El cadáver se desplomó en el suelo. Naomi Konno sostenía a Chipi, su pajarito, con una sonrisa serena en el rostro. Algunas gotas de sangre salpicaban el suelo a su lado, pero ella solo sentía alivio. Todo había terminado.
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El caso generó desconcierto. Una niña de once años, acusada de homicidio, se convirtió en tema de debate entre criminólogos y especialistas. ¿Qué podía haber llevado a una niña tan joven a cometer un crimen tan brutal?
Años después, en un aula universitaria, la profesora Tomiko Hagio se detuvo frente a la pizarra. Un dibujo infantil colgaba sobre ella. Se giró hacia sus alumnos y dijo:
—Ahora, les voy a enseñar algo.
Señaló la ilustración y prosiguió:
—Antes de dedicarme a la docencia, ejercí muchos años como psicóloga. En mi consulta, traté todo tipo de casos. Esta es una copia del dibujo que realizó una de las primeras pacientes que atendí. La llamaremos Niña A. Cuando la Niña A tenía once años, la arrestaron por el asesinato de su madre.
Los alumnos guardaron silencio.
—Yo fui la responsable del informe pericial —continuó Hagio—. Decidí utilizar un test de dibujo. Consiste en pedir al sujeto que realice una ilustración que posteriormente se analiza con el fin de obtener su perfil psicológico. Ahora, observen este dibujo detenidamente. ¿No notan algo extraño?
Apuntó con el dedo la hoja de papel. En ella se distinguía una niña de cabello corto y vestido de flores. A la izquierda, una casa con una sola ventana y sin puerta. A la derecha, un árbol enorme con ramas puntiagudas y afiladas como espinas, que en su tronco albergaba un pájaro dentro de un hoyo.
La profesora se detuvo en un detalle.
—Miren su boca —señaló—. La Niña A no conseguía dibujarla como quería, así que la borró una y otra vez. Debemos preguntarnos qué sucedió. Este pequeño gesto nos puede ayudar a comprender su estado mental.
Los alumnos intercambiaron miradas.
La pequeña Naomi amaba a Chipi, un capuchino regordete de pico afilado y ojos brillantes que le robó el corazón desde el día en que lo vio en la vitrina de la tienda de mascotas. Por eso, no dudó en actuar cuando, una tarde cualquiera, después de llegar de la escuela, tuvo que salvarle la vida.
Derribó a esa mujer de una patada y saltó con todas sus fuerzas sobre su abdomen. Con la pierna derecha se apoyó en su cuerpo y con la izquierda le golpeó el bajo vientre. Se oyó un sonido gutural, como un fuerte eructo, seguido de burbujas de sangre que aparecieron en su boca.
Naomi levantó bien alto el pie izquierdo y lo apoyó con fuerza sobre su cuello, dejando caer en él todo su peso.
Un crac seco rompió el silencio. Sus ojos se quedaron en blanco y su boca se abrió de par en par.
Ganó. Naomi rescató a Chipi. Cuando lo tomó entre sus manos, el animalito se frotó contra ella en busca de consuelo. Sintiendo que su corazón se llenaba de una profunda felicidad, dejó que lágrimas de júbilo le recorrieran las mejillas.
El cuerpo de su madre, inerte, yacía a su lado.
El enigma de Uketsu
La historia anterior condensa una de las muchas que le dan vida al inquietante universo de Uketsu, compuesto por tres libros, decenas de publicaciones en blogs, un manga, una película y varios videos de YouTube, donde supera los 1,7 millones de suscriptores.
Escondido detrás de una máscara de papel maché y envuelto en un traje negro, es una de las figuras más enigmáticas del panorama literario mundial. Apenas se sabe que es un hombre que reside en la prefectura de Kanagawa, al suroeste de Tokio, Japón, y que en sus inicios trabajaba en un supermercado mientras publicaba imágenes surrealistas en internet.
Comenzó a ganar notoriedad con sencillos cortometrajes que publicaba en la web. En ellos, objetos cotidianos adoptaban formas inesperadas: espárragos que se convertían en dedos al ser cortados, pedazos de carne colgados en un tendedero, ruedas giratorias con múltiples orejas. Su trabajo llamó la atención no solo por su contenido inquietante, sino por la estética minimalista y perturbadora que lo caracteriza. Su gran salto a la fama se dio en 2020, cuando publicó un video de 21 minutos basado en una serie de planos arquitectónicos. La historia, narrada con una precisión quirúrgica, generó tal impacto que le sugirieron convertir su idea en una novela.
