El calor de las máquinas y el eco metálico se mezclan en el ambiente. En medio de prensas, troqueles y hornos, Jorge camina con paso seguro mientras saluda a sus trabajadores, revisa piezas y se detiene a explicar cómo una lámina de acero puede convertirse en lámpara, caja eléctrica o estantería. Su mirada transmite la seguridad de quien conoce cada rincón de la empresa y cada proceso que allí se lleva a cabo.
Metaloide es hoy el resultado de años de perseverancia y de una apuesta por el trabajo bien hecho. “Uno a veces quiere tirar la toalla, pero hay algo que siempre lo motiva: los empleados, la familia, el compromiso con la gente”, dice Jorge, convencido de que ser empresario es una tarea que requiere disciplina y visión de futuro.
En el taller, los procesos hablan de tradición y también de innovación. El repujado transforma discos de metal en ollas o lámparas. El troquelado da forma a piezas eléctricas y estructuras. La pintura electrostática cubre superficies con precisión y durabilidad. Y la soldadura, uno de los orgullos recientes de la empresa, ha abierto puertas a proyectos de construcción y diseño que le han dado un nuevo aire al negocio.
Actualmente Metaloide cuenta con un equipo de siete personas, que han encontrado en la empresa no solo un empleo, sino también estabilidad y respaldo. “Aquí los trabajadores no son un número; son parte de la familia”, explica Jorge, quien ha puesto especial empeño en ponerse al día con todas las obligaciones laborales y en garantizar que quienes han pasado por la empresa reciban lo que les corresponde.