Otra vez "El patrón del mal" en televisión, a pesar de las tantas voces en contra. Es como un limón en la herida y una bofetada contra esta Colombia golpeada a diario por todos: los gobernantes, los congresistas, los corruptos, las bacrim, los mafiosos, los paracos, los guerrillos, los sicarios, los extorsionistas. Y ahora los responsables de programas de las cadenas nacionales de televisión que, ya no se sabe con qué intención, terminan haciendo una patética apología al narcotráfico, al sicariato, al dinero ‘fácil’, a las prepago, a la silicona, y en general a todo aquello que sigue desmoronando a este país, y que tantos dolores nos genera, no solo adentro sino en el exterior.
Todos los que podrían hacer algo por Colombia, están de espaldas a ella. Desde años para acá, con ahínco, los canales de televisión privados han arremetido, con todo su ‘talento’ y sus costalados de dólares (apoyados por empresas nacionales e internacionales a las que les importa más su P y G), a mostrar e incentivar las características que han hecho del país una cantera de delincuentes de talla internacional, de cuello blanco o no, de infelices sicarios, de extorsionistas de dos mil pesos.
O no entienden o no les importa. Les es demasiado difícil entender o aceptar la influencia que tienen esos contenidos en los chicos de nuestras barriadas. Siguen como cuadrúpedos retrecheros valorando más su caja registradora, y alimentando con esos contenidos la vida de unos muchachos que con una escuela frágil y una familia disfuncional, aprenden con avidez los perversos ‘modelos’ que presenta la televisión.
Y haciendo alarde de una alogia que les impide ver más allá de su propio bolsillo, los responsables de los contenidos televisivos, como idiotas morales, ni siquiera asumen su propia responsabilidad: "Es que los medios no tienen la función de educar", dicen; pero aunque lo nieguen, están formando (¿o deformando?), y de qué perniciosa manera, como lo muestra en YouTube "Narco novelas por Etnológica".
Pero a Colombia no hay quien la defienda; eso sí: sobran los que la explotan, la roban, la desangran, la ordeñan; los mismos que en shows mediáticos se rasgan sus vestiduras de oveja, pero al momento de demostrar su responsabilidad desde la esfera de la vida donde actúan, solo les importa su cuenta bancaria.
¡Ay Colombia… Cada vez menos gente quiere defenderte; así, tu futuro, que ya vislumbramos, nunca podrá ser otra cosa de lo que vivimos. Hoy pocos tienen el coraje para responsabilizarse del pedacito que les toca y como niños señalan en otros la culpa.
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