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Los grandes momentos en el fútbol están hechos para grandes jugadores. Eso sí que lo supo Juan Fernando Quintero en 2018, un año en el que gracias a su disciplina y dedicación pudo reinventarse y volver a ser el creativo que equipo del continente quisiera tener.
Lo demostró cada vez que pisó la cancha. Su talento y buen manejo del balón siempre le cambió la cara a River Plate, club al que llegó hace un año en medio de un ambiente hostil por su condición física -los medios argentinos lo criticaron porque su peso- y por su gusto por el reguetón.
El técnico Marcelo Gallardo inició un arduo trabajo físico para ponerlo en forma y en los minutos que le daba en los partidos se fue ganando a la afición con pases precisos, gambetas, velocidad y goles.
Fue tanta su transformación, que de nuevo José Pekerman confió en él y lo volvió a llamar a la Selección, con la que disputó su segundo Mundial. “Estoy muy contento y esperamos transmitir esta alegría en el Mundial”, declaró el volante en aquel momento.
Rusia fue un escenario especial. Ante la falta de James Rodríguez por lesión, la Selección necesitaba un líder en el mediocampo, y Quintero alzó la mano. Y le regaló al mundo de fútbol un momento único: ante Japón, marcó, de tiro libre, el primer gol por debajo de la barrera en la historia de los mundiales, que además fue considerado como uno de los mejores del torneo.
En la victoria frente a Polonia (0-3), fue considerado el mejor del partido, dio una asistencia a Falcao García, y en James -que solo pudo jugar ese encuentro-, volvió a encontrar el aliado perfecto.
“Grande, grande...Juan, sos crack”, le gritó Pekerman desde la raya. A lo que el jugador le respondió. “Te lo dije, falta más”.
Y sí que le faltaba a Juan Fernando, que también asistió a Yerry Mina en el gol del triunfo ante Senegal.
El Mundial terminó, pero el talento de Quintero no se apagó. Siguió puliéndose en River y de nuevo, el fútbol, le dio la oportunidad de brillar.
En el escenario soñado, la final de la Copa Libertadores ante Boca Juniors en el mítico Santiago Bernabéu, marcó el gol que desequilibró el juego de vuelta, que se encaminaba hacia los penaltis.
Terminó siendo la figura del partido y levantó el título con el equipo que creyó en él cuando pocos lo hacían.
Esos momentos, que supo aprovechar con esa zurda prodigiosa y ese talento innato, le valieron para estar en la terna del premio Rey de América, galardón con el que finalmente se quedó su compañero, el argentino Gonzalo Pity Martínez (ver paréntesis).
Con 49 votos de los periodistas deportivos que eligen al ganador (15 %), el paisa quedó detrás del argentino en la encuesta que anualmente realiza el diario El País de Uruguay, un puesto digno para el volante tras la temporada en la que pudo resurgir.