Cada una de las flechas lanzadas por Mariana Ospina Quintana y Alejandro Gil Cano dieron en el blanco. Su concentración, precisión y efectividad los convirtió en los reyes de los Juegos Departamentales, cada uno con ocho medallas de oro.
Mariana, con su dulzura, tranquilidad y un poco de timidez, fue certera en la competencia, para proclamarse como la mejor. Nadie pudo superarla y por eso es la nueva reina de las justas.
En sus terceros Juegos, esta estudiante de noveno grado del colegio Corazonista demostró los avances en los dos años de entrenamiento que lleva en este deporte, gracias a la disciplina y constancia con la cual trabaja diariamente.
Mariana, quien estuvo acompañada durante los días de competencia por su hermano y su mamá, ratificó en cada día que competencia, que su dedicación es total con este deporte, en el cual espera lograr muchos oros para Antioquia y Colombia.
“Este deporte me gusta porque requiere de mucha concentración y disciplina, quiero llegar muy lejos y los resultados en Juegos me demuestran que tengo condiciones para lograr mis sueños”, expresa la joven deportista.
Pero como en los cuentos de príncipes y princesas, guerreros y heroínas, los Juegos, además de una reina, contaron con un rey, esta vez el itagüiseño Alejandro Gil Cano, quien ganó 8 oros y con esa actuación cumplió la promesa que había hecho.
Seguro de lo que tiene y lo que puede hacer, no dudó en aceptar en marzo la invitación del técnico Alejandro Montoya, quien lo llamó para que volviera a los entrenamientos.
Casi un año después de no tocar el arco, Gil regresó motivado por Juegos Departamentales y convencido de convertirse en el caballero dorado.
Sube y baja de emociones
La vida deportiva de Alejandro inicio muy pequeño, ya que su mamá, María Victoria Cano por encontrarle una actividad en la que el pequeño canalizara toda esa energía y vitalidad lo llevó a practicar karate.
Ahora es campeón y al deporte le agradece por la disciplina, concentración y fortaleza mental que ha desarrollado, pero del cual nunca se enamoró, pues lo suyo no era el contacto sino el manejo de armas, por ello un día pidió estar en otro deporte y fue cuando el tiro con arco tocó su puerta.
“Yo quería entrar a tiro deportivo, pero en Itagüí no había esa modalidad, entonces una tía me dijo que estaba el tiro con arco y empecé”, recuerda este joven que hace un año trabajó en la Mayorista cargando bultos.
Todos los fines de semana se levantaba a las 2:00 a.m. para ir a trabajar, y a pesar de su delgada figura cumplió con sus labores y en medio de la rebeldía propia de su edad, empezó a demostrar que su pasión eran las flechas.
Su carrera tomó el rumbo de las victorias y su disciplina para entrenar fueron formando a un joven conversador, tranquilo, seguro y convencido de haber encontrado el amor de su vida.
Pero la fogosidad de su juventud lo lleva siempre a exigirse más y por eso al no ser llamado a la Selección Antioquia y tras unos desacuerdos con su anterior entrenador, Alejandro Arango decidió guardar el arco. Fue un año en el que no tocó ni lanzó ni una flecha, pero en el que muy adentro, su corazón seguía flechado por este deporte.
Con el cambio de entrenador y la invitación para regresar pensando en los Departamentales, este joven de 17 años, quien quiere ser aviador, regresó convencido de ser el mejor y lo logró.
Su actuación es la confirmación de sus condiciones, así lo expresa su técnico Alejandro Montoya. “Yo sabía que el nivel iba a estar fuerte, pero confiaba en que las condiciones de Alejandro lo podían llevar lejos y lo hizo gracias a que tiene una gran virtud y es que en competencia evoluciona rápidamente, por eso fue creciendo con el paso de los días y se hizo más fuerte hasta lograr el triunfo”.
La meta de estos dos campeones es seguir avanzando, con pasos firmes en procura de ser llamados a las selecciones Antioquia y Colombia, en las que ambos aspiran seguir cosechando alegrías con sus armas: las flechas.
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