Cuando el barro impedía la marcha de los Panzer a menos de 100 km de Moscú, el Ejército Nazi se vio por primera vez vulnerable. El frente se estancó y la todopoderosa blitzkrieg (guerra relámpago) se exponía a la desgracia. La prepotencia de Hitler creía que no existía ambición que le fuera imposible de cumplir a Alemania.
Esa prepotencia, que causó en gran parte el inicio, hace 75 años, de la Segunda Guerra Mundial, fue la misma que significó el fin del conflicto más sangriento de la historia y el más determinante del mundo contemporáneo. Fueron la lluvia, la nieve y el barro los que, en octubre de 1941, demostraron que la entonces atemorizante maquinaria de guerra alemana, no iba a tener la capacidad de resistir un conflicto a tal escala como la que había causado.
Desde entonces, pasarían cuatro años para que Europa empezara el penoso camino para redimirse del conflicto que produjo las mayores cicatrices del siglo XX. También, en ese momento, entre el frío y la bruma de uno de los inviernos más cruentos que haya visto Rusia y el Viejo Continente, se difuminaban los banales motivos que habían llevado a millones de europeos a la guerra.
“En 1939 Hitler estaba listo para ir a la contienda por varios objetivos. El primero era recuperar los territorios alemanes que los aliados le habían arrebatado tras el fin de la Primera Guerra Mundial y en la conferencia de Versalles de 1919. Básicamente, parte de Prusia Oriental, tal como el corredor y la ciudad de Dánzig, en Polonia”, dijo a El Colombiano David Solar, historiador, periodista y director de la revista La Aventura de la Historia.
“A finales de ese año Hitler tenía todo preparado para exigir la devolución de esos territorios, y si no se los devolvían amenazaba con invadir Polonia. Pensó que, tal como había ocurrido en anteriores ocasiones, los aliados abandonarían ese país a su suerte y dejarían que Alemania tomase lo que deseara”, dijo.
Esta vez Francia y Gran Bretaña decidieron apoyar a Polonia hasta el final y cuando Alemania atacó, el 1 de septiembre de 1939, británicos y franceses, en vez de retirar su apoyo decidieron declarar la guerra a los alemanes.
“Hitler era un megalómano. Se endiosó y creyó que podía seguir tirando de la cuerda. Continuó invadiendo y provocó la guerra, creía que nadie iba a responder”, aseguró Carlos de Lorenzo, historiador, periodista y director del portal Historiavera.
El hecho de que las potencias decidieran declarar la guerra a Alemania era, por tanto, una primera derrota para Hitler, que se creía con poderes indiscutidos y sin lugar a desafío. Pero ¿qué errores cometió para perder la contienda?
Solar enumeró tres, no sin antes recalcar la magnitud del fracaso alemán: “En la primavera de 1940, Hitler era el dueño de Europa. Tenía ganada la guerra. Ocupaba Francia, que había capitulado. Gran Bretaña tan solo resistía, aunque aislada y con pocas fuerzas. El resto del continente o era amigo de Alemania o era neutral. ¿Por qué, pues, terminarían perdiendo? Desde entonces, Hitler empezó a acumular fracasos, error tras error”.
El primero, bombardear a Gran Bretaña, lo que significaría una larga lucha aérea (que se extendería hasta el ocaso del conflicto), en la que Alemania quedó supremamente desgastada. “Su Ejército no estaba preparado para ello”, sentenció Solar.
El segundo, y tal vez el más importante, abrir dos frentes cuando el Tercer Reich luchaba solo en uno. “Su mayor error fue atacar a la Unión Soviética. Después de haber llegado a un acuerdo con Stalin, en agosto del 39, en el que ambos países se comprometían a no atacarse, cometió el inmenso error de atacarlos en julio de 1941”, añadió. Tres años más tarde, serían los rusos los que asediarían Berlín y lo forzarían al suicidio.
Por último, el permitir que Japón atacase a E.U. “Lo que significó la entrada de una potencia americana que creía débil y perdida”, acotó Solar. Desde ahí , estaban todos los elementos servidos para la derrota alemana y el fin de la barbarie. “Es un aniversario más en el que se celebra el colapso de las armas nazis. Y el fin de una guerra que dejó un mundo distinto”, concluyó.
Si se cumplen 75 años de un conflicto que marcó a la humanidad y que configuró en gran parte la actualidad, también son 75 años del momento histórico en que esta se dio cuenta de la destrucción que puede generar su banal ambición n