El título de la Copa BetPlay no solo marcó un cierre feliz para Atlético Nacional, también abrió un nuevo capítulo de reflexiones, balances y decisiones por venir en el cuerpo técnico verdolaga. Uno de los protagonistas silenciosos, pero fundamentales de ese logro, fue Diego Mazo, asistente técnico de Diego Arias, quien habló con sinceridad sobre el momento que viven, el vínculo con el club y la posibilidad de analizar nuevos caminos.
Para Mazo, la obtención del trofeo tiene un significado especial. No es un título más. Es el primero en el ámbito profesional, ese que queda tatuado para siempre en la memoria. “Va a ser único porque nos va marcando”, reconoció, todavía con la emoción a flor de piel. Y no es para menos: detrás de la celebración hay meses de trabajo intenso, convicción y una idea de juego que logró conectar con el plantel.
“El reconocimiento es gracias a los muchachos”, subrayó Mazo, dejando claro que el éxito no se entiende sin la respuesta del grupo. “Ellos quisieron comulgar con nuestras ideas, con nuestro pensamiento, y siempre estuvieron con la mejor disposición”. En esa frase se resume una de las claves del proceso: un cuerpo técnico joven, pero con claridad conceptual, y un plantel que creyó, incluso en los momentos de mayor presión.
La celebración del título fue tan significativa como sobria. Lejos de los excesos, el festejo tuvo un tono íntimo y familiar. “La fiesta fue tranquila”, contó Mazo. Después de tanto esfuerzo, de tantas ausencias en casa y noches interminables de trabajo, el mayor premio fue compartir el logro con los jugadores, la gente del club y las familias. Un respiro necesario tras un año exigente, cargado de emociones y responsabilidades.
Pero si algo le dio un tinte aún más especial a este título fue el componente emocional que trae consigo la historia personal de Mazo en Nacional. Son 23 años vinculados al club, formando jugadores, sembrando valores y acompañando procesos desde el fútbol base. Por eso, levantar la Copa BetPlay tuvo un sabor distinto.
Entre las anécdotas que guarda con más cariño está la de Andrés Salazar. “Fuimos campeones del Pony Fútbol en 2016, en un clásico, y ahora celebrar con él la Copa BetPlay fue muy grato”, recordó entre risas. Dos momentos separados por varios años, pero unidos por la misma camiseta y el mismo sentimiento. “Fue una anécdota especial”, confesó, como quien entiende que el fútbol también se construye de recuerdos.
Sobre el futuro inmediato, Mazo es claro: la prioridad sigue siendo Atlético Nacional. “Estamos donde el club nos requiera”, afirmó. Si la institución decide contar con ellos en el equipo profesional, allí estarán, con el mismo compromiso, la misma vocación y la misma pasión. “Somos profesionales y queremos que siempre el club esté bien”, añadió, dejando en evidencia que, más allá de los cargos, el sentido de pertenencia sigue intacto.
Sin embargo, el título también los pone en el radar del fútbol colombiano. Y Mazo no cierra la puerta a esa posibilidad. Si llegan propuestas de otros clubes, serán analizadas con serenidad. “No nos cerramos a nada”, explicó. Eso sí, dejó claro que no se trata solo de cambiar de escudo, sino de encontrar un proyecto que les permita trabajar con condiciones favorables, herramientas adecuadas y una identidad alineada con sus valores y su forma de entender el juego.
Esos valores son, precisamente, el cimiento de la dupla que conforma con Diego Arias. Lealtad, transparencia, disciplina y amor por lo que hacen. Una relación construida desde el trabajo incansable y la confianza mutua. “Dormimos dos o tres horas, nos acostamos viendo fútbol y nos levantamos viendo fútbol”, relató Mazo, graficando una rutina que roza la obsesión, pero que explica la coherencia del proyecto. “Todo el día nos hablamos, compartimos ideas. Es amor, y esa es la base de todo”.
Después de dos años de trabajo conjunto, el respeto, el cariño y la lealtad siguen siendo inquebrantables. Y mientras el futuro se va definiendo, Mazo asume el presente con serenidad y fe. “La vida lo va llevando a uno donde corresponde”, reflexionó. “Los tiempos no son de nosotros, sino de Dios, sea en el fútbol formativo o en el profesional”.