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A partir de ese momento, comenzó a construir su legado literario. En 2022 ubicó sus dos primeros libros entre los cinco más vendidos de Japón, superando a Haruki Murakami con su nueva novela La ciudad y sus muros inciertos. Luego, en 2023, se convirtió en el autor más vendido con Strange Houses 2.
En sus escasas apariciones públicas, mantiene el aura de misterio que lo define: siempre oculto tras su máscara y un modulador de voz. Su estética y su disfraz están inspirados en los kuroko, los tramoyistas invisibles del tradicional teatro kabuki japonés. Su nombre, que en kanji se escribe 雨(lluvia) 穴 (agujero), fue escogido porque no tenía un significado concreto, según explicó en una de las pocas entrevistas que ha concedido. “No significa nada en particular”, dijo a The Guardian.
Antes de dedicarse a la literatura, experimentó con distintas formas de narración. Inicialmente, aspiraba a trabajar en la industria del manga o en la música, pero al no lograrlo, encontró en la escritura un espacio en el que su creatividad podía fluir sin restricciones. “Me interesaba contar historias, pero no sabía exactamente cómo. Probé con muchas cosas antes de encontrar el formato adecuado”, mencionó.
Su primera incursión profesional en el mundo del entretenimiento fue en 2018, cuando comenzó a escribir artículos de humor para el blog Omokoro. Pronto se dio cuenta de que las palabras no eran suficientes para expresar las ideas que quería plasmar. Fue entonces cuando abrió un canal de YouTube, donde combinó textos y videos experimentales en los que exploraba el miedo a través de imágenes y sonidos inquietantes.
Ese giro hacia lo visual y lo interactivo moldeó el estilo narrativo que lo llevaría al éxito. En octubre de 2020, en plena pandemia, publicó Strange Houses, una historia en la que analiza los planos de una casa y recrea el posible destino de la familia que habría vivido allí. Lo que comenzó como una exploración de la arquitectura y sus implicaciones psicológicas se convirtió en un fenómeno viral cuando llevó el relato a su canal de YouTube. Con un tono meticuloso y una narración hipnótica, presentó los diálogos y llamadas telefónicas de su texto, atrapando a millones de espectadores. Su propuesta despertó tanto interés que la editorial de mangas Asukashinsha le ofreció su primer contrato, marcando su entrada definitiva en la industria literaria.
Desde entonces, no ha dejado de evolucionar. Sus creaciones han sido adaptadas a distintos formatos, y en marzo de 2024 llegó a los cines una versión en acción real de Strange Houses, dirigida por Jun'ichi Ishikawa, consolidando su influencia más allá del ámbito digital.
Ahora, con la publicación de su tercera novela, Imágenes Extrañas, el primero traducido al español, inglés y francés, su trabajo alcanza a un público más amplio. Editado por Reservoir Books de Penguin Random House, el volumen reúne una serie de relatos interconectados que condensan su estilo narrativo: un recorrido por senderos que se bifurcan, pistas que desafían la lógica y escenas cotidianas donde cada paso conduce a una revelación inquietante.
Laberinto de imágenes
Imágenes Extrañas es una puerta a lo desconocido, un viaje que parece fragmentado pero que, pieza a pieza, revela un enigma mayor. El relato inicial de este artículo, el asesinato de una madre a manos de su hija, pertenece a la historia principal de las cuatro que componen la obra. El autor entrelaza relatos aparentemente inconexos que terminan formando una estructura en la que cada elemento tiene un propósito. En otra entrevista, con el periódico El Mundo, explicó que su interés no está solo en contar historias de terror, sino en explorar la manera en que lo cotidiano se deforma para volverse inquietante. “Me interesa mucho ese elemento de 'anomalía oculta dentro de lo aparentemente normal'”, señaló.
