ENRIQUE ROJO
¿Por qué decidió hacerle un homenaje a los ticuna con los nombres de los personajes?
“Para que los niños se familiaricen con parte de nuestra cultura ancestral. El Amazonas es el escenario de la historia y quise que los personajes tuvieran esta identidad amerindia que, al igual que Baba y Utu, están en riesgo de extinción”.
Es su primer libro, y es para niños. ¿Por qué?
“Los cuentos infantiles me llaman mucho la atención por el poder de la moraleja y por el trabajo riguroso en la estructura narrativa, quizás por eso se volvió un reto trabajar en el género. La historia la tenía refundida en un computador viejo y quise publicarla para leérsela ilustrada, efectivamente, a mi hijo Joaquín”.
¿Cómo llegó la idea de Baba y Utu?
“Qué pasaría si un cocodrilo no pudiera llorar, ni siquiera con sus lágrimas falsas. Esa fue la premisa para fabular a estos animales que buscan unas emociones perdidas y se necesitan el uno al otro para encontrarlas. Muchas veces evitamos que los niños sientan tristeza, enojo, decepción, incluso a veces les frenamos la euforia. La educación de los sentimientos es básica para el buen desarrollo. Todo eso fue la génesis del cuento”.
Hay un tema detrás que es el respeto por el medio ambiente, por los animales...
“Sí. Debemos transmitir la importancia del respeto por los animales y por nuestro entorno. La infancia es un terreno muy fértil para sembrar este tipo de ideas”.
¿Qué significa escribir un libro para niños? ¿Es muy difícil? ¿En qué hay que pensar?
“Es una responsabilidad enorme. El público infantil es el más exigente y creo que en lo que hay que pensar es en articular una historia que se pueda compartir con los adultos. Ellos son los que compran los libros, los que los leen mientras los niños pueden leer por sí solos. La literatura infantil crea vínculos invaluables y hermosos entre padres e hijos”.
Detrás hay una historia de amistad, de amor, de reírse y llorar. Sentimientos cotidianos. ¿Es una historia, de todas maneras, de la vida cotidiana?
“Sin duda. Las emociones nos acompañan a diario y desconocerlas es deshumanizar nuestra vida. Valores como la amistad, el amor, la lealtad, entre otros, hacen que, precisamente, estos sentimientos tengan un sentido frente a la interacción con el prójimo”.
Usted cambió muchas cosas cuando conoció a los personajes dibujados. ¿Por qué?
“El rol del ilustrador en este tipo de proyectos es fundamental. Él crea un universo que primero está solamente en la imaginación. Cuando los personajes cobran vida inevitablemente la historia puede tener algunos giros y me sentí reescribiendo la historia cuando vi el boceto. Eso fue lo que le conté a Matador”.
¿Cómo llega Matador al proyecto? ¿Cómo trabajaron?
“Siempre he admirado su trabajo. Además de brillante y oportuno, su línea gráfica cautiva por su estilo cartoon. Matador ha ilustrado varios libros de humor y un día se me ocurrió que podría crear este universo para niños. Afortunadamente acertó, él es sin duda un gran ser humano e imprimió eso en estos personajes entrañables”.
¿Quién es Enrique Rojo?
“Enrique Rojo es el heterónimo de Andrés Sarmiento que trabaja por y para los libros. Surgió para dedicar contenido exclusivamente para niños y usar mi nombre para otros proyectos que estoy desarrollando. De todas maneras Enrique es mi segundo nombre y Rojo surge de rescatar letras que están en todos mis apellidos y un homenaje a mi hijo, Joaquín”.
¿Desde cuándo se pensó como escritor? ¿A qué horas escribe?
“Desde muy niño. Crecí en Pamplona, Norte de Santander, una ciudad pequeña y fría donde leer resultaba vital para no aburrirse. Escribir es una consecuencia de ello y lo he tratado de cultivar estudiando periodismo y luego trabajando con algunos de los mejores escritores del país en la industria editorial. Cuando me queda tiempo en las noches me siento a escribir. Es muy difícil alternar este oficio con otro”.
Su mamá era la encargada de la librería del colegio. ¿Cómo era eso? ¿Qué libros llegaron por esa librería?
“Recuerdo que después de entrenar baloncesto pasaba un buen rato esperando a que ella saliera. Un día, para mitigar la impaciencia, me dio a leer Tarzán de los monos de Edgar Rice Burroughs y fue el primer libro que devoré sin parar. Descubrí que existía literatura que me podría interesar, desde las novelas de Julio Verne hasta las aventuras de Tin Tin. Luego comencé a sentir curiosidad por Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez y trataba de entender a Poe, Borges, Kafka”.
