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“En un mundo que avanza a toda velocidad y cuyas relaciones son cada vez más efímeras, las segundas oportunidades están subvaloradas”, así comienza el libro Historias Privadas de la Libertad, escrito por Johana Bahamón, la actriz caleña, de 38 años, quien desde que pisó por primera vez una cárcel, en 2012, para ser jurado en un concurso de belleza, se quedó en ellas y está próxima a cumplir 10 años dando segundas oportunidades.
En entrevista con EL COLOMBIANO aseguró que la pandemia fue la adversidad en la que tuvo que poner a prueba su filosofía de vida en estos años de trabajo carcelario: “De esta dificultad salieron grandes oportunidades y proyectos”. Hoy sigue haciendo teatro en las celdas y patios, reabrió el famoso restaurante Interno y su libro Historias privadas de la libertad llegó a la sexta edición.
¿En qué está hoy la Fundación Acción Interna?
“Nunca paramos. Lo que tratamos de hacer es motivar a las personas de las cárceles para que las adversidades, y sobre todo los errores, se conviertan en oportunidades. Cuando comenzó la pandemia le dije a mi equipo que teníamos que evolucionar y, como lo predicamos durante este tiempo, volver la adversidad en una oportunidad. La Fundación Acción Interna ha evolucionado mucho con todo lo que está pasando en el mundo y hemos virtualizado muchos de nuestros programas”.
¿A qué se refiere cuando dice que virtualizaron sus programas?
“Antes teníamos la oportunidad de llegar a 30 cárceles del país y ahora, con talleres, cursos, diplomados y formación para el trabajo virtual podemos llegar a mucha más gente: ya no solo estamos en las 30 cárceles que trabajábamos antes sino en las 137 cárceles de Colombia, eso representa la posibilidad de poder apoyar a los 120 mil privados de la libertad, a sus familias y a los jóvenes del sistema de responsabilidad penal adolescente. En medio de todo lo negativo que ha pasado hemos podido hacer cosas positivas”.
¿Qué cambió en las cárceles con la pandemia?
“Que a ellos les cancelaran las visitas que tanto esperaban durante cada semana y que a las mamás, que están con sus hijos hasta los 3 años, les sacaran a los menores fue un golpe muy duro. Entendimos que era por su salud y por eso estuvimos ahí para apoyarlos. En ese momento empezamos a hacer programas también con las familias de los privados de la libertad, para que estuvieran tranquilos”.
¿Y qué cambió en la Fundación con la pandemia?
“Justo en marzo de 2020, cuando iniciaron las cuarentenas y las medidas estrictas en las cárceles, la Fundación Acción Interna estaba por iniciar el cuarto Festival Nacional de Teatro Carcelario, que cada dos años le brinda nuevas oportunidades a los privados de la libertad y que al grupo ganador le otorga un cupo para presentarse en el Festival Iberoamericano de Teatro en Bogotá. Cancelarlo en ese momento era cancelar la ilusión de todos ellos y eso no era viable. Por ello, el Festival de Teatro Carcelario fue la primera actividad de la Fundación que decidimos hacer virtual; fue la mejor decisión. Normalmente se tenían 3.000 asistentes y con esta edición virtual logramos llegar a 200.000 personas. Además, involucramos mucho al público, que era por primera vez jurado”.
Además del teatro, es muy reconocido su trabajo en el restaurante Interno.
“Estuvo 3 años en Cartagena, donde nació. Justo antes de la pandemia lo trasladamos, porque la cárcel San Diego, donde funcionaba, la cerraron. El restaurante es una maravilla y un ejemplo nacional y global, escogido por la revista Time en 2018 como uno de los 100 mejores sitios para visitar en el mundo. Lo más importante del restaurante es que de las personas que pasaron por ahí ninguna reincidió. El índice de reincidencia de las 20 mil personas que pasaron por el restaurante en 3 años es el cero por ciento. La gran mayoría empezó a trabajar en los mejores restaurantes de Cartagena o crearon su propio emprendimiento de comida”.
¿Dónde funciona entonces ahora Interno?
“En 2020 reabrió sus puertas en Bogotá y ya trabajamos con las personas que recuperaron su libertad, jóvenes del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes y sus familias”.
El libro Historias privadas de la libertad lleva seis ediciones. ¿Cómo escogió las historias que narra ahí?
“Lo que tenía claro desde el principio es que yo no quería ser la protagonista, lo iban a ser ellos, que son los protagonistas de mi vida hace 10 años. Decidí que fueran ocho historias para lograr la mayor diversidad y que representaran a toda la población. Me acuerdo que con la última lectura que hice antes de mandarlo a impresión me sentí identificada. Es un libro para reconocer a la población carcelaria, pero también a la población civil que siempre se identificará con algo en cada historia”.
Una de esas historias es la de Claribel...
“Sí, la mamá de Evelyn. La historia de Claribel empezó en la cárcel y es parte de mi vida y de mi familia. Yo tengo una hija con ella. Las dos tenemos una hija y dependiendo de lo que vaya pasando veremos con quién está. Hasta ahora sigue viviendo conmigo, como desde que tenía tres meses (tiene ya 2 años y medio). La mamá se está organizando y está empezando a trabajar