El jugador salió con una molestia en la espalda tras el duelo de ida de los octavos de final con Sao Paulo y le hacen exámenes para descartar alguna lesión grave.
La ida de los octavos de final de la Copa Libertadores dejó mucho más que un marcador abierto entre Atlético Nacional y Sao Paulo. El duelo en el Atanasio Girardot fue intenso, de fricción constante y con un nivel de exigencia física que no dio respiro. Entre los jugadores que terminaron resentidos, uno de los casos que más preocupa al cuerpo técnico es el de Marino Hinestroza, quien salió golpeado y encendió las alarmas en el club.
El veloz extremo verdolaga sufrió un fuerte impacto en la espalda durante el compromiso, lo que obligó a que desde la mañana de este miércoles se le realizaran diversos exámenes médicos para determinar la gravedad de la lesión y su posible disponibilidad para el crucial partido de vuelta en Brasil.
A pesar de la molestia y la incertidumbre, Hinestroza mantiene un mensaje de optimismo que contagia. Con la convicción que lo caracteriza, el jugador se mostró confiado en que podrá estar presente en el Morumbí.
“Tengo un golpe en la espalda que están revisando, esperamos que no sea nada malo, per ahora que estoy frío me cuesta hasta caminar. Yo sé que Dios no me va a abandonar y voy a estar en el partido de vuelta con la ayuda de Dios”.
Su presencia sería un alivio para el técnico Javier Gandolfi, que valora en Hinestroza no solo su capacidad de desborde y velocidad, sino también su intensidad en la presión y su aporte defensivo. En una serie tan cerrada, contar con sus cualidades podría ser determinante para romper el cerrojo paulista y soñar con la clasificación a cuartos.
En el seno de Nacional hay prudencia, pero también esperanza. El departamento médico monitorea de cerca la evolución del jugador, mientras la plantilla se prepara para afrontar primero el compromiso liguero ante Fortaleza y luego enfocar todas las energías en la batalla de vuelta.
El Morumbí espera un partido de máxima tensión, y Hinestroza quiere estar ahí. Para él, más que un encuentro de fútbol, será una prueba de carácter, fe y resiliencia. Si su recuperación lo permite, saltará al césped brasileño no solo para correr y encarar, sino para demostrar que la fuerza de voluntad, a veces, es tan poderosa como el talento.
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