La fuerza extra que Óscar Albeiro Figueroa Mosquera necesita hoy para ganar su medalla olímpica le llegará desde 4.650 kilómetros de distancia. En Cali, Vicky y Saray encenderán una velita y le pedirán a Dios que lo guarde de una lesión y gane su presea para cerrar con broche dorado el ciclo olímpico.
“Sabemos que toda Colombia quiere el oro y la preparación que ha tenido Óscar es pensando en ello, pero lo primero que le pido a Dios es que lo cuide de una lesión porque para nosotras él ya es nuestro héroe”, dice Vicky, esposa del haltero, quien a partir de las 5:00 p.m. subirá a la tarima en procura de la primera medalla para Colombia en Río.
Además de las oraciones, el pesista cuenta con los mensajes de voz de su pequeña Saray, su fan número uno, quien durante los últimos 27 días que lleva el deportista en Río se ha encargado de decirle que es su héroe y el mejor del mundo.
A pesar de que tiene solo 26 meses, la pequeña maneja el celular a su antojo y todo el tiempo le está enviando mensajes a su papá, quien se derrite con la dulce voz de la dueña de sus logros.
Y es precisamente Saray, quien despierta el lado sensible de Óscar, ese hombre fuerte, rudo, exigente que no ha dejado un solo detalle al azar en su preparación.
Por ello, y aunque no se ha perdido de las cosas importantes, como el nacimiento de su niña, en los últimos dos años Figueroa ha estado concentrado totalmente en busca de su alto nivel deportivo.
Hoy Vicky no lo llamará, ni le escribirá, pues sabe que Óscar antes de la competencia se aisla totalmente, se concentra solo en ella y por ello su apoyo llegará a través de las oraciones, a las que se unirá desde Cartago, en el norte del Valle del Cauca, doña Hermelinda, madre de Figueroa, a quien le gusta ver sola la competencia de su hijo, el que le trajo de Londres una plata y de Río anhela que llegue con el oro.
