“Mami, ¿yo practico algún deporte?”, preguntó María Paulina Osorno días después de su accidente en la pista de bicicrós Mariana Pajón.
El 24 de junio de 2017 parecía un día normal en la vida de la paisa de 20 años. Fue a entrenar sin prejuicios y, en una de las salidas, apenas llegó al segundo morro, saltó tanto que sobrepasó varios obstáculos, cayendo sobre la cabeza. Después de 20 minutos del desespero de sus compañeros y entrenador, fue remitida en una ambulancia a un hospital.
Fueron horas de zozobra, como lo reconoce su hermano Julián, en las que se imaginaron lo peor. De hecho, el diagnóstico fue un edema cerebral grado 1 -porque se alcanzó a lastimar el cráneo-, que le produjo muchos episodios de mareo y vértigo.
Aún así, Pauli, como la conocen, tenía claro que no iba a abandonar el bicicrós, ese que comenzó a practicar cuando vio a Mariana Pajón bañarse en oro en Londres 2012.
“Mi familia tenía mucho miedo de que regresara a hacer este deporte, pero entendieron mi determinación y mis ganas. Por eso siguieron apoyándome”, cuenta Osorno, que cuando era más niña hizo parte de las inferiores de Atlético Nacional como lateral por la derecha.
Por eso, después de un mes quieta, recibió el aval de sus médicos y se volvió a montar a una bicicleta. Lógicamente, Paulina no es una temeraria y reconoce que aún le cuesta montar del mejor modo.
“Siempre que hago un sobresfuerzo termino mareada, con ganas de caerme, pero poco a poco eso va mejorando. También debo confesar que todavía no hago la pista completa, no salto”, dice.
Aún así, Paulina quiere ser ejemplo para muchos corredores que, como ella, sufren accidentes que pueden parecer comprometodores, pero que les gusta salir adelante.
Por ahora se enfoca en estar para el Torneo de las Luces, en diciembre, y sueña con estudiar para ser Profesional en Deporte
