Este futbolista de 25 años se ha destacado por su profesionalismo. Esta es su historia.
En una entrevista antes de que se diera a conocer la convocatoria del técnico Néstor Lorenzo para los partidos amistosos de Colombia ante España y Rumania, el volante vallecaucano, Juan Camilo Portilla, hablaba de su ilusión por estar con la camiseta tricolor.
“La Selección es mi sueño y uno como jugador trabaja para eso, ya he tenido la oportunidad de ser convocado, pero no se me ha dado el debut por el tema de las lesiones. Por ese anhelo sigo trabajando”. Además, agradeció al seleccionador por haberlo tenido en cuenta en los microciclos y debutar en amistosos.
Hoy ese anhelo es un sueño cumplido después de aparecer como la gran novedad del llamado del técnico argentino.
Juan Camilo Portilla nació en Cali hace 25 años, es el menor de 3 hermanos. Se formó en el barrio Los Alcázares y estudio la primaria en el colegio Santa Isabel de Hungría. Cuando pasó al bachillerato decidió hacerlo en la Institución Educativa Santa Librada.
Nunca fue un niño de juguetes pero sí de balones. A los 8 años inició en una escuelita de fútbol en la que estuvo muy poco, porque sus padres no se la podían pagar. Su papá era electricista de profesión y su mamá también trabajaba, pero no vivían con lujos.
Sin embargo, apareció un “ángel” en su vida, un amigo de su padre que lo llevó al Boca Juniors de Cali y ahí empezó su carrera.
Su hermana se llama Vivian Lizeth y su hermano Jorge, mismo nombre de su padre. Desde chico anheló poder colaborarles económicamente a sus padres y eso hoy, que lo ha podido hacer, lo tiene feliz. También lo hace con sus hermanos.
Aunque es soltero, es padre de dos hijas gemelas que son una motivación extra para sus objetivos. Gracias a sus condiciones pasó por varias selecciones del Valle y también por una Selección Colombia sub-17 y ahí, con 16 años, tuvo la oportunidad de debutar en el profesionalismo con Universitario de Popayán, equipo en el que estuvo dos años y medio antes de salir del país para ir a jugar en el Jacksonville de los Estados Unidos que juega en la tercera división, ahí estuvo un año y después llegó Deportes Melipilla, de la segunda división del fútbol chileno. Esa primera experiencia en el fútbol internacional no fue la mejor por su juventud y la falta que le hacían sus seres queridos.
Regresó a Colombia en 2019 para jugar con Alianza Petrolera, esa fue su vitrina para darse a conocer en el fútbol colombiano. Jugó 3 años antes de que el América de Cali lo comprara. Esa llegada le cambió la vida, algo para él paradójico, ya que siempre fue hincha del rival de patio, el Deportivo Cali y nunca lo negó.
Su rendimiento en el club escarlata hizo que Talleres de Córdoba se fijara en él y le diera la oportunidad de llegar al fútbol argentino, donde hoy es una de las grandes figuras y sus actuaciones le valieron la convocatoria de Lorenzo.
Su empresa de representación le brinda un nutricionista, un sicólogo y un analista de video, el cual le ha aportado bastante porque, según él, así tiene la oportunidad de estudiar al rival, ver sus partidos y corregir las cosas que debe mejorar.
Es un convencido de que como se entrena se vive. “Uno a los equipos llega con sueño y con metas y no con el pensamiento de pasar por pasar, sin relevancia”.