Ahora que ha escrito para niños, ¿Cómo acercarlos a los libros?
“Leer nosotros y que ojalá se den cuenta del hábito. Fomentarlo leyéndoles, luego leyendo con ellos y por último tratando de conseguirles los libros que les interese. Conversar con ellos sobre lo leído incentiva la comprensión y genera un vínculo afectivo e intelectual único. Esa es la magia de los libros”.
MATADOR
Sus temas son políticos, y es la primera vez que dibuja para niños. ¿Eso cómo fue? ¿Muy difícil?
“No fue tan complicado porque yo vengo dibujando animales mucho tiempo: sapos, palomas, lagartos, ratas, todos los animales del congreso. Así que dibujar animales para niños se me hizo mucho más fácil. La línea mía se presta para dibujar personajes y darles características humanas a los mismos, o sea a Utu y a Baba, y fue muy rico expresarlo de esa manera. Algo que influyó es que tengo un niño de dos años, y muchas de las cosas que él tiene en su cuna fueron dibujadas por mí, y eran animales muy tiernos. El proceso para dibujarlos no fue tan complicado. Era retomar la historia que hizo Andrés y los personajes nacieron de manera muy espontánea”
¿Cuando leyó la historia, cómo llegaron los personajes?
“Este fue un proceso de un año larguito. En alguna ocasión Andrés se me acercó en la Feria del Libro y seguimos en contacto. Durante ese tiempo creo que en mi cabeza iban gestándose, como en un embarazo, los personajes. Fueron surgiendo de manera espontánea, además porque la historia es muy querida y muy chévere para uno imaginársela. Contar la historia del Amazonas, que es el gran pulmón del mundo, daba una mirada ecológica. Además, como nunca había dibujado para niños, estaba cometiendo el grave error de ver cómo lo hacían los demás. Habían unos dibujos increíblemente bonitos, y realmente mi dibujo no tiene esas pretensiones estéticas y es más un dibujo de niño. Nunca he sentido que sea una persona adulta dibujando como tal, porque yo me divierto mucho haciendo mamarrachos, por eso me pagan y es lo único que sé hacer. Ya nació el estilo y el cuento no tiene, como mis caricaturas políticas, un fondo detallado. No hay una ciudad, no hay un árbol, sino que son esbozos para que el niño se imagine más o menos el fondo. Por eso sale muy colorido”.
Usted decidió estudiar publicidad por Roberto Fontanarrosa, a quien conoció a los 8 años. ¿Qué quisiera que encontraran los pequeños que leen a Baba y a Utu?
“En estos tiempos que corren, la modernidad ha usurpado el tema de la imaginación. La gente dice que los niños son muy pilosos, y son muy pilosos para manejar la tecnología, pero como no tienen la cultura de leer o de tener una cultura de escuchar, la imaginación es la que se ve más afectada. Cuando yo estaba pequeño no había televisión, habían dos canales y la franja infantil era muy poca, pero una de las grandes cosas era la radio. Finalizando la tarde estaba Kalimán, y creo que La ley contra el Hampa, entonces cuando ellos decían Kalimán va por una montaña, eso a los niños nos obligaba a imaginarnos la montaña, a Kalimán, e inventarnos ese mundo al interior de nuestro cerebro. Eso no pasa hoy. Un niño con un teléfono inteligente, entre comillas, son más inteligentes los teléfonos que las personas, no puede dejar de mirar la pantalla e imaginar porque ya todo está en el teléfono. Las gráficas son tan espectaculares que se queda corta la imaginación. Lo que yo quiero con Baba y Utu es, uno, que de pronto sientan lo que uno sintió cuando ya lo vio impreso, que es que este par de amigos cobraron vida, y se apropien de ellos. Y esto es más para los padres, que se sienten a leer con los niños, porque los niños aprenden del ejemplo, y que apenas lleguen al apartamento guarden el celular, porque los niños ven eso”.
¿Por qué le dijo sí a un libro de niños?
“Bueno, porque el sí está de moda. Haría mal yo decirle no a explorar una vaina tan espectacular para una historia que aparentemente tiene una simpleza, pero si la desglosa puede tener mucho significado. Claro, vamos por el sí, y Baba y Utu tienen muy buena vibra para seguir contando historias”. .