Antes de comenzar a bailar, lo primero que hizo Lucifer Velastrik al subir al escenario fue colocarse de espaldas y mostrarle al público sus alas doradas. En esa misma posición permaneció un par de minutos, tiempo suficiente para notar que, a lo largo y ancho de esa artesanía de más de un metro, habían una docena de manchas que negras que, desde lejos, parecían tener unas ilegibles letras blancas en ellas.
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Minutos después de bajar de la tarima, Lucifer, mujer trans de 27 años, me explica que las manchas, que en realidad eran cuadros, son los nombres de más de 20 personas LGBTIQ+ que han sido asesinadas en Colombia en lo que va del 2025. “Ya no es solo venir, sino que es hacer resistencia. Yo digo que no vengo al Pride por mí: vengo por las hermanas que ya no están, porque un día las callaron y ellas quisieran estar aquí”, afirma Lucifer, quien recuerda y tiene impreso en la espalda, por ejemplo, el brutal asesinato en Bello de la joven Sara Millerey, cuyo rostro está en algunas de las camisetas, afiches y banderas de los miles de asistentes a esta marcha, que se realizó por primera vez en Medellín en 1998.
Pero no ha sido solo Sara. De acuerdo con el Observatorio de Derechos Humanos de Caribe Afirmativo, este año se han registrado 45 asesinatos de personas LGBTIQ+. En el Pride, no solo hay quienes recuerdan a aquellos amigos que han perdido violentamente, sino aquellos que quieren enviar un mensaje de inclusión y respeto. Ese es el caso de Alba Leidy Martínez, quien sobresale entre la multitud gracias a la pancarta que lleva en sus manos. “No más bullying. Isabela”, es lo que dice en el letrero, donde aparece una joven sosteniendo una bandera de colores. Cuando le pregunto quién es ella, señalando la foto, Alba llora y me explica que es su hija, que tenía 23 años y que se suicidó debido al bullying que le hacían por ser una mujer trans. “Yo no quiero que otros pasen por lo mismo [...] Hay que apoyar porque hay mucho bullying contra ellos y también son personas”, dice Alba.