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En Tragaluz se habla portugués hace 10 años

  • Imagen de la casa Tragaluz. FOTO Carlos Velásquez
    Imagen de la casa Tragaluz. FOTO Carlos Velásquez
10 de septiembre de 2022
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En 2011, a Pilar Gutiérrez no se le pasaba por la cabeza incorporar literatura extranjera dentro del catálogo de Tragaluz, la editorial había nacido hace apenas cinco años bajo la premisa de apostarles a los autores locales, sin embargo, el académico y traductor Jerónimo Pizarro acaba de llegar de Portugal, donde había pasado varios años trabajando con la obra de Fernando Pessoa, que estaba libre de derechos y quería publicarla bajo un sello colombiano. “A mí, especialmente, me encanta Pessoa, entonces fue una cosa muy del azar. Llega este tipo a hacer la propuesta y yo de ninguna manera le iba a decir que no”.

Igual, para que no fuera un título muy fuera de lugar, empezaron con un libro sobre Pessoa y Barba Jacob, Todos los sueños del mundo, un encuentro de dos poetas que tenían mucho en común, por ejemplo, ambos recurren a la pseudonimia desde sus primeras obras y tienen una inclinación por la melancolía, “con una vertiente dionisíaca”. También se decantaron por formas similares como baladas, odas, sonetos, elegías y canciones, que podían configurar colecciones de poesía independientes, pero que nunca completaron, hasta el momento de esta edición.

La publicación fue un éxito y estableció un vínculo inesperado entre la literatura de Colombia y Portugal, pero también abrió la puerta a un proyecto más amplio que no se limitara a Pessoa, sino que incluyera autores contemporáneos de habla portuguesa, que poco se traducen al español. Esta idea se convirtió en una colección que hoy tiene 22 publicaciones. “Anualmente estamos sacando dos o tres libros para esa colección, siempre uno de Pessoa y luego uno de una voz contemporánea”, explica Gutiérrez.

Aunque, a primera vista, no se estaría trabajando con obra local, lo cierto es que las traducciones se convirtieron en posibilidades para los profesionales locales, que también son autores. No solo Pizarro se encargó de las obras, aunque todavía es el director de la colección y cuida de todos los detalles, sino que también le abrió la puerta a sus estudiantes para que empezaran a medirse. Procesos que se pudieron dar una vez consolidado el proyecto.

Para Renato Sandoval, traductor de varios volúmenes de la colección, como El remordimiento de Baltazar Serapión de Valter Hugo Mãe y El plantador de calabazas (Sonata para una neblina) de Luís Cardoso (que es uno de los lanzamientos de Fiesta), la literatura en portugués es muy diversa y acercarse a ella permite conocer puntos inesperados en el mapa como Timor Oriental, de donde es Cardoso, Mozambique, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Guinea Ecuatorial y Angola, y las regiones de China, Macao, e India, Goa. Aunque los mundos interiores de los autores son muy diferentes, la lengua sí tiene un ritmo interior, que determina una forma de ver el mundo, que se puede ver como punto de encuentro.

No solo la colección ha crecido con los años, Tragaluz también generó su propio centro cultural, una idea que surgió en la pandemia, pero que terminó consolidándose con la reapertura y tiene desde el año pasado su programación paralela, que este año se vivirá mucho más como una celebración por la alegre coincidencia de tener a Portugal como país invitado.

Una gestión y producción cultural que se ha convertido en puerta de entrada a mundos, muchas veces desconocidos, pero llenos de tesoros

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