Lo que parecía una alianza prometedora en Ferrari se convirtió, al menos por un instante, en uno de los momentos más tensos de la temporada 2025 de la Fórmula 1. Lewis Hamilton y Charles Leclerc, dos talentos de clase mundial, protagonizaron un episodio cargado de frustración y declaraciones punzantes durante y después del Gran Premio de Miami, dejando al descubierto la presión que se vive dentro del garaje de la escudería italiana.
El incidente se desató en la vuelta 34, cuando Hamilton, sintiéndose más rápido que su compañero, pidió por radio a la dirección de equipo que Leclerc le permitiera adelantar. Ferrari accedió al pedido, pero poco después, el siete veces campeón del mundo perdió ritmo y tuvo que devolverle la posición a Leclerc, generando una acalorada conversación interna que fue seguida en vivo por millones de aficionados.
Finalizada la carrera, Hamilton no ocultó su frustración ante los medios. Su desahogo fue contundente: “La situación es que el coche no es lo suficientemente rápido. La ventana de trabajo es casi imposible de ver y es muy inconsistente cada vez que sale a pista”. Y aunque el intercambio con Leclerc dejó a más de uno con la ceja levantada, el británico fue enfático en aclarar que su molestia no tiene que ver con su compañero, sino con el monoplaza que Ferrari ha puesto en sus manos esta temporada.
“Perdí mucho tiempo detrás de Charles y pensé que teníamos que tomar una decisión rápidamente... Hay que entender que es frustrante, era más sarcasmo que otra cosa. Hay gente que dice cosas mucho peores”, matizó Hamilton, intentando poner paños fríos al conflicto. Sin embargo, su análisis técnico fue lapidario: “El mayor problema está en todo el coche. Prefiero mojado porque el coche no se siente bien en ninguna de las dos condiciones y puede ser más una lotería”.
Con el tono sereno pero firme que lo caracteriza, el británico también lanzó un mensaje directo a los responsables del equipo. “He probado cosas con los frenos, con el balance, he intentado dar el máximo, pero incluso parece que no es suficiente. No lo sé, lo único que puedo hacer es seguir intentándolo”.
Por su parte, Leclerc no tardó en respaldar las declaraciones de su compañero. Aunque reconoció que el momento fue frustrante, dejó claro que no hay resentimientos personales. “No estoy enfadado con Lewis ni nada por el estilo. No había ninguna mala intención, quería maximizar su resultado tanto como yo. Hemos perdido demasiado tiempo y viendo lo cerca que estábamos de Antonelli, es una auténtica pena”, explicó el piloto monegasco, alineándose con la crítica constructiva de Hamilton.
“El coche simplemente no rinde. Creo que tenemos que hablarlo internamente, sin duda. Lo analizaremos. Tenemos que hacerlo mejor. No es que tenemos que intentar hacerlo mejor, es que tenemos que hacerlo mejor”, añadió Leclerc, con un tono que evidencia el hartazgo que se respira dentro del equipo.
La escena sorprendió no solo por la intensidad del intercambio, sino también por el contraste con el ambiente distendido que ambos pilotos compartieron antes del inicio del fin de semana, cuando se los vio sonrientes a bordo de un monoplaza de exhibición que Lego entregó a cada escudería. La cordialidad previa dio paso a una realidad mucho más cruda dentro del circuito.
Frédéric Vasseur, director de Ferrari, tuvo que enfrentar los micrófonos tras la carrera para dar su versión de los hechos. “Intentábamos averiguar si Lewis era más rápido o si era sólo gracias al DRS. Tardamos una vuelta y media en tomar la decisión. Entonces aplicamos la regla de equipo e intercambiamos posiciones”, explicó con franqueza.
Vasseur reconoció que, tras la bandera a cuadros, hubo una reunión cara a cara con Hamilton para hablar sobre las críticas emitidas por radio. “Tuve una discusión con Lewis y fue mucho más relajada. Puedo entender la frustración de los pilotos en el coche porque quieren ganar, pero al final del día, tomamos la decisión correcta para el equipo. No veo lo que ha pasado como un problema en absoluto”, concluyó el jefe del equipo.
Aunque la tormenta parece haberse calmado por ahora, el episodio de Miami dejó al descubierto las fisuras en un proyecto que, pese a reunir talento de élite, sigue sin estar a la altura de las expectativas. Ferrari enfrenta no solo el reto técnico de mejorar su monoplaza, sino también el desafío humano de gestionar egos, presiones y ambiciones en uno de los entornos más competitivos del deporte mundial. La temporada sigue su curso, pero en Maranello ya saben que no basta con sumar puntos: hay que recomponer la confianza.