Shakira es como una especie de reina Midas: todo lo que toca lo vuelve oro, todos lo quieren. Para la muestra lo que pasó este fin de semana. La artista se tomó una foto sentada en un bordillo (un muro bajito, que separa una casa de la otra) y el lugar se convirtió en un nuevo atractivo turístico para la ciudad que ya cuenta con referencia en Google Maps y casi un centenar de reseñas.
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“Es cómodo y salen lindas fotos”, “Vayan rápido que como pinten la casa se jodió pindanga”, “Un gran lugar con buen ambiente, se siente la magia y alegría del barrio, tuve el placer de poner mi trasero en el mismo lugar que Shaki”, han comentado algunos de los visitantes del lugar.
“Ay Dios! No saben cómo me gustó ese bordillo!!” Escribió Shakira a través de su cuenta de X ante los comentarios de los fanáticos. Así, sin querer, Shakira creó un nuevo lugar de peregrinación para sus fanáticos, además de la estatua que también tiene en su honor en otro punto de la ciudad.
Sobre la foto, los dueños de la casa le contaron al diario El Heraldo, que la artista se bajó de una camioneta BMW para tomarse la foto en el hoy icónico bordillo en la noche de Guacherna.
Shakira en la Guacherna, oculta entre la multitud
Más adelante, Shakira compartió esa foto y otras más de la Guacherna en su cuenta de Instagram, con el mensaje “Orgullosa de enseñarle a mis hijos mi cultura y la alegría de mi gente. Viva la Guacherna en carnaval!!”, y entonces el bordillo se volvió viral.
A su paso por Barranquilla, para los dos primeros conciertos de su gira Las mujeres ya no lloran en Colombia, Shakira aprovechó para asistir a la Guacherna, uno de los desfiles más esperados del Carnaval, que se realiza en la noche por una de las principales vías de la ciudad. Ella, sus hijos Sasha y Milan, y sus acompañantes desfilaron camuflados entre los 250 integrantes del disfraz colectivo Palo e’ Muerte, irreconocibles a los ojos de todos.
Gonzalo Guarín, director del disfraz colectivo Palo e’ Muerte le contó al diario El Heraldo detalles de la participación de Shakira como parte de su colectivo. “Nos llamaron y nos pidieron el favor porque ella quería disfrutar del evento, pero necesitaba hacerlo con total reserva (...) Si alguien lo descubría, todo se arruinaba. Por eso, la incorporamos al grupo como una integrante más, sin fotos, sin menciones. De hecho, ninguno de los participantes sabía que ella estaba con nosotros, solo yo”.
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