x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

El cerebro de Einstein

  • El cerebro de Einstein | Juan José Hoyos
    El cerebro de Einstein | Juan José Hoyos
18 de junio de 2011
bookmark

No sabía que el cerebro de Albert Einstein había dado para tantas historias. Para empezar, ignoraba que Thomas Harvey, el patólogo que le practicó la autopsia a su cadáver cuando murió en 1955, le extrajo su cerebro y, sin que nadie se enterara, se lo llevó a su casa y lo mantuvo varios años sumergido en formol en una vasija plástica para guardar comida.

Después de medirlo, pesarlo y fotografiarlo, el patólogo extrajo 240 partes y las rebanó en pequeñas muestras lo suficientemente delgadas como para poder estudiarlas con un microscopio en los laboratorios de la Universidad de Princeton, donde ambos trabajaban como profesores. Los primeros análisis no arrojaron ningún resultado sorprendente: el cerebro de Einstein no tenía nada distinto a un cerebro cualquiera. Harvey envió parte de las muestras a neurólogos de varios países para que lo ayudaran a verificar posibles particularidades de ciertas regiones. Sus estudios tampoco revelaron ningún descubrimiento excepcional.

Mientras tanto, la vida del doctor Harvey se convirtió en un infierno. La noticia de que él tenía en su casa el cerebro de Einstein fue considerada como un acto contra toda ética, ya que la familia del científico suponía que sus restos habían sido cremados y sus cenizas lanzadas a un río, en cumplimiento de su voluntad. El asunto provocó la caída en desgracia de Harvey como médico e investigador. Sin embargo, al no existir precedentes de un caso como éste en las leyes de Estados Unidos, Harvey logró enfrentar con éxito los intentos judiciales de la familia y de la Universidad de Princeton por recuperar el cerebro.

Después de abandonar su trabajo en la universidad, Harvey se desempeñó como médico en asilos para enfermos mentales y en centros de investigación. Luego viajó al oeste y trabajó como médico en una prisión federal. Cuando ya había cumplido 70 años, fracasó en un examen de actualización profesional, lo que supuso el final de su carrera. A partir de entonces, se estableció en Kansas, donde siguió cuidando en silencio el cerebro del hombre de ciencia más brillante del siglo XX.

Lo que siguió después parece una historia de ficción. A mediados de los años ochenta, después de rechazar toda clase de ofrecimientos de parte de millonarios excéntricos, empresarios aventureros y museos, Harvey retomó sus estudios del cerebro de Einstein. Para ello pidió ayuda a algunos de sus viejos colegas. Entonces se difundió el rumor de que un médico anciano y loco tenía la intención de clonar el cerebro de Einstein.

Fue por esta razón que el joven periodista Michael Paterniti comenzó a buscar por todo el país los rastros del doctor Harvey. El dueño del apartamento donde vivía en Nuevo México resultó ser amigo de un escritor que le dijo que alguna vez había tenido noticias de un médico que guardaba el cerebro de Einstein en un recipiente de cocina marca Tupperware. El doctor había sido vecino suyo en Kansas. Paterniti viajó a Kansas y logró dar con su paradero. Más tarde lo siguió a Princeton, Nueva Jersey, adonde se fue a vivir más tarde.

Paterniti escribió un reportaje sobre la historia del doctor Harvey para la revista Harpers. Con él ganó en 1998 un premio nacional de periodismo. Luego, entre el periodista y el médico empezó a florecer una profunda amistad. Harvey le confesó su deseo de volver al oeste con su reliquia. Su plan era reunirse con algunos de los colegas a los que había enviado muestras del cerebro. Sin embargo, su deseo más recóndito era visitar a Evelyn Einstein, la nieta de Albert, una señora de 56 años que vivía en Berkeley, California. ¡Después de más de 40 años, quería devolver a la familia el cerebro del sabio!

El doctor y el periodista recorrieron medio país en automóvil, durante once días, llevando el cerebro en la maleta del carro. Mientras viajaban por la carretera, Paterniti le preguntó al médico varias veces por los resultados de su larga investigación. El viejo, que ya tenía 84 años, carraspeaba y guardaba silencio. Cuando por fin llegaron a Berkeley, y Evelyn Einstein vio el cerebro de su abuelo sumergido en formol, dijo: "¿Y por esto han armado tanto alboroto?". Finalmente, se negó a recibirlo. El doctor Harvey desapareció. El cerebro quedó en la silla de atrás del automóvil. La nieta de Einstein logró volver a localizarlo y se lo devolvió. Un año más tarde, después de más de 40 años y de varios viajes por Estados Unidos, el cerebro de Albert Einstein fue devuelto por el doctor Harvey a un profesor de patología de la Universidad de Princeton. Hoy reposa en el mismo lugar donde el cadáver fue diseccionado en 1955.

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Te puede interesar

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD