas milésimas más.
Eran los primeros días de diciembre de 1985 cuando apareció en la televisión ese hombre que se ganó 1.750.000 pesos ("ahora serían unos 50 millones") por la precisión con la manzana. La grabación fue un día histórico: el mismo de la toma del Palacio de Justicia (6 de noviembre).
Siga la pista era uno de los programas famosos. Lo conducía Pacheco. Cuando William lo vio ya habían pasado 35 participantes, uno cada semana, y ninguno había logrado que la manzana quedara exacta. Les escribió en septiembre, le contestaron en octubre. Tuvo 15 días para intentarlo, "trabajando pocas horas porque el director era muy estricto y no me iba a dar mucho tiempo para ponerme a ensayar".
Hizo cálculos entre la lógica, la astronomía y la gravedad. No era muy bueno en matemáticas (lo de las matemáticas fue intuición), pero sí en precisión y en física. En eso trabajaba. Era subdirector y asistente científico del Planetario. Eso es, todavía: optomecánico, es decir, diseña aparatos ópticos.
La periodista Margarita Inés Restrepo lo describió en el artículo de El Colombiano: "Recursividad ante todo. En el suelo, un carrito mecánico de microscopio con un taco de madera que consiguió en la calle. Sobre el carrito, una pequeña prensa, con una canoa de espuma para recibir la manzana y con una cuchilla de seis decímetros de espesor o caladora de carpintería que consiguió prestada (utilizó una inclinación de 45 grados; totalmente horizontal se partiría con el impacto de la manzana). Dos trípodes de fotografía, una plomada, una polea sin mucho roce ni juego axial, para que el nylon que sostenía la manzana corriera fácil".
Lo llamó el Newclidómetro, por las teorías de Newton y Euclides y después de 27 años aún lo tiene, con los elementos dispersos. William no ha vuelto a intentarlo. La probabilidad de que el corte no sea exacto está entre el 20 y el 25 por ciento y él quiere seguir con su hazaña, que nadie más logró, ni en otros países. Quiere que lo recuerden, como en sus tarjetas personales: el señor que partió la manzana.
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