El libro presenta relatos que, en principio, parecen independientes. En ellos, las imágenes juegan un papel central: dibujos y garabatos se convierten en pistas que los personajes deben interpretar. La conexión entre las historias se revela de forma sutil. Para construir su narrativa, se inspiró en técnicas de psicología forense. “He consultado muchas fuentes sobre la ‘prueba de dibujo’, que consiste en hacer que un delincuente dibuje un árbol, una casa o una figura humana para luego analizar su psicología a partir de esas ilustraciones”, explicó.
En otra de las historias, un niño llamado Yuta entrega a su profesora un dibujo que, a simple vista, parece una ilustración inofensiva. Al examinarlo con detalle, se descubre que hay elementos que no encajan: una espesa niebla cubre el apartamento donde vive con su madre. La historia avanza cuando la profesora se da cuenta de que el dibujo es un reflejo de un suceso traumático, y lo que parecía un juego infantil es, en realidad, una advertencia.
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Su interés por la representación visual del miedo también se extiende a su producción audiovisual. Su video más reciente, publicado en YouTube en julio de 2024, titulado ¿Qué hicieron ese día?, es una nueva muestra de su habilidad para convertir imágenes en piezas de un rompecabezas perturbador. Comienza con una fotografía tomada desde una habitación de hotel en plena madrugada. “Esta foto fue tomada en una habitación de hotel a altas horas de la noche. A través de las cortinas de encaje, una luz azul brilla a través de la ventana. La verdad detrás de un incidente horrible está íntimamente relacionada con esta imagen”, narra al inicio del video.
En el relato, un amigo del creador fue quien capturó la escena. La imagen capturó una luz azul que flotaba fuera de la ventana, iluminando el bosque en la oscuridad. Diez segundos después, la luz desapareció sin dejar rastro. Al día siguiente, al revisar el periódico, descubrió que un empleado del hotel, Seiji Kurabe, había muerto en un accidente de tránsito la noche anterior. Pero lo inquietante no terminaba allí: dentro del maletero del auto estrellado encontraron un cuerpo en avanzado estado de descomposición y una pala cubierta de tierra. La policía, al investigar la zona, halló rastros de excavación y fragmentos de huesos dispersos en un bosque cercano. “Cuanto más investigo, más profundo se vuelve el misterio”, dice.
Uketsu no busca dar explicaciones claras ni ofrecer un cierre definitivo a sus historias. Prefiere sembrar la duda, dejar que el lector o espectador complete los vacíos con su propia imaginación. Su enfoque, como él mismo ha explicado, no es solo generar miedo, sino hacer que lo inquietante se infiltre en la mente de quien lo observa. “Las personas tienden a sentirse atraídas por lo que les resulta más cercano, pero muchos buscan obras de terror psicológico esperando explorar las razones de esas ansiedades que tienen en su vida cotidiana”, dijo al diario español.
En enero de 2025, realizó su primera y única aparición pública ante varios medios de comunicación. En una conferencia de prensa en Tokio, se presentó tal como lo hace en sus videos: vestido de negro, con el rostro cubierto por su máscara de papel maché y la voz alterada digitalmente para sonar como la de un niño. Aunque su imagen ha sido cuidadosamente construida, su actitud se mantuvo reservada. “Mis historias son simplemente aterradoras”, afirmó con tono serio. Pese a su anonimato, su figura ha trascendido al punto de convertirse en un ícono de la cultura pop japonesa. Su máscara se replica en disfraces de Halloween y ha aparecido en cameos dentro del anime.
En ese evento, reflexionó sobre su éxito y su método narrativo. “Mi trabajo se basa en hacer que la gente se sienta incómoda”, dijo. La fusión de imágenes y texto en sus relatos, así como la naturaleza fragmentaria de sus historias, le han permitido conectar con audiencias más jóvenes, habituadas a consumir contenido en redes sociales y videojuegos. Su editor en Futabasha Publishers lo describió como “una estrella del horror que solo aparece una vez por siglo”.
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Lejos de sentirse atrapado por su propia identidad enmascarada, insiste en que lo importante no es quién se oculta detrás de la figura, sino las historias que crea. “Si me la quitara, nadie me reconocería”, comentó con aparente indiferencia. En su mundo, lo inquietante no radica en lo visible, sino en lo que permanece en la sombra, esperando a ser descubierto